Un maravilloso error

KYLA

Su cuerpo estaba esculpido como una estatua, cada músculo claramente definido mientras se quitaba la camisa y se acercaba para besarme. No pude resistirme a pasar mi mano por cada cresta de sus abdominales.

Me rodeó y me bajó la cremallera del vestido, dejándolo caer al suelo. Me puso una mano al lado de la cabeza y su pulgar me rozó la mejilla. Con la otra mano me desabrochó el sujetador.

Me senté en la cama y lo atraje hacia mí, sintiendo el calor de nuestros cuerpos al conectarse. Sus labios volaron sobre mi piel expuesta, su barba incipiente me hizo ligeras cosquillas.

Tras tres meses de abstinencia, ya estaba muy mojada. Él lo notó y me bajó las bragas.

Sentí su bulto contra mi pierna y no pude esperar. Le quité los calzoncillos de un tirón, le agarré la polla dura y...

***

La alarma de mi teléfono sonó como una llamada de ganso, rompiendo mi sueño. Era domingo, pero debí olvidar apagarlo.

Ese sueño había sido vívido... demasiado real. La cabeza me palpitaba. Supongo que había bebido más de lo que pensaba.

¿Qué había pasado anoche?

Me di la vuelta y apagé la alarma, pero entonces me di cuenta de que la cama no era la mía. Era demasiado... como una nube.

Mis ojos se abrieron de golpe para revelar la luz del sol brillando sobre lo que era, sin duda, el apartamento más hermoso en el que había estado. Y eso que trabajaba en un hotel: había visto bastantes suites presidenciales de lujo.

La habitación era abierta y espaciosa, el armario era de caoba oscura tallada, y había un televisor del tamaño de un coche montado en la pared.

Estaba inmaculadamente limpio, excepto por los dos juegos de ropa desechados apresuradamente.

La mía.

Y la suya.

¿Realmente me había acostado con un desconocido?

Y después de haberme prometido específicamente que no lo haría.

La sola idea hizo que mi mente se tambalease. ¡Un extraño me había visto desnuda!

¡Habría pasado su lengua por cada centímetro de mi cuerpo!

Al comprobar mi teléfono, vi que las chicas me habían enviado un aluvión de mensajes.

Colgué el teléfono y sonreí.

Había jugado el juego. Y había ganado.

Había tenido una aventura de una noche con un completo y total desconocido. Un extraño que... ya no estaba en la habitación...

Miré a mi alrededor pero no lo vi por ningún lado.

¿Dónde estaba?

¿Y si vuelve?

¡Mierda!

Esto era sólo una aventura de una noche. Realmente no quería verlo en este momento.

El sexo, por lo que apenas podía recordar, había sido bastante increíble. ¿Y si decidía que quería más? Eso le pasó a Megan una vez.

No, no podía arriesgarme. Necesitaba escabullirme antes de que volviera.

Me puse rápidamente la ropa —por alguna razón, mis bragas estaban en el cuarto de baño de mármol adjunto— y salí a un precioso pasillo con pinturas al óleo y una lámpara de araña, dirigiéndome hacia una gran puerta que parecía la salida.

—Disculpe, señorita. ¿Necesita ayuda?

Al girar, vi a un hombre mayor de ojos verdes y pelo canoso, el conductor de la noche anterior. Su nombre, creo, era... ¿Dante?

—No, no —espeté—. Estoy bien. Tengo planes y cosas hoy. Así que me voy a ir.

Se rió. —Estamos en el último piso de un ático, señorita. Y eso es un armario de ropa blanca. Si quiere hacer una escapada rápida antes de que vuelva mi jefe, ¿puedo sugerirle el ascensor? —dijo, señalando un pasillo separado.

Sentí que mi cara se sonrojaba pero mantuve la cabeza alta. —Gracias. —Con un giro brusco, caminé por el pasillo y pulsé el botón de llamada.

