Cuando se produce un asesinato en las montañas cercanas al pueblecito de Bon Resi, Sybil Deerborn, una vecina inquieta, empieza a investigar por su cuenta. Al descubrir un secreto empieza a plantear preguntas peligrosas que no hacen más que apuntar a viejos conocidos de Sybil. Mientras continúa sus pesquisas, se sorprende de lo poco que conoce el propio lugar en el que vive. Al parecer Bon Resi no es el lugar apacible que ella pensaba y cuando empieza a observar siluetas negras con ojos dorados en las montañas, Sybil se pregunta si se está volviendo loca… o si está en peligro.
Calificación por edades: 18+
Chapter 1
Una vida perdidaChapter 2
Capítulo 1: Una vida perdidaChapter 3
Capítulo 2: SilenciamientoChapter 4
Capítulo 3: ComportamientosLibro Uno: Deerborn
SMASH.
Y así, mi tapadera se fue al traste. Pesaba demasiado para las ventanas de cristal del techo, que inevitablemente habían cedido.
Me precipité, cayendo sobre el duro cemento que había debajo. En cuanto toqué el suelo, se me cortó la respiración. Me había quedado sin aliento y me ahogaba con cada jadeo desesperado.
Agarrándome a los lados, esperando encontrar una forma de acelerar el proceso, me empujé a través de los fragmentos de vidrio del suelo.
A lo lejos, podía oír el eco de los pies que se posaban con cuidado en el suelo, acercándose a mí a cada segundo que pasaba.
Tosí un poco de sangre en mi barbilla, mis pulmones se restringieron.
Resollé dolorosamente, tratando de recomponerme.
Agradecí a cualquier dios que estuviera ahí fuera por habernos dado una luna llena esta noche mientras caía suavemente por el techo abierto y entraba en el edificio.
Iluminó parte de la oscuridad, facilitando la identificación de mi entorno.
Entonces, una puerta al otro lado de la gran sala se abrió con un chirrido de metal. Apareció una figura, pero no pude distinguir si era hombre o mujer.
Dio unos pasos cautelosos hacia mí, y entonces lo supe.
Sentí que todo mi mundo se derrumbaba a mi alrededor.
La verdad estaba delante de mí.
—¿Tú? —tartamudeé, apenas capaz de vocalizar la palabra.
Fue entonces cuando supe la verdad...
Nunca confíes en nadie.
***