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Asume el riesgo

Kara es la típica estudiante de último año de instituto. No es popular, pero tampoco es una solitaria. Tiene un novio, Adam… hasta que lo descubre engañándola. Ahora quiere olvidarse de él, pero él no sale de su vida. Entonces, en una fiesta, él se pone violento con ella. Por desgracia para él, es la fiesta de Jason Kade. Después de dar su merecido a Adam, Jason pone sus ojos en Kara, y no le gusta la palabra no. Ahora Kara y Jason están atrapados en un juego del gato y el ratón, aunque el reparto de roles no está claro.

Calificación por edades: 18+

Autora original: Mars

Nota: Esta historia es la versión original de la autora y no tiene sonido.

 

Asume el riesgo de Mars ya está disponible para leer en la aplicación Galatea. Lee los dos primeros capítulos a continuación, o descarga Galatea para disfrutar de la experiencia completa.

 


 

La aplicación ha recibido el reconocimiento de la BBC, Forbes y The Guardian por ser la aplicación de moda para novelas explosivas de nuevo Romance, Teen & Young Adult.
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1

RESUMEN

Kara es la típica estudiante de último año de instituto. No es popular, pero tampoco es una solitaria. Tiene un novio, Adam… hasta que lo descubre engañándola. Ahora quiere olvidarse de él, pero él no sale de su vida. Entonces, en una fiesta, él se pone violento con ella. Por desgracia para él, es la fiesta de Jason Kade. Después de dar su merecido a Adam, Jason pone sus ojos en Kara, y no le gusta la palabra no. Ahora Kara y Jason están atrapados en un juego del gato y el ratón, aunque el reparto de roles no está claro.

Calificación por edades: 18+

Autora original: Mars

Nota: Esta historia es la versión original de la autora y no tiene sonido.

KARA

—Vamos, Kara —me dijo mi amiga Layla, barriendo mi cara con su aliento alcohólico.

Gemí mientras colgaba su brazo inerte sobre mi hombro. Layla se apoyó en mí y yo me esforcé por evitar que ambas cayéramos. Llevábamos apenas una hora de farra y ella ya estaba borracha perdida.

Me abrí paso por la gran casa, cuyas dependencias apestaban a alcohol y colonia. El fuerte olor me hacía cosquillas en la nariz.

—¿Dónde está Jess? —le pregunté a mi pasadísima amiga, y me como si estuviera hablando con una pared.

Layla se tomó un momento para ajustarse su brillante falda verde. Sus largos mechones rubios seguían perfectamente rizados y se los pasé por detrás de las orejas para que no se le pegaran a la cara rosada.

A pesar de que el otoño estaba encima, la casa estaba caliente y húmeda.

—Por allí —dijo. Extendió un dedo delgado y señaló en dirección a la pequeña multitud de personas que bailaban desenfrenadamente. Jess estaba en el medio, dándolo todo con un tipo.

—Yo me encargaré de ella —indicó el novio de Layla. Llevaban saliendo desde el segundo año. Milo se echó rápidamente el pelo castaño arenoso hacia atrás antes de acercarse y quitarme el peso muerto de encima.

—Oh, gracias a Dios —agradecí. La retiré con cuidado de mi hombro y respiré aliviada. Layla chilló de alegría y rodeó con sus brazos a su novio, que se rió en respuesta.

—Ve a divertirte, Kara —Milo me regaló una sonrisa y yo hice lo posible por devolvérsela. Aquella noche me sentía muy antisocial. Mi corazón estaba agobiado y quería curarlo.

—¡Kara! —Jess gritó mi nombre por encima de la música alta. Me giré para ver a mi amiga con la cara sonrojada moviéndose arriba y abajo detrás de otras personas. Era obvio que había estado bailando toda la noche.

—¿Te estás divirtiendo? —me preguntó mientras se acercaba a mí con una mirada preocupada.

Le hice un rápido gesto con la cabeza.

—Tanto como puedo —respondí. Mis labios formaron una sonrisa incómoda y Jess me tomó la mano y la sujetó con fuerza.

—Ven a bailar —propuso. Me arrastró hacia la multitud de gente que bailaba antes de que pudiera negarme. A Jess le encantaba bailar. Le gustaba decir que formaba parte de nuestras raíces mexicanas.

