La gran nevada - Portada del libro

La gran nevada

Remmy Saga

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Chapter
15
Age Rating
18+

Summary

May, una chica muy independiente, choca contra un árbol en la nieve de camino a casa para asistir a la boda de su hermana. Se despierta en una acogedora cabaña que nunca antes había visto con un impresionante desconocido que no entiende de límites. May se lo pasa mejor que nunca, pero pronto tendrá que volver a Londres. May no se espera averiguar que él no es un extraño para su familia...

Clasificación por edades: +18

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52 Chapters

Nieve intensa

MAY

La nieve seguía cayendo y cada vez me resultaba más difícil ver la carretera. Puse los limpiaparabrisas al máximo, pero seguía sin ser suficiente, estaba en medio de una ventisca.

Circulaba por una carretera local vacía, ya que pensé que me ayudaría a evitar el tráfico, pero tal vez habría sido mejor si me hubiera quedado en la carretera principal.

Ahora, no solo estaba conduciendo por una carretera en mal estado, sino por un camino sin otros coches que pudieran ayudarme si, Dios no lo quiera, me ocurría algo.

Volvía a casa después de casi cuatro años lejos de mi familia. Mi hermana pequeña, Emma, se iba a casar con Thomas, su novio desde hacía cinco años, en una boda con temática invernal.

No podía haberme alegrado más por Emma, de ahí que fuera a quedarme en Nevada durante dos semanas.

Era la primera boda de nuestra familia en más de una década, e iba a ser a lo grande, seguro, sabiendo cómo le gustaban a Emma las celebraciones.

De repente, el coche se salió de la carretera y se dirigió hacia los árboles. Reaccioné con rapidez, frené en seco y giré el volante para intentar volver a controlar el coche, pero no lo conseguí y el vehículo hizo de las suyas.

Intenté accionar el freno de mano, pero solo conseguí que el coche avanzara hacia la pendiente. Miré hacia delante, vi un espeso grupo de árboles y cerré los ojos, preparándome para el impacto.

El coche chocó con fuerza contra los árboles y mi cabeza se estrelló contra el volante, ligeramente amortiguada por los airbags.

La vista se me nubló y la cabeza me latía con fuerza. Esperaba que alguien pasara por la carretera y me ayudara, pero tenía pocas esperanzas. No había visto ningún coche en los últimos veinte minutos.

Me toqué la cabeza palpitante y sentí un líquido caliente... sangre. Me miré las manos, que estaban cubiertas de rojo carmesí, y empecé a sentir un ligero pánico.

Estaba perdiendo el conocimiento y necesitaba un plan si quería sobrevivir. Toqué el claxon sin parar, con la esperanza de localizar a alguien antes de desmayarme.

Mi visión se volvió borrosa. Tuve que cerrar los ojos unos segundos para que dejara de palpitarme la cabeza.

Solo por unos segundos, May. Todo estará bien.

***

VARIAS HORAS ANTES

Mi avión había aterrizado hacía veinte minutos, y me estaba inquietando en mi asiento, esperando a que se abrieran las puertas para poder bajar del maldito avión.

Llevaba demasiado tiempo en este vuelo y solo quería volver a casa a ver a mi familia. Hacía cuatro largos años que no volvía y sentí nostalgia en cuanto salí a oler el aire fresco.

Nevaba ligeramente, y alargué una mano para coger un copo de nieve, viendo cómo se derretía al instante.

Cogí mi equipaje de mano y me dirigí hacia la zona de alquiler de coches, ya que le había dicho a mi familia que volvería a casa en coche desde el aeropuerto y que no se desviaran de su camino para recogerme.

Mi padre sufrió un derrame cerebral hace unos meses y no pude visitarlo, pero hice videollamadas con él a diario para ver cómo estaba y me alegró saber que se estaba curando bien, aunque lentamente.

Siempre fui la niñita de mi madre. Ella era mi mejor amiga, pero mi padre ocupaba un lugar especial en mi corazón y no podía imaginarme perderlo.

Firmé los papeles del alquiler y coloqué mi equipaje en el asiento del copiloto antes de emprender el largo viaje de vuelta a casa, emocionada por ver a