Tócame - Portada del libro

Tócame

Anna R. Bennet

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Chapter
15
Age Rating
18+

Summary

Hace tiempo que Emily no se acuesta con nadie. ¿Y su última relación? Ni se acuerda, ¡fue hace tanto! Pero eso significa que está dispuesta a tener un buen ligue. Emily está a punto de conocer a alguien que le prenderá el corazón en llamas.

Calificación por edades: 18 +

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99 Chapters

Chapter 1

Capítulo 1

Chapter 2

Capítulo 2

Chapter 3

Capítulo 3

Chapter 4

Capítulo 4
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Capítulo 1

Emily

Me tiro en la cama y miro al techo.

Mierda. ¿Qué me pasa?

Levanto la mano y noto cómo se me endurecen los pezones; no entiendo por qué demonios estoy tan inquieta.

En serio. Deja de pensar. Deja de tocarte. ¡Para ya!

Acababa de llegar de la playa.

Nicole me había suplicado que la acompañara y yo no sabía decirle que no a mi mejor amiga. Siempre se sale con la suya y no hay nada que le haga cambiar de opinión, ni siquiera que le dijera que yo tenía una reunión importante con mi jefe.

Cuando llegamos a la playa, Nicole lanzó su bolsa sobre la arena y se quitó la camiseta rosa de tirantes y la minifalda blanca.

—¿A qué esperas? Vamos al agua —dijo Nicole con impaciencia. Empezó a bajarme el vestido.

Sabe que soy un poco insegura con todo lo que tiene que ver con mi cuerpo. No importa cuántas veces me digan que estoy guapa: yo siempre me siento como si alguien estuviera analizando mis defectos.

¿Celulitis? Sí.

¿Tetas que podrían ser más grandes? Sí.

¿90-60-90? Ojalá.

Uff. ¿Estrés? Todo el del mundo.

Tengo veintinueve años y aún tengo problemas para aceptar mi cuerpo. Que nadie me malinterprete, yo me quiero. Es solo que tengo días en los que no me gusta nada lo que veo en el espejo.

—¡Venga ya! ¡Estás genial! Mataría por tener tus piernas —Nicole se cruzó de brazos un segundo y sonrió. Me puso las manos en la cara y miró directamente a mis ojos verde oliva.

—¿Tengo que darte una bofetada para que dejes de dudar?

—Te odio —sonreí.

—Pero porque tengo razón —Sí. Nadie me conoce mejor que mi amiga de la infancia.

—Alex acaba de mandar un mensaje —cambié de tema mientras guardaba el teléfono en mi bolso—. Llega en una hora. Tengo una reunión con mi jefe en un par de horas, ¿te parece bien que me vaya cuando llegue?

Nicole puso los ojos en blanco. —¿Por qué tienes que ir? ¿No basta con una llamada?

—Imagino que van a alquilar la Villa Pascoal durante un mes. Seguramente quiera comentarme qué necesitan los inquilinos.

La mayoría de gente piensa que tengo un trabajo bastante raro. Ni siquiera yo sé explicarlo bien. Soy como una encargada de hotel, pero no trabajo en un hotel, sino que me encargo de llevar varias casas y chalés.

Mi jefe, el señor Torres, un abogado jubilado de setenta y ocho años, es el dueño de todas las propiedas y las va alquilando.

Gana dinero sin levantarte del sofá: eso es lo que la gente piensa de él.

Mi trabajo consiste en encargarme de todo lo necesario para mantener la finca en buenas condiciones para los inquilinos y conseguirles todo lo que necesitan para sentirse como en casa.

Llevo cinco años trabajando con él y rara vez veo al señor Torres en persona. Sé que confía en mí y normalmente solo hablamos por teléfono antes de que lleguen los nuevos inquilinos.

—¿Entonces tendré que volverme con Alex? Mierda, Em, ¡sabes que no me gusta nada montarme en su Colorado Z71!

Sonreí porque sabía que realmente los tiros iban por otro lado. —¡Sí, claro! Ya me darás las gracias más tarde, en cuanto hayas saciado tu libido.

Sí. Me dará las gracias y me contará todos los detalles de como ella y Alex follaron. Uff. Necesito un follamigo yo también.