Jess me arrastró más hacia el centro de la activa multitud. Los cuerpos que chocaban contra mí, el fuerte olor a alcohol y la abrumadora cantidad de perfume eran una combinación mortal de cosas que me estaba sofocando.

Observé a mi amiga achispada que empezaba a mover su cuerpo al ritmo de la música de la fiesta. Su espesa melena negra caía en cascada por su espalda, y el vestido azul que llevaba hacía resaltar sus ojos marrones oscuros.

Al principio me quedé de pie, torpe, observando atentamente cómo los demás bailaban y balanceaban sus cuerpos al ritmo de la música, aparentemente despreocupados. Los envidiaba un poco. Pensar demasiado era una mala costumbre para mí.

Jess se inclinó hacia delante y acercó sus labios rojos a mi oído.

—Baila, Kara. Deja de pensar en Adam.

El corazón me dolió al instante al oír su nombre. Quería no volver a escuchar aquel estúpido nombre, pero sabía que era inevitable.

Hace tres semanas antes, entré en casa de mi novio pensando que íbamos a tener una cita, pero en lugar de eso me lo encontré en su habitación besándose con otra chica.

Yo le grité, él dijo unas palabras hirientes y me fui. Se acabó; no había vuelto a hablar con él. Habían sido tres semanas angustiosas.

Sin embargo, Jess tenía razón. No había salido de mi habitación en varios días, y si no hubiese sido por ella y Layla probablemente seguiría siendo un desastre emocional.

Me costó cuatro temporadas de Supernaturalsuperar la gran angustia, e incluso entonces seguía doliendo.

Empezó a sonar otra canción popular y Jess chilló con fuerza, reacción que me hizo reír. Empecé a bailar lentamente siguiendo el ritmo, apartando cualquier pensamiento de mi mente.

Cuando empecé a sentirme más cómoda, bailé salvajemente con Jess y la adrenalina me recorrió. Era agradable sentir por fin un poco de alivio.

La sensación de libertad y despreocupación se apoderó de mí y mi mente se tranquilizó por primera vez en semanas. Salir con mis dos mejores amigas era todo lo que necesitaba.

Cuando terminó la canción, sentí que mi subidón bajaba y, afortunadamente, me sentí un poco más relajada.

—Voy a buscar agua —grité por encima de la estruendosa música.

Jess asintió como respuesta y continuó bailando con otra amiga que apareció cuando yo salía de la pista de baile. Aquella chica podía bailar literalmente toda la noche.

Tenía la garganta seca y necesitaba desesperadamente algo que me refrescara. Mi pelo, antes liso, se había convertido en un desastre encrespado debido al incontrolable calor, y me dieron ganas de tirarme a una piscina de hielo.

Me miré rápidamente en el espejo y me encogí al ver lo sonrojada que estaba mi cara.

Entré en la cocina y me encontré con una larga cola de gente que intentaba abrirse paso. La pequeña cocina estaba abarrotada y resoplé con fastidio mientras me situaba al final de la fila.

—¡Kara! —me llamó una voz apagada por encima de la música y el parloteo. Busqué frenéticamente por el ajetreado pasillo para ver quién me había llamado.

Observé los rostros en la zona abarrotada y mi cuerpo se puso rígido cuando mis ojos se encontraron con un par de ojos verdes muy familiares. El corazón se me subió a la garganta y me sentí vulnerable, al estar completamente desprevenida.

El pánico se apoderó de mí y traté de controlar el torbellino de emociones que me invadía.

—Vete a la mierda —solté, dedicando a Adam una mirada acalorada. Tenía que alejarme de él lo más posible. Mi corazón se aceleró mientras buscaba a alguna de mis amigas.

Múltiples emociones comenzaron a abrumarme, tuve que contener las lágrimas. Aquello no podía estar pasando. No estaba preparada para enfrentarme a él todavía. Había sido demasiado espontáneo.

—¡Kara, espera! —gritó Adam viniendo detrás de mí.

No podía creer que se atreviera a seguirme. Hice una mueca ante la idea de tener que hablar con él. Si eso ocurría, no sabría qué decir o hacer.

