La mascota del alfa - Portada del libro

La mascota del alfa

B. Shock

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Chapter
15
Age Rating
18+

Summary

Evony, heredera de la manada, es avariciosa, ensimismada y no le importa lo que opinen los demás. Tiene planes para cuando se convierta en alfa, pero se van al traste cuando se produce una invasión. El Alfa Axton toma el control y Evony se va a dar cuenta de lo que significa ser la mascota de alguien...

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72 Chapters

Chapter 1

Axton

Chapter 2

Su vida

Chapter 3

Su premio

Chapter 4

El extraño
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Axton

AXTON

Observé desde una corta distancia cómo dos lobos se acercaban al árbol en el que acababa de estar hacía unos segundos. Uno era de color ámbar oscuro, el otro de color marrón claro.

Fueron cautelosos, olfatearon bien la zona y se aseguraron de que no hubiera nadie. Inspeccionaron el árbol y se comunicaron entre sí a través de un enlace mental.

Habían venido a patrullar la frontera para asegurarse de que ninguna criatura cruzara el territorio de su Alfa.

Inspeccionaron de nuevo la zona, observando el bosque que les rodeaba, completamente ajenos a la amenaza que se cernía sobre ellos a tan sólo unos metros.

Esperé pacientemente a que el lobo de color marrón claro se diera por vencido y declarara que el olor era viejo; el lobo color ámbar miró un momento más. Estaba mirando fijamente a mi Beta, que se escondía detrás de un espeso arbusto.

Cuando el lobo de color marrón se alejó para continuar patrullando, se detuvo y miró a su compañero, que no se había movido ni un milímetro. Sus orejas apuntaban hacia delante y tenía la cola ligeramente levantada. Estaba alerta.

Cuando el joven lobo marrón resopló y me dio la espalda, salté hacia delante. Le clavé los dientes en el cuello y empezó a brotar sangre por todas partes. Apenas tuvo ocasión de aullar antes de que le rompiera el cuello entre mis mandíbulas.

El lobo ámbar se dio la vuelta, claramente sorprendido. No esperaban ser emboscados por la espalda.

Con la atención del lobo puesta en mí, mi Beta y otros dos compañeros de manada saltaron de sus escondites y se lanzaron a por él.

No tuvo oportunidad de reaccionar; uno de los miembros de mi manada clavó sus colmillos en la pata trasera del asustado lobo.

Respondió con un chasquido, pero mi Beta le agarró del cuello y se lo partió con un movimiento fluido.

Dejé caer al lobo en mis fauces mientras los demás miembros de mi manada salían de las sombras a mi alrededor.

Mi Beta soltó la presa y me hizo un leve gesto con la cabeza.

La manada Luna de Invierno no tenía idea de lo que estaba por venir. O bien se unirían a nosotros o morirían con su Alfa y sus familias.

Miré hacia el centro del territorio en el que íbamos a infiltrarnos y di la orden silenciosa de seguir adelante con el plan.

Mientras los demás se adentraban en la manada, mi Beta y yo nos quedamos atrás.

Estudié a los dos lobos muertos. Era fácil darse cuenta de que el lobo de color marrón claro era un simple Omega con poco o ningún entrenamiento, mientras que el ámbar tenía algo más de experiencia.

Me burlé y empecé a seguir a mi manada hacia el interior del territorio; mi Beta me siguió.

Alfa Kade era un ignorante. No había entrenado bien a su manada; no sabían luchar ni rastrear porque él mismo carecía de ese tipo de habilidades para enseñarles.

Además, no permitía machos fuertes en su manada. Temía que pudieran disputarle el título de Alfa si lo hacía. Y por esa sencilla razón, sabía que iba a fracasar.

Se había convertido en Alfa sólo porque había heredado la manada de su abuelo. Pero desde que había comenzado su mandato, se habían aislado, deteniendo todo comercio y comunicación con otras manadas de la zona.

Quizás sabía que ese día llegaría, que podría perder su mandato si permitía que otras manadas entraran en su territorio. Pero ahora, su paranoia iba a ser su propia perdición.

Su desmantelamiento de toda comunicación y alianzas con otras manadas había dejado a su familia expuesta a ataques.

Sin embargo, el denso bosque y las imponentes cadenas montañosas que rodeaban el territorio hacían casi imposible que alguien atacara durante el invierno. Además, las ventiscas de marzo representaban una barrera natural adicional.

Por eso atacábamos antes de que llegara el invierno.

Planeamos apoderarnos de la manada y sus tierras. El invierno llegaría pronto, por lo que otras manadas no podrían venir a intentar hacerse con el control después de que hubiéramos derrotado a Alfa Kade.

La única razón por la que no atacaron ellos mismos a la Manada Luna de Invierno fue porque deseaban mantener sus patas limpias.

Los ataques injustificados solían considerarse vergonzosos y estaban mal vistos. Pero para mí, atacar a la Manada Luna de Invierno tenía sentido: quería vengarme.

Alfa Kade se veía venir esto desde hacía mucho tiempo, y no veía la hora de aplastarlo a él y a su familia. Según los rumores, su pareja había fallecido, pero aún tenía una hija que era igual de mala que él.

