Tres: el número perfecto - Portada del libro

Tres: el número perfecto

SeaLand Aria

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Chapter
15
Age Rating
18+

Summary

Madison Davis ha acabado la universidad. Toca ir a casa, ver a sus hermanos y a sus amigos, los gemelos, y echarse un novio que no la engañe con su amiga. Pero todo cambia cuando vulve a ver a los gemelos. De repente ya no le resultan tan fraternales y ellos tampoco la ven como la hermana pequeña de sus amigos... ¿Qué harán cuando no puedan resistirlo? ¿Y qué dirán sus hermanos?

Calificación por edades: 18+

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94 Chapters

Chapter 1

Inicio

Chapter 2

Camino a casa

Chapter 3

Todos

Chapter 4

Sueño
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Inicio

No parece real.

Después de cuatro años de forzarme a una vida que no era realmente mía, estoy lista para volver a casa.

Sólo necesito poner un gran fin a lo que últimamente me hizo miserable, y después de eso... Estaré lista para volver a casa con mis hermanos y con los gemelos...

Dios, no he visto a esos chicos en casi tres años, me pregunto cómo estarán...

Con estos pensamientos en mente, Madison se mueve a su dormitorio como si fuera un tornado.

La emoción de abandonar por fin este lugar y las caras de la gente que vive aquí hace que se le suba la adrenalina.

En una caja tras otra, va recogiendo poco a poco su vida universitaria.

Ahora, sólo una cosa más la separa de un «final» completo y total: su supuesto novio, Daniel.

De hecho, Madison lleva un mes prometiéndose a sí misma que algún día romperá con él.

Y hoy es finalmente ese día.

Liam¡Hermana, siento no poder ir! ¡Ethan irá a recogerte! ¡Debería estar allí alrededor de las 3 de la tarde! ¡Lo siento, de nuevo xx te quiero!

Lo que menos necesita en estos momentos es saber que su hermano, Liam, no puede venir a buscarla.

Y, encima, como si el día de hoy no fuera ya lo suficientemente jodido, Ethan va a ir a recogerla.

Ethan Thompson, gemelo diabólico número uno.

Responde rápidamente.

MadisonGenial, simplemente genial. Gracias, hermano...

Todavía tiene que meter cosas en las cajas y, además, en unos quince minutos se supone que se verá con Daniel.

Para romper con él.

LiamLo siento… Además, no has visto a los gemelos en mucho tiempo, será bueno. Te quiero x

Cierto, lo sé. Y a veces he deseado que encontraran tiempo para venir a visitarme con mis hermanos, pero nunca lo hicieron.

Aunque nunca he hablado tanto con ellos en mi vida; llamaban casi todos los días.

Céntrate, Madison.

Los gemelos siempre han tenido ese poder de desestabilizarla, pero hoy necesitaba estar concentrada.

Al menos durante los próximos treinta minutos.

Daniel necesita salir de su vida cuanto antes, y no sólo porque las cosas no iban bien sino porque sabe que es infiel.

Por no hablar del hecho de que eran y son dos mundos a parte.

Madison, por ejemplo, es la típica chica: genuina, amable, divertida, dispuesta a ayudar, muy proactiva y, ya sabes, integrada en la vida universitaria.

Forma parte de los equipos deportivos y todo eso.

Eso no significa que sea aburrida. De hecho, también se va de fiesta cada vez que puede.

Por supuesto, antes que su constante sonrisa y su brillante personalidad, lo primero que atrae a la gente de ella es su aspecto.

Sus grandes ojos azules como el hielo, la cascada de pelo blanco perla y rizado (una peculiaridad que sólo ahora ha empezado a apreciar), unas piernas para días y un cuerpo tonificado que da envidia a las más mejores modelos.

Daniel, en cambio, es el clásico tío que juega en el equipo de fútbol: un mujeriego, y sin compromiso con nada más que eso.

Claro que es guapo, y claro que al principio era un verdadero encanto, pero las cosas se volvieron diferentes y raras después de los primeros meses.

La razón, a decir verdad, era que Madison nunca se sintió lo suficientemente enamorada como para entregarse por completo a él.

No estaban comprometidos, y para nada enamorados, así que ella seguía siendo virgen.

A los veintiún años.

Mirando el reloj, que ahora mismo marca las 2:15, con la adrenalina recorriendo su cuerpo, Madison sale de su habitación y camina hasta el dormitorio de enfrente.

Llega al piso de Daniel. No hay nadie. De hecho, mucha gente ya se había ido el día anterior.

—Aquí estamos... —susurra para sí misma, acercándose a la habitación, pero a los pocos pasos se detiene.

La puerta está ligeramente abierta y los ruidos que provienen del interior no son en absoluto ruidos de gente haciendo la maleta... Son ruidos de gente follando.

Acercándose un poco más y echando un vistazo a la habitación, ve lo que ya sabía.

Daniel está felizmente inmerso en el cuerpo de Joanna.

La misma Joanna que juró ser su mejor amiga, claro. Pero esto es algo que ella ya sabía, así que no se sorprende.

Sólo tiene mucha prisa por acabar con esto.

Así que, tomando una foto de ellos, escribe el siguiente mensaje y lo adjunta.

MadisonGracias por hacer las cosas tan fáciles. No os molestéis en venir a buscarme, que disfrutéis del resto del verano

Con una sonrisa y un inmenso sentimiento de satisfacción, pulsa enviar, dispuesta a salir de este lugar.

Una vez en su habitación, va directamente a terminar de hacer la maleta.

Cuando aparece un mensaje en su pantalla, segura de quién sería, suspira.

Por una vez, se alegra de estar equivocada. No es Daniel, sino Ethan.

EthanEstoy aquí, no puedo esperar a ver tu fea cara x

Y por primera vez, está súper feliz de verlo. No es que no le guste. Al contrario, él y Levi son como una extensión de sus hermanos.

Principalmente, como Madison es la última de sus hermanos y la única hija, todos los chicos de la casa son muy protectores con ella.

Por supuesto, sólo cuando no la chinchan o le hacen la vida imposible.

Por no mencionar el hecho de que básicamente no tuvo vida personal ni novio hasta que se fue a la universidad,

¿Por qué? Porque se lo impidieron.

Madison¡Sube ese culo perezoso!

Y ni siquiera un minuto después de pulsar enviar, la puerta de su habitación se abre ligeramente con un audible crack.

—Pensé que una vez que supieras que venía ibas a huir...

Ella reconocería su voz ronca entre miles. Al girar la cabeza en su dirección, se queda sorprendida por un segundo.

Es realmente un hombre... Guapo… Ahora.

No es que antes no lo fuera, es que ahora es un hombre y no un niño.

Mide por lo menos un metro ochenta y cinco de Dios.

El pelo oscuro despeinado enmarca perfectamente su rostro varonil, mostrando sus ojos verdes brillantes como lo único luminoso de su cara.

Una capa de fina barba negra que sólo define su fuerte mandíbula le da un aspecto aún más sexy.

Sus hombros son tan anchos, y sus músculos tan definidos, que su ropa ni siquiera puede ocultarlos...

Y esos labios perfectos, curvados en una sonrisa que realmente habla por sí misma.

—Créeme, la idea de huir estaba ahí... Pero tenía demasiadas cajas para hacerlo sola.

Ella sonríe y, señalando las diez o más cajas que hay en el suelo, camina lentamente en su dirección.

De hecho, en el momento en que él le abre los brazos, ella se hunde en ellos, dejando que su cuerpo se relaje ante su cálido abrazo.

Aunque la forma en que la mira fijamente hace que se muerda el interior de la boca.

—Umm... No esperaba que fueras tan... Adulta. —Su voz retumba en su pecho y, apretándola un poco contra su cuerpo, le besa la parte superior de la cabeza, como solía hacer cuando era una niña.

Una acción que sólo la hace aspirar más su aroma. Con los años, sólo ha madurado. Un aroma almizclado con una pizca de menta picante.

—Bueno... No puedo ser una niña para siempre, ¿verdad?

Justo cuando se aparta para mirarle a los ojos, su puerta se abre de golpe y entra un Daniel muy angustiado, seguido de una Joanna muy irritada y semidesnuda.

—Madison, déjame explicarte... —murmura, jadeando. Debe haber estado corriendo.

Sin embargo, su mandíbula se abre en el momento en que sus ojos se posan en Ethan, que está a unos pasos de Madison y no demasiado lejos de él.

Con los brazos cruzados y su habitual expresión oscura, Ethan puede resultar bastante intimidante.

—¿Todo bien, Copito? —pregunta Ethan, mirando a Madison.

Su mirada firme y protectora es algo que, extrañamente, ella echaba de menos.

Ethan

—No... Todo bien —le contesta a Daniel antes de acercarse un poco más a él. Si había alguna emoción en ella, no era evidente.

—No creo que haya mucho que explicar aquí. Me has engañado y para demostrarlo, estabas acostándote con ella hace unos minutos.

Su tono frío y casi mortal hace que Ethan sonría.

—Entonces, vamos a facilitar las cosas. Nunca hemos sido compatibles y seguramente no podemos serlo... Eres infiel y además de muy bajo nivel...

Sus ojos se movieron de él a Joanna en cámara lenta mientras hablaba, todavía fría como una piedra.

—Y sabes... Lo entiendo. ¿Por qué te esforzarías más para conseguir algo si puedes ganar el juego de una manera fácil? Yo no tendría sexo contigo, así que encontraste a alguien que sí lo haría. Entonces, ¿qué hay que explicar?

Los ojos de Madison se fijaron en Daniel, que en este momento parece haber perdido cualquier fuerza de voluntad para reaccionar.

—Además... Ya que estamos aquí y se dice la verdad... Si eres tan bueno en la cama como en los preliminares, y, duras tanto... Ni siquiera creo que me haya perdido mucho.

Volviéndose hacia Joanna, le sonríe con orgullo.

—Y si eres feliz con él... Pues feliz de que te lo quedes. Seguramente estoy buscando algo...Más grande y mejor que esto.

Acercándose un poco más, los mira fijamente por un momento, antes de señalar la puerta.

—Podéis iros.

Daniel no alcanzó a decir una palabra y sigue conmocionado.

—¡Puta! ¿Cómo te atreves a hablarnos así? Tú eres la que... —intenta decir Joanna, pero Ethan la detiene poniéndose delante de ella y de Daniel.

—Te sugiero que te vayas, ahora. Tenemos mejores cosas que hacer... Y no te involucran, a ti...

Madison

La voz de Ethan es tan cálida que a Madison le da una sacudida de escalofríos por la columna vertebral en el momento en que habla, y con un guiño, le acerca las manos a la parte baja de la espalda.

—Adiós.

Una mirada de muerte más a la pareja y, como ninguno de ellos se atreve a decir nada más, Ethan arquea la ceja con dureza en su dirección y se marchan, sin siquiera mirar atrás.

La sonrisa de Ethan es tan grande que hace reír a Madison hasta que se vuelve hacia ella con una expresión muy interrogante en su rostro

—Oh... Ethan, por favor, ni siquiera empieces.

—¿Y ahora qué? No iba a decir nada.

—Mm... Seguro que no.

—Bueno... Una cosa en realidad... —dice ahora, acercándose a ella.

Desde donde está ella puede sentir el calor de su cuerpo.

—¿Nunca habéis tenido sexo? —Está tan cerca que su aliento mentolado le roza la cara, obligándola a morderse la comisura de los labios.

»¡¿En serio?! —Eso es todo lo que dice y, dándole la espalda, se aleja un poco, donde están apiladas todas sus cajas.

»Vamos, pongámonos en marcha, estoy deseando dejar atrás este infierno. —Y dicho esto, se agacha para coger una caja del suelo.

Durante todo el tiempo en el que sube y baja las cajas, no puede dejar de sentir los ojos de Ethan en su espalda.

Sólo cuando percibe su intensa mirada en su trasero se da cuenta de que probablemente su corto vestido verde de verano no está cubriendo bien todas sus curvas.

Sin embargo, ahora no le presta mucha atención.

Después de veinticinco minutos, todas las cajas están metidas en el coche y, con el calor que ha hecho durante el día y el hecho de que su habitación estuviera en el segundo piso sin ascensor, los dos parecen estar bastante acalorados y desarreglados en este momento.

—¡Por dios, chica, no puedo creer la cantidad de cosas que has coleccionado a lo largo de los años! Menos mal que he venido con el todoterreno.

—Bueno, listillo, llevo tres años aquí, así que supongo que he acumulado algunas cosas...

Ethan sacude la cabeza mientras sube al coche en el lado del conductor con su habitual sonrisa descarada.

Su pelo está ahora aún más desordenado que antes; algunos mechones de su frente están ahora ligeramente mojados y eso sólo le hace parecer aún más increíblemente sexy.

Subiendo al coche y acomodándose suavemente en el asiento, mira hacia él, porque realmente no puede contenerse.

Cuando está preparada, Ethan le sonríe una vez más antes de arrancar el motor.

Nunca se había sentido tan feliz y aliviada al mismo tiempo.

Finalmente, se acabó.

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