La compañera del Rey Lobo
Así fue como se acabó el mundo.
El rey de los lobos, el monstruo mítico, el hombre majestuoso al que había llegado a amar y desear con cada uno de mis suspiros, yacía allí… desangrándose junto a su trono. Agonizando.
Alzándose sobre él había un engendro sonriente… el Señor de los Demonios. Me señaló con un dedo largo, oscuro y enjuto.