Sin pensárselo dos veces, Nicole se zambulló en el agua. Yo me quedé en la orilla y se me ponía la piel de gallina cada vez que una ola me rozaba los tobillos.

—¡El agua está que te cagas, Em!

La energía positiva de Nicole era tan contagiosa que respiré profundamente, cerré los ojos y me sumergí en el agua.

Joder. Estaba helada. Qué mentirosa eres, Nicole.

Cuando salí a la superficie a tomar aire, choqué bruscamente contra algo duro. Puse las manos y entonces me di cuenta de que estaba tocando un pecho desnudo y tatuado.

¿Acababa de gemir?

No sabría decir cuánto tiempo fue, pero me quedé observándolo, con las manos sobre esos pectorales tan duros y sorprendida por la suavidad de la piel. Mis manos se pusieron muy calientes.

¡Joder! ¡Se me había ido todo el puto frío en un segundo!

Mis manos empezaron a deslizarse hacia abajo sin que yo pudiera controlarlo y mis ojos se fijaron en cada centímetro de esa piel besada por el sol hasta que sentí que me sujetaban por la cintura. De repente vino una ola y sentí que las manos que me agarraban por la cintura me empujaban contra ella.

¿Qué...?

Al perder el equilibrio, miré hacia arriba.

¿El tipo con pecotrales de ensueño me acababa de empujar?

¡Eso no hacía falta! —dije molesta. Y es que lo estaba, aunque el hombre que tenía delante era, posiblemente, el tipo más sexy que nunca había visto. Al menos de tan cerca.

El azul de sus ojos coincidía con el color del cielo. El pelo castaño oscuro los hacía resaltar aún más.

¡Por Dios! ¡Lo que esos labios podrían hacerme! Mmmm... Mierda.

Se me pasó por la cabeza la idea de que me había alejado de él porque obviamente no estaba interesado en mí. Así que, instintivamente, ataqué antes de mostrar cualquier tipo de vergüenza.

Mecanismo de defensa: Activado.

¡Puedo yo sola, muchas gracias! No hace falta que me empujes.

Gilipollas. Sexy que te cagas. Uf.

Cerró la boca tan rápido como la abrió. Vi como su nuez subía y bajaba mientras levantaba la mano derecha para alisarse el pelo.

Deja de mirar, Emily. Deja. De. Mirar.

No pareció importarle lo que yo acababa de decir y se limitó a mirarme mientras yo fruncía el ceño y me daba la vuelta para volver a la orilla.

—¿Qué ha pasado? —Nicole se puso en modo romántico, que para ella rima con ser atrevida, algo que a primera vista puede no resultar obvio.

—¿Te ha pedido el teléfono? ¿Te ha dado él su teléfono? ¿Cómo se llama? ¿Tenía los pectorales tan ~duros ~como parecen?

Nicole era todo risas y no hacía más que mirarlo, como si lo estuviera analizando, y mirándome a mí de vuelta.

—¡Nic! ¡Por favor! —me dirigí de nuevo a mi toalla, pero Nicole no podía dejarlo correr.

—Ha pasado demasiado tiempo, Em. Si no te pones tú manos a la obra para conocer a un chico, aunque sea por un poco de diversión, entonces tomaré yo las riendas.

—Nic. Ha sido embarazoso, ¿vale? —me acosté en la toalla —Ha sido un accidente y apenas hemos hablado. Bueno, en realidad él no ha hablado. En absoluto

No ha dicho ni una palabra. Ni una. ¿Soy tan poco atractiva?

Gilipollas.

En cuanto cerré los ojos, sentí algo que me oprimía el cuerpo contra la toalla.

—¡Alex! ¿Qué demonios?

Después de darme un beso en la frente, Alex saltó y repitió el ataque con Nicole. Cada vez que los veía juntos no podía evitar desear que fueran algo más que compañeros de juerga.

¡Dios sabe que había intentado convencerlos de que se hicieran novios!

Conocía a Alex desde que me había mudado. Fue el primer chico que conocí y aunque al principio consideré la posibilidad de enrollarme con él, me di cuenta de que nos iría mucho mejor como mejores amigos.

Seamos sinceros. No fue fácil. El hecho de que tenga ojos azules, el pelo rubio arenoso, que sea musculoso, mida 1,80 y que tenga una personalidad increíblemente relajada me hizo cuestionar esa decisión.