Quería librar al mundo de todo el linaje de Kade.

El primero en mi punto de mira era Kade, y luego, su hija.

EVONY

Estaba corriendo por el bosque todo lo rápido que podía en mi forma humana, pero podía oír el sonido de pisadas detrás de mí. Estaba cerca.

Disfrutaba con esto, y yo lo notaba. No paraba de hacerme notar su presencia para hacerme cambiar de dirección. Quería que acabara en un callejón sin salida.

Era más rápido, más fuerte y mucho más grande que yo y lo sabía. Por eso disfrutaba tanto de esta persecución.

Cuando volvió a saltar delante de mí, todo lo que pude ver era su enorme boca gruñendo, sus enorme dientes afilados y sus ojos, tan negros que parecían no tener fondo.

Me detuve y jadeé antes de correr rápidamente en otra dirección. Mis pies levantaban nieve en el aire frío. Sentí cómo chasqueaba los dientes detrás de mí, obligándome a correr más deprisa.

Doblé la esquina de una formación rocosa y me encontré cara a cara con un acantilado. Era un callejón sin salida. Pude ver la luna llena mirándome. La Diosa de la Luna era cruel.

Caí de rodillas. Sentí algo caliente recorriéndome la espalda. La nieve se estaba poniendo roja y por mi brazo corría sangre.

Con los dedos temblorosos, me toqué la zona entre el cuello y el hombro. Mi mano estaba completamente cubierta de sangre.

El lobo que me perseguía se detuvo a unos metros, bloqueando la única salida que había. Tenía los labios contraídos en un gruñido furioso, y sólo pude observar cómo se acercaba lentamente a mí.

A escasos metros de mí, intenté retroceder, pero la pared pétrea del imponente acantilado bloqueó cualquier opción de huída.

Le miré a los ojos y sólo vi una cosa mientras me observaba: puro odio.

Saltó hacia mí. Un grito silencioso escapó de mi garganta momentos antes de despertarme con un sudor frío.

Eché un rápido vistazo a mi alrededor. Estaba tumbada en la cama de mi habitación y por la ventana entraba la luz del sol.

Había tenido ese sueño muchas veces, pero aún así siempre me aterrorizaba de la misma manera. ¿Era ese mi destino? ¿Que mi compañero me desgarrara el cuello y me persiguiera con regocijo antes de matarme?

Me estremecí al pensarlo. Tenía que dejar de pensar en ello.

Una llamada a la puerta me hizo dar un respingo. Todavía estaba conmocionada por el sueño, pero en cuanto oí la voz de Ethan, empecé a relajarme.

—Evony, ¿ya te has levantado?

Me acerqué a la puerta después de ponerme un sencillo jersey gris y unos vaqueros. Me miró, resaltando la diferencia de tamaño. Yo medía apenas un metro setenta y cinco; él medía veinticinco centímetros más.

Tenía los ojos de color avellana y el pelo corto de color castaño oscuro. Era guapo y a menudo llamaba la atención de las otras hembras de la manada. Pero no sólo era guapo, era más fuerte que la mayoría de mi manada.

Era el hijo de Beta Jace y mi protector; era el siguiente en la línea de sucesión para ocupar el puesto de Beta, igual que yo era la siguiente en la línea de sucesión para el papel de Alfa, aunque nunca lo sería.

—¡Oh, te has levantado! Qué bien. ¿Tienes hambre?

Me di la vuelta y me calcé las botas antes de cepillarme el pelo.

—No.

A pesar de que Ethan era el único al que se le permitía estar cerca de mí, yo intentaba mantener las distancias con él. Mi padre odiaba que estuviera cerca de los demás y, a veces, incluso se enfadaba cuando Ethan se comportaba de forma demasiado amistosa conmigo.

Me gustaba tenerlo cerca porque era mejor que estar sola, pero no quería que mi padre lo sustituyera por otra persona. No me llevaba bien con los demás, y Ethan era realmente simpático.

Me di la vuelta y lo vi incómodo, apoyado en mi puerta. Suspiré y me giré hacia él. Era difícil incluso para mí darle la espalda.

—¿Podemos... Podemos ir a la cabaña? —pregunté en voz baja mientras evitaba su mirada. Se limitó a sonreír.

—Por supuesto.

Bajó las escaleras y yo le seguí rápidamente. Sentía que me estaba motivando, pero en cuanto llegamos al salón, mi motivación desapareció al instante.

Mi padre, Alfa Kade, estaba hablando con un hombre desconocido. En cuanto nos vio, su mirada se iluminó. Ethan y yo intentamos evitar su mirada y salimos a toda prisa por la puerta.

Por desgracia, la suerte no estaba de mi lado. Mi padre gritó mi nombre.

Me detuve en la puerta y Ethan me miró preocupado. Luego miró a mi padre y al hombre desconocido. Ahora ambos me observaban.

Levanté la vista hacia ellos. El desconocido tenía el pelo rubio oscuro y los ojos dorados. Pude ver cómo se le oscurecían al mirarme de arriba abajo. Odiaba esa mirada; me producía asco y vergüenza.