Mis sentimientos por él no eran tan fuertes como antes, pero seguían estando ahí.

Creí que me alejaba de él rápidamente, pero me detuve cuando una mano firme me agarró del codo y me hizo girar.

Apreté los dientes con irritación. No tenía paciencia para estar cerca de él en aquel momento.

—Por favor, no huyas de mí —suplicó Adam, mirándome fijamente. Cerré las manos en puños tratando de recoger todas mis emociones. No podía dejarle saber el efecto que tenía en mí.

Mi presión se hizo tan fuerte que mis nudillos empezaron a ponerse blancos. Tal vez si le daba un puñetazo se daría cuenta. Antes de que pudiera ir a por él, Adam fue empujado ligeramente por detrás.

—¡Cuidado, joder! —gruñó Adam por encima de su hombro, sin quitarme los ojos de encima. Hice todo lo posible por zafarme de su sujeción, pero no lo conseguí. Todavía estábamos demasiado cerca el uno del otro, y aquello me estaba volviendo loca.

—¿Disculpa? —le respondió una voz grave. Adam se volvió hacia el tipo que estaba detrás de él. Tenía un poco de mal genio, así que no quise quedarse para ver qué iba a pasar.

En todo caso, la situación me hizo querer huir todavía más lejos de él.

—Has sido tú el que ha chocado conmigo —dijo Adam en voz baja, tratando de sonar amenazante.

Sinceramente, no me pareció demasiado aterrador. Sólo intentaba hacerse el macho; me entraron ganas de burlarme. Adam no engañaba a nadie; sólo estaba montando una escena.

El agarre que tenía sobre mí se aflojó y aproveché para apartarme, pero en cuanto fui a alejarme me agarró con fuerza de la muñeca haciéndome gritar.

Cuando me giré, encontré ante mí unos intensos ojos azules. Jason Kade. Adam estaba hablando, o más bien discutiendo, con el maldito Jason Kade. Genial.

—¿Así es como tratas a tu novia? —Jason señaló la dolorosa forma en que Adam me agarraba.

Mi cuerpo se puso rígido. Sus palabras hicieron que todo mi cuerpo se llenara de rabia, y liberé mi mano de la garra de Adam.

—No soy su novia —escupí con veneno. Sentía que me hervía la sangre, así que empecé a respirar profundamente para contener mi creciente ira.

Adam se volvió hacia mí con incredulidad, con el dolor reflejado en sus ojos verdes. Rápidamente aquel sentimiento fue reemplazado por el afán de posesión.

—Sigues siendo mi novia —dijo, subrayando la última palabra entre dientes y acercándose un paso más hacia mí.

Mis cejas se fruncieron y sacudí la cabeza con incredulidad. Con el tiempo me había dado cuenta de lo tóxico que era, y es, Adam. Sus verdaderos colores brillaban con fuerza.

—No, no soy tu novia —insistí. Toda la situación estaba haciendo que mi cabeza diera vueltas.

Adam me había engañado, me había dirigido palabras terribles e hirientes ¿y esperaba que volviera con él después de no hablarme durante semanas?

Aquello nunca iba a suceder. Finalmente me había dado cuenta de que merecía algo mejor.

Adam me agarró el brazo con fuerza y yo me estremecí. Nunca me había sentido tan aterrorizada por él, y desde luego jamás había visto esta faceta suya.

—¿Qué coño estás haciendo? —escuché a Jason gruñir—. La estás lastimando.

El miedo me invadió. Tenía la sensación de que aquello no iba a terminar bien.

—Métete en tus asuntos —dijo Adam y giró la cabeza para encarar Jason.

Quise desaparecer cuando se empezó a formar un grupo de mirones alrededor de los dos tipos enfurecidos. Se estaba reuniendo una pequeña multitud, y mi piel empezó a hervir de vergüenza.

Quise disolverme en el suelo y desaparecer de aquel lío.

—No voy a quedarme de brazos cruzados viendo cómo le pones las manos encima a una chica —espetó Jason y agarró el brazo de Adam en un intento de detenerlo. Adam se dio la vuelta inmediatamente y lanzó un puño hacia la cara de Jason.