—Si quiere —dijo— puedo llevarla a casa. El Sr. Ha...

—Gracias —respondí, cortándolo—. Pero no será necesario. Por favor, hazle saber que tuve una... experiencia divertida.

—Una experiencia divertida. —Asintió con la cabeza—. Pasaré el mensaje.

El ascensor llegó con un tintineo. Entré y pulsé el botón de cierre de la puerta, intentando salir lo antes posible.

Nunca había experimentado un paseo de la vergüenza, pero ahora, cuando el repiqueteo de mis tacones resonó en el prístino vestíbulo, sentí que todos los ojos estaban puestos en mí y en mi vestido de sábado por la noche.

Con la cabeza alta, salí del edificio y llamé a un taxi para volver a casa.

En realidad me alivió que Megan, Marie y Rose no pudieran venir. Eran grandes amigas, pero realmente necesitaba algo de tiempo y espacio para procesar.

Coleen era mi mejor amiga.

Me había seguido desde la universidad hasta el hotel, y no hacía mucho también había pasado por una ruptura traumática.

Puede que lo afronte de forma drásticamente diferente —devorando a todos los hombres a los que puede echar mano—, pero al menos podría entenderlo un poco mejor.

Me quité el vestido y las bragas de la noche anterior, y me metí en la ducha, dejando que el agua humeante corriera sobre mi cuerpo desnudo y lavara las aventuras de la noche anterior.

Una parte de mí se sintió muy mal. No lo conocía.

¿Y si tuviera enfermedades?

¡Puaj!

Pero también había disfrutado mucho más de lo que pensaba.

Había sido natural, como si de alguna manera ya conociéramos el cuerpo del otro.

¿Cómo dos personas que apenas se conocían conectaron tan bien?

¿Tal vez sólo tenía mucha experiencia? Sólo había estado con Alden, así que ¿qué sabía realmente?

Pero, después de que Alden...

Bueno, esto fue un soplo de aire fresco.

Sintiéndome limpia, me puse una sudadera y pedí una pizza justo cuando llegó Coleen.

Después de hojear varias películas, finalmente nos decidimos por Pretty Woman.

Estábamos en la parte en la que Richard Gere le pregunta a Julia Roberts por una dirección cuando Coleen sonrió. —¡Tienen tan buena química! ¿No sería increíble que esto sucediera en la vida real?

—Bueno... —dije, pensando en el ático en el que me había despertado—. Más o menos. En la pantalla, Julia Roberts acababa de ponerse al volante del Lotus Esprit porque Richard Gere no sabía conducir con palanca.

Coleen miró el televisor y sus ojos se abrieron de par en par. —¿Te dejó conducir su coche?

—No —me reí—. Tenía un chofer personal.

No creí que sus ojos pudieran estallar más, pero de alguna manera, lo hicieron. Le conté rápidamente todo, desde el bar privado hasta el sexo voraz y la huida de esta mañana.

—¿Te fuiste sin más? —preguntó ella, exasperada.

—Esas son las reglas del juego. Sin nombres, sin ataduras.

—Pero tienes su nombre. Es Jensen. Así que, al diablo con las reglas. ¿No era bueno en la cama?

—En realidad... creo que fue bastante sorprendente —admití.

Era extraño comparar a Jensen con Alden, pero el sexo había sido mucho más intenso. Alden siempre parecía estar pasando por una lista de tareas, como si estuviera haciendo el mantenimiento rutinario de un coche.

Jensen, en cambio, se había hecho cargo inmediatamente, dándome placer con su boca, sus manos, sus dedos.

No parecía una rutina, sino que parecía que simplemente fluíamos hacia donde nos llevaban nuestros deseos.

—Entonces, ¿por qué no te quedaste?

Suspiré. ¿Cómo podía explicarlo? No importaba lo increíble que fuera alguien en la cama.

Y era jodidamente increíble, pensé, mientras un pequeño escalofrío recorría mi pelvis.

