Talia tiene sólo diecisiete años cuando es secuestrada por Axel, un jefe de la mafia. Consigue escapar, pero no antes de descubrir lo cruel que puede ser la vida. Para protegerse, huye lejos y cambia de identidad. En pocos años, se convierte en una fuerte mujer de negocios sin intención de mirar atrás. Pero entonces ocurre algo que la obliga a hacer un trato con el diablo que la secuestró… ¡Y ahora que la ha encontrado, no la dejará escapar de nuevo!
Calificación por edades: 18+
Autora original: Tania Shava
Nota: Esta historia es la versión original de la autora y no tiene sonido.
Reencuentro con mi secuestrador de Tania Shava ya está disponible para leer en la aplicación Galatea. Lee los dos primeros capítulos a continuación, o descarga Galatea para disfrutar de la experiencia completa.


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1
De la autora de The Bad Boy Wants Me.
Talia tiene sólo diecisiete años cuando es secuestrada por Axel, un jefe de la mafia. Consigue escapar, pero no antes de descubrir lo cruel que puede ser la vida. Para protegerse, huye lejos y cambia de identidad. En pocos años, se convierte en una fuerte mujer de negocios sin intención de mirar atrás. Pero entonces ocurre algo que la obliga a hacer un trato con el diablo que la secuestró… ¡Y ahora que la ha encontrado, no la dejará escapar de nuevo!
Calificación por edades: 18+
Autora original: Tania Shava
Nota: Esta historia es la versión original de la autora y no tiene sonido.
Había sido un día agotador en la escuela. Cuando Talia se descolgó la cartera y la colocó en la cama, se quedó dormida de inmediato.
La despertó el timbre del teléfono y lo contestó medio aturdida.
—¿Hola?
—¡Talia, sabes que eres increíble!
Por eso supo que era su mejor amiga Mia.
—No te has olvidado de esta noche, ¿verdad? —dijo Mia.
—¡Oh, xxxxxx! —murmuró Talia. Se le había pasado por completo que se habían apuntado para ser camareras en una recepción.
—Será mejor que te vistas, Talia, te iré a buscar dentro de treinta minutos —dijo su amiga, y luego colgó. Se dio cuenta de que había dormido cuatro horas y ahora eran las siete y media de la noche.
Se levantó rápidamente de la cama y se dio una ducha rápida. Se puso el uniforme de trabajo que les habían dado para la velada.
Se recogió el pelo negro y contempló en el espejo sus ojos verdeazulados. Se maquilló un poco y se puso en marcha.
Oyó a Mia tocando la bocina fuera y rápidamente corrió hacia ella.
—¡Talia! —chilló—. ¿No estás emocionada? ¡Esta noche vamos a servir a ricachones!
Talia se rió en respuesta.
Cuando llegaron vio que el lugar era enorme. El enorme letrero de la puerta rezaba “Emperatriz”.
—Vaya —murmuró., Mia también tenía la misma expresión de asombro.
—Ya te digo, Talia.
Se sacudieron el pasmo y entraron rápidamente. El lugar era enorme, con lámparas de araña, moqueta roja, mesas y una pista de baile.
Se presentaron ante una mujer de unos cuarenta años. Era elegante y empezó a asignarles cosas que hacer y preparar para los invitados.
Cuando terminaron, les dijeron que se colocaran en un lateral para que los invitados pudieran entrar.
Al cabo de veinte minutos, el local estaba abarrotado de gente. Todos parecían rimbombantes.
Era cansado y agotador correr de un lado a otro, ya que aquella gente tenía exigencias sin fin.
—Talia —oyó que su jefa la llamaba. Le puso una bandeja en las manos—, —ven aquí. Ve a esa mesa y coloca este vaso frente a un hombre llamado Axel.
Cogió la bandeja y se dirigió a la mesa, donde había unas dieciséis personas. Parecían los más ricos de todos los invitados con diferencia. Recorrió la mesa hasta que vio el rótulo con el nombre de Axel.
Todo el mundo estaba inmerso en una profunda conversación mientras ella colocaba el vaso junto a Axel. Cuando estaba a punto de marcharse, una invitada soltó un grito que atrajo la atención de todos.
—¿En serio? ¿No podías haber comprado la maldita botella entera?
Talia nunca se había sonrojado tanto en su vida, por lo que decidió disculparse inmediatamente.
—Lo siento, señora —tartamudeó. Antes de que pudiera decir nada más, corrió a buscar la botella de chardonnay.
Volvió con ella esperando que no se dieran cuenta.
Cuando regresó y vio que la mujer no estaba en su asiento, leyó su etiqueta y vio que se llamaba Sophie. Se sintió aliviada porque pudo dejar la botella en la mesa y marcharse.
Cuando Talia se disponía a evaporarse, escuchó una voz que retumbaba y se llevó un pequeño susto.
—¿Adónde coño crees que vas?
Una mano la había agarrado de la muñeca y tiraba de ella.
—Bueno…. yo… tengo que… ir… a atender las otras mesas, señor —balbuceó.
—Pero ¿te he dado permiso para irte? —preguntó. Sus ojos estaban encendidos y su voz era baja pero dominante.
En aquel momento se sintió muy aliviada cuando vio que la pareja del hombre se acercaba. La mujer dejó ir a Talia, que no perdió el tiempo.
Pero cuando se marchaba pudo sentir unos ojos clavados en su espalda.
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2
Talia se mantuvo ocupada y evitó aquella mesa. Ni siquiera le dedicó una mirada y se aseguró de mantenerse bien lejos.
Mia y ella estaban de pie en una esquina viendo cómo la gente se dirigía a la pista de baile.
—Me dan mucha envidia —gimió Mia a su lado. En un momento dado, le susurró al oído—. Mira.
Vieron a Axel abrirse paso por la sala junto a la tal Sophie, listos para a bailar.
—Es muy guapo, Talia, con todos esos tatuajes.
—Sí —murmuró ella.
Después de lo que pareció una eternidad, la noche finalmente terminó, para regocijo de Talia.
Se sentía agotada tras una dura jornada de trabajo.
Mia la dejó en su casa y se despidieron. Talia entró en su dormitorio, se tumbó en la cama y pronto se quedó dormida.
Se despertó a la mañana siguiente y dio gracias por que fuera sábado.
Se pasó todo el día estudiando y ordenando sus proyectos.
Aquella noche, Mia y ella iban a ir a un club llamado Madison's, y quería tener buen aspecto. Así que empezó a buscar un conjunto para ponerse por la noche, ya que Mia no tardaría en llegar.
Se vistió con un vestido con cuello en V, se rizó un poco el pelo y estuvo lista para salir.
Oyó a Mia, salió a su encuentro y subió a su coche.
—¿Estás lista, muchacha? —preguntó Mia.
—¡¡¡SÍ!!! —gritó ella.
Llegaron al club, que era enorme y elegante. Después de hacer una cola que les pareció eterna, finalmente entraron. Había luces ultravioletas de color púrpura y la música estaba muy alta.
—Echémonos algo al coleto —dijo Mia mientras se dirigía a la barra.
Se tomaron unos cuatro chupitos de tequila antes de que Talia empezara a sentirse confusa. Cuando se trataba de alcohol, era un peso pluma..
Salieron a la pista de baile y empezaron a moverse. Después de un rato, Talia decidió ir al baño, hacia el que se dirigió a trompicones. Y entró por la primera puerta de servicios que vio.
Se fijó en un tipo que se arreglaba la corbata y le dirigió una mirada inquisitiva.
Intentaba recuperar la sobriedad pero no podía. ¿Dónde le había visto tipo antes? ¿Cómo no podía recordar a alguien con tantos tatuajes?
Talia decidió que lo pensaría más tarde, y corrió hacia el cubículo para aliviarse.
Cuando terminó, abrió la cabina del baño y se sintió mucho mejor. Empezó a lavarse las manos, sólo para llevarse un gran susto cuando vio que el hombre tatuado no se había ido.
Seguía allí, apoyado en la puerta.
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