—¿Sí, Alfa? —respondí en voz baja.

—Ven a saludar a nuestro invitado.

Por un momento, pude sentir la tensión a través del enlace de la manada. No era una petición, era una orden.

Me acerqué a los dos con la cabeza gacha, respetuosamente. Ethan dio un paso adelante, pero mi padre lo fulminó con la mirada.

—Ethan, puedes irte. —dio otra orden.

—Por supuesto, Alfa. Te espero fuera, Evony. —Ethan me miró apenado y se fue. No era su culpa; nadie podía rechazar la orden de un Alfa.

—Evony, este es Kai, hijo de Beta Jackson de la manada Piedra Amarilla. Vino con muchas ganas de conocerte.

Asentí y miré a mi padre. Sabía lo que estaba pasando. Quería tenderme una trampa y enviarme a otra manada. No quería que bajo ningún concepto lo reemplazara como Alfa de nuestra manada. Quería seguir siendo el Alfa hasta el día en que muriera de viejo.

¿Y qué mejor manera de deshacerse de mí que regalarme a algún lobo de otra manada?

Kai sonrió y cogió mi mano, besando la parte superior de la misma.

—Encantado de conocerte por fin, Evony. —Retiré la mano nerviosa. No me gustaba, ni lo más mínimo.

—Encantada de conocerte también... —respondí y luego aparté la mirada de ellos. Me di cuenta de que mi padre no aprobaba el acto.

—Evony, ¿por qué no le enseñas nuestras tierras a nuestro invitado? Le diré a Ethan que estás ocupada y que puede irse por hoy.

Le miré sorprendida, pero él sólo me devolvió la mirada, retándome a que le contestara. Asentí y conduje a Kai al exterior.

Le enseñé el pueblo y sentí las miradas de los demás miembros de la manada. A menudo me resultaba más fácil evitar reconocerlos y seguir adelante.

Me di cuenta de que a Kai no le interesaba en absoluto el pueblo; su única atención estaba puesta en mí. Sentí cómo la ansiedad y el miedo me subían por la espalda.

Llegamos a la consulta del médico de la manada y lo conduje al interior. El lugar estaba vacío porque el médico se había ausentado para atender a un cachorro enfermo.

Me sentí aliviada de que ésta fuera la última parada de la excursión, y esperaba poder recuperar lo que me quedaba de día cuando volviéramos a la casa de la manada. Pero mi alivio duró apenas unos segundos, ya que al instante Kai se acercó por detrás de mí.

—Sabes, eres muy guapa… —dijo en voz baja, y yo me aparté rápidamente de él.

Se limitó a reírse y se acercó sigilosamente a mí mientras yo seguía retrocediendo, pero rápidamente me vi acorralada y detenida por una pared.

Me agarró por los hombros, me empujó contra la pared y empezó a besarme el cuello.

Sintiendo mucho asco, le empujé hacia atrás.

—¡Para!

Parecía un poco sorprendido, pero rápidamente recuperó la confianza.

—Peleona, ¿verdad? —Volvió a acercarse a mí, y esta vez, sus manos agarraron mi jersey, intentando quitármelo.

Me esforcé por empujarlo hacia atrás; era mucho más fuerte de lo que parecía y no pude hacer que se detuviera.

—¡Suéltame!

Empecé a sentir pánico. Qué estúpida había sido llevándolo a un lugar tan apartado. Nadie podía oírme y nadie podría detenerlo a tiempo.

En cuanto oí el ruido de mi ropa rasgándose, cogí lo que tenía más a mano de la bandeja médica y le apuñalé en el brazo con ello.

Gritó de dolor y retrocedió, sujetándose el hombro, donde ahora tenía clavadas unas tijeras.

—¡Maldita zorra! —gruñó y se acercó amenazadoramente. Instintivamente, le di una patada en la entrepierna y salí corriendo.

Sabía que tenía que dolerle muchísimo, pero no me atrevía a parar. Corrí frenéticamente fuera del edificio y de vuelta a la casa de la manada.

Miré hacia atrás para ver si por casualidad me seguía, pero entonces me topé con alguien.

—Guau, Evony. ¡¿Qué pasa?! ¿Qué ha pasado? —Ethan me agarró por los hombros y me miró.

Sentí que se me llenaban los ojos de lágrimas y me abracé a él, ocultando mi rostro.

—Evony, que...

—¡Por favor, sólo necesito irme de aquí, lejos de esta manada!

Asintió con la cabeza y me llevó a los jardines de detrás de la manada. Sabía que mi padre se pondría furioso cuando supiera lo que había pasado, pero aún no estaba preparada para enfrentarme a él.

Ethan y yo nos sentamos bajo el viejo roble y me abracé las rodillas contra el pecho. Me sentía asqueada e incapaz de deshacerme de la sensación de desasosiego que tenía.

No me cuestionó; me ofreció consuelo permaneciendo cerca. Podía sentir su preocupación, y yo también estaba preocupada.

No temía tener que enfrentarme de nuevo a Kai o que invocara su ira sobre la manada. Tenía miedo de algo mucho peor.

Tenía miedo de enfrentarme a mi padre.

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