Jason se burló y lo esquivó. Adam gruñó y se abalanzó sobre él, soltándome en el proceso. Ambos cayeron al suelo, aterrizando con un fuerte golpe. La atención de todo el mundo estaba ahora sobre ellos.

Jason se levantó en un segundo y se cernió sobre Adam.

—Levántate —le espetó y le propinó a Adam una brusca patada en el costado, haciéndole gruñir—. Si puedes poner tus manos sobre una chica, entonces puedes intentar ponerlas sobre mí.

La humedad se acumuló entre mis piernas. Joder. De todas las situaciones posibles, se supone que aquélla era la que menos debía excitarme. Los brazos cincelados de Jason se flexionaron y recorrí con la mirada su cuerpo musculoso.

Los ojos de Adam se oscurecieron; se levantó y lanzó otro puñetazo a Jason, quien le inmovilizó el brazo y se lo retorció.

Adam chilló con el brazo colocado detrás de su espalda. Un fuerte crujido resonó en la habitación.

Me quedé boquiabierta cuando vi a Adam caer al suelo con los ojos en blanco.

 

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2

KARA

Vaya mierda. Me quedé mirando el cuerpo inconsciente de Adam con los ojos muy abiertos y llenos de conmoción. Todo había sucedido tan rápido que apenas había podido procesarlo. Aquello era algo que no había esperado.

Mi noche de diversión y despreocupación había terminado. El drama se había apoderado de mí y ahora mi ex novio estaba tirado en el suelo con una marca visible formándose en el lado izquierdo de su cara.

Jess corrió hacia mí y jadeó cuando vio el cuerpo inerte de Adam.

—Oh, mierda. ¿Qué ha pasado? —preguntó con los ojos muy abiertos.

Levanté la vista hacia Jason, que ya me miraba fijamente. Mis rodillas se rozaron. La mirada de Jason era intimidante, pero sus ojos eran hipnóticos.

Parecía que podía leer exactamente lo que estaba pensando.

—Gracias —dije a duras penas. Tenía la garganta seca y tragué saliva como buenamente pude.

—¿Kara? —Jess pronunció mi nombre de nuevo, sacándome de mi trance. Aparté mis ojos de los de Jason y respiré profundamente, esperando que Adam estuviera bien. A pesar de que se lo había ganado a pulso.

Uno de sus amigos lo levantó y comenzó a arrastrarlo hacia el salón.

—Bueno, Adam se ha puesto un poco violento —susurré para que sólo Jess pudiera escuchar.

Ahora había una gran multitud de personas rodeando la escena. Susurraban y miraban a Jason con asombro. Estaba molesto por cómo lo miraban: como a un dios.

Yo sabía que Adam se lo merecía, pero no hasta aquel extremo. Estaba inconsciente y no me sorprendería que se hubiera dislocado la mandíbula. El sonido enfermizo volvió a resonar en mi mente e hice una mueca para mis adentros.

Jess jadeó ante lo que le había dicho.

—¿Estás bien? ¿Te ha hecho daño? —inquirió. Su mirada preocupada se convirtió en un ceño fruncido—. Ese imbécil se lo tenía bien ganado.

Yo estaba totalmente de acuerdo. Aunque en el fondo, una parte de mí protestaba.

Mis sentimientos eran lo único que aún me cegaba.

Mi cabeza tembló al darme cuenta de lo que me habían preguntado.

—Estoy bien. Sólo un poco conmocionada. No tenía previsto ver a Adam aquí. Esperaba evitarlo durante mucho tiempo.

De vez en cuando coincidíamos en alguna clase, pero siempre mantenía las distancias. Me pregunté qué estaba haciendo allí de todos modos.

A Adam no le gustaban las fiestas, por lo que pasábamos gran parte del tiempo juntos viendo películas o poniéndonos al día con nuestros programas de televisión favoritos.

Era una de las cosas que me gustaban de él.

—Ahora que has provocado una escena innecesaria, ¿te importa irte?

Levanté la cabeza para ver los ojos de zafiro de Jason clavados en mí. Su mirada era tan intensa que casi le obedezco inmediatamente. Por suerte, no me quedé totalmente embelesada por sus ojos.

¿Que he provocado una escena? —me burlé con incredulidad. ¡Jason era el que había iniciado la pelea!