Resulta que el hecho de que un tío esté buenísimo no lo convierte en tu tipo. Lo que sea que eso signifique.

Así que ese es Alex. Mi gran amigo que no es mi tipo pero que está buenísimo.

¡Os he conseguido invitaciones para la fiesta de disfraces en blanco y negro! —nos sonrió a los dos y le guiñó un ojo a Nicole.

Claro que sí. Si es el dueño del club nocturno...

—Y tú —Nicole me miró entrecerrando los ojos — ¡te vas a acostar con alguien esta noche!

Ay.

—¿Ha pasado mucho tiempo, eh? —dijo Alex, riendo y mirándome.

—Callaos ya —Tienen razón. Ha pasado demasiado tiempo—. Tengo que reunirme con mi jefe en una hora, así que os dejo.

—¡Estáte lista a las nueve! —dijo Alex mientras tomaba a Nicole en brazos como si se acabaran de casar y caminaba hacia el agua.

—¡Estaré en tu casa temprano para que podamos prepararnos allí! —gritó Nicole justo antes de que Alex la lanzara al agua mientras ella aún lo abrazaba.

Me encantan.

Así que, sí. Aquí estoy, mirando al techo, tocándome un pezón con la mano izquierda y moviendo lentamente mi mano derecha sobre mi estómago, bajo el dobladillo de la parte inferior de mi bikini.

¿Por qué no puedo sacarme a ese tipo de la cabeza? ¿Por qué demonios tuve que tocar su maldito y delicioso pecho?

¿Por qué demonios no me agarró ahí y me besó y~ ~me tomó como si fuera la última mujer en la Tierra?

Libido: 1 - Cerebro: 0

Uf. Necesito una ducha. Eso es lo que necesito. No~ ~necesito fantasear con un tipo que no ha mostrado interés en mí y que, literalmente~, ~me lanzó como si fuera un ~frisbee~.

Libido: 1 — Cerebro: 1

Nicole tiene razón. Necesito echar un polvo. Ni siquiera me acuerdo de la última vez. Y no me refiero a una relación. No.

Eso fue un año antes de mudarme aquí, hace cinco años. Desde entonces me ha ido bien teniendo algunas citas y sexo casual. Pero tampoco ha ocurrido a menudo.

Bueno... Dos tipos en cinco años, para ser exactos.

Pero recuerdo al último tipo. James. Me hizo correrme justo las veces que necesitaba. Bueno, tal vez algo más incluso. Mierda, extraño esa sensación.

Joder. Necesito tanto tener sexo.

Libido: 2 - Cerebro: 1

Joder.

Liam

Me costaba mantener la cintura bajo el agua. Quería acercarme más pero no había forma de que mi erección desapareciera.

Y tú que pensabas que el agua helada no haría que tu polla se pusiera así de dura.

Me costaba respirar. Tenía sus manos mojadas sobre mí y cuando las movió hacia abajo me gustó demasiado.

Ya lo creo que demasiado.

Por un segundo me olvidé de dónde estaba e imaginé que bajaba los brazos y me agarraba las caderas.

Me imaginé tirando de sus piernas alrededor de mi cintura y posando mis manos en sus mjillas sonrosadas, en mis dedos acercándose cada vez más a su abertura húmeda.

Demasiado.

Me quité la imagen de la cabeza con un parpadeo. Acababa de decir algo, pero yo tenía la mente demasiado sumida en mis pensamientos sucios como para escuchar su voz.

¿Por qué coño está frunciendo el ceño?

La vi salir del agua. Era como si caminara a cámara lenta. Su mano alcanzó su pelo rizado y castaño claro por encima de su hombro izquierdo hasta llegar a su pecho.

Se apretó el pelo y yo apreté los puños.

Joder.

Todo lo que podía ver eran las gotas de agua que caían sobre la parte superior de su bikini, deslizándose por su pecho cubierto por el bañador, y me imaginaba mi lengua atrapando cada gota mientras lamía su pezón. Gota a gota.

No. No voy a ir. He venido por negocios. Venga. Concéntrate.

Gota a gota.

MIERDA. Necesito un trago.

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