Inmediatamente retrocedí, horrorizada por mi incapacidad para controlar mi excitación.

Había dejado entrar a Alden y me había hecho mucho daño.

No podría darle a nadie más ese tipo de poder.

—Era como... como Kevin Yates —dije, refiriéndome al ex de Coleen.

Habían salido durante casi un año y, según ella, era feroz como un tigre en la cama. También era dulce y encantador, y tenía un sólido trabajo en finanzas. Pero al final, Coleen había roto la relación porque le faltaba algo.

—Sí —dijo ella, mirando hacia abajo—. Estoy empezando a pensar que tal vez debería haberme quedado con él.

—Oye. Si no era el indicado, no era el indicado. No te conformes con menos.

Se encogió de hombros. —Me habría ahorrado mucho dolor. Si me hubiera quedado con Kevin, nunca habría conocido a Landon.

Landon era su trauma reciente. No sólo la había engañado, sino que incluso la había golpeado una vez. Eso había sido la gota que colmó el vaso, y afortunadamente, ella se deshizo de su trasero.

Pero esa agitación le había hecho mella. Antes solíamos tener conversaciones profundas; ahora, ella prefería mantener las cosas a un nivel mucho más superficial.

—Lo que Landon hizo no es culpa tuya —dije—. Estás mucho mejor sin ese imbécil.

Ella mostró una pequeña sonrisa. —Y tu estás mejor sin Alden. Así que, trata de recordar que no todos los tipos son él. Algunos tipos son Richard Gere.

A pesar de todas mis buenas palabras hacia ella, no sabía si podía creerlas yo misma.

Puede que Richard Gere sea encantador, pero no olvidemos que hizo su fortuna destrozando lo que otros habían construido.

No sabía si podría correr el riesgo de entregar mi corazón a otro Alden.

***

Por segundo día consecutivo, mi alarma con sonido de ganso me arrastró a la conciencia. Realmente necesitaba cambiar ese efecto de sonido.

Comprobé la hora, y...

Todavía estaba programada mi hora de despertar del fin de semana. ¡Llego tarde!

Me apresuré por el apartamento, poniéndome las medias y los tacones de Marc Jacobs mientras me maquillaba a toda prisa. No tuve tiempo de peinarme, pero ya lo haría en el autobús.

Coleen no se había quedado esa noche, de lo contrario, probablemente me habría despertado. Cuando salía por la puerta, mi teléfono sonó.

Cogí el autobús al salir. Rhea era mi secretaria personal. Si ella decía que algo era importante, seguro que me lo creía.

Mientras el autobús se abría paso entre el tráfico, pensé en los escenarios.

Tal vez mi jefe, Brian Leach, se enfadó porque llegué tarde. Eso no me sorprendería: no ocultaba su desprecio por mí.

Cuando llegué al hotel, Rhea, vestida con un traje pantalón verde lima, me recibió en la puerta.

Fuera lo que fuera lo que había pasado, era lo suficientemente importante como para que me informara en persona antes de entrar.

—¡Van a sustituir al Sr. Mayfield! —soltó.

—¿Qué? —El Sr. Mayfield era el Director General del hotel. Había ocupado el cargo durante las últimas dos décadas—. ¿Cuándo?

—Con efecto inmediato. El Sr. Mayfield se ha ido, y la nueva persona empieza ahora.

Mierda, esto era una gran noticia. —Gracias por decírmelo aquí —le dije a Rhea—. Puede que me hayas salvado de entrar en una conversación sin estar preparada.

Mi mente ya estaba acelerada. ¿Por qué no se había anunciado? Deberíamos haber tenido semanas para prepararnos para un nuevo jefe.

Estaba a punto de decir algo más cuando alguien que se movía en el vestíbulo del hotel me llamó la atención. Al echar un vistazo, me di cuenta de que un hombre grande e imponente se acercaba a mí a grandes zancadas.

Mi aventura de una noche.

Jensen.

¡Felicidades!

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