—Sí, en efecto —respondió el arrogante joven, sonando bastante molesto. Le miré a los ojos y no aparté la mirada, haciéndole saber que no me iba a echar atrás tan fácilmente.

No había buscado encontrarme con Adam. Como si no me sintiera ya enfadada y molesta, la actitud de Jason sólo lo empeoraba.

—¿Tú acabas de golpear a alguien en la cara y he sido yo la que he montado una escena? —levanté ligeramente la voz, mostrando mi indignación.

—Bueno, tú lo has traído aquí, y no me gusta la gente negativa. Además, puedo hacer lo que quiera. Esta es mi fiesta —señaló. Mi corazón dejó de latir en mi pecho y mi cara se sonrojó de vergüenza.

Aquel simple y pequeño hecho tiró por la ventana cada gramo de valor que me quedaba, pero yo no iba a detenerme.

No había forma de justificar lo que Adam había hecho, pero no quería que me asociaran con él.

Así que en lugar de intentar explicarme y ofrecer una imagen patética, me dejé llevar por el estrés y la ira.

—No me importa. Menos humos, Jackson. No voy a besarte el culo como el resto de esta gente —solté, dejando salir la rabia acumulada en mi interior.

Todas las emociones que experimentaba hacia Adam iban ahora hacia Jason.

Los ojos azules de Jason se enfriaron y dio un paso más hacia mí. ¿Por qué tenía que parecer tan jodidamente sexy?

—Es Jason —me corrigió, cruzando los brazos para parecer intimidante. Sus músculos sobresalían por debajo de la camisa.

Funcionó.

La gente comenzó a murmurar.

—Jason va a humillarla. Me siento mal por ella —susurró alguien entre los curiosos.

Mis dientes se apretaron al escuchar el comentario. Si realmente pensaban que me afectaba lo que pudiera decir Jason, se equivocaban.

—Me importa una mierda. No eres más que un gilipollas arrogante al que le gusta mangonear a la gente y que actúa como si fuera mejor que los demás. Por suerte para ti, yo no soy alguien a quien vayas a mangonear —dejé claro antes de empujarle bruscamente y caminar hacia la puerta.

Su aroma llenó mi nariz y casi gemí por lo bien que olía.

El público guardó silencio mientras esperaba algún tipo de represalia por parte de Jason, pero no ocurrió nada. Ni siquiera me di cuenta de que alguien había parado la música. Los ojos de todos se abrieron desmesuradamente cuando pasé camino de la salida.

—Y me voy porque quiero —espeté.

El aire frío me saludó, haciendo que los mechones de mi pelo castaño me dieran en la cara. Jess me alcanzó y se estremeció debido al debido al frío.

—Te das cuenta de lo que acabas de hacer, ¿verdad?

—Ahora mismo no estoy pensando con claridad —murmuré, caminando hacia mi coche. Lo único que quería era mea casa y ver algo de Supernaturalantes de acurrucarme en mi suave y afelpada cama.

—Jason no va a dejar que te salgas con la tuya —dijo Jess, con un miedo evidente en su voz. No me hizo sentir mejor; de hecho, me hizo sentir peor.

Aquélla era la peor parte del instituto: todo el drama y los rumores. Por suerte, sólo me quedaba un año más soportándolo. No podía dejar de preguntarme qué iba a pasar.

—Lo sé —le susurré, apartando los posibles escenarios de mi mente, que estaba naufragando.

Una vez dentro de mi coche, por fin pude pensar con claridad. Joder. ¿Qué acababa de hacer? Algo me decía que acudir al insti iba a ser una tortura. Pero ya era hora de que alguien pusiera a aquel gilipollas en su sitio.

Conduje de camino a casa reflexionando sobre lo que debía hacer. Sabía que tenía que mantener la boca cerrada, pero estaba jodidamente molesta con Adam y Jason.

No podía permitir que me hablaran de aquella manera. Tenía muy poca paciencia; y ninguna tolerancia con la gente que trataba de buscar pelea conmigo.

Por lo menos le había reprendido.

Sin embargo, no sé qué habría pasado si Jason no hubiera interferido. Me estremecí al pensarlo.

El lunes iba a ser un día muy largo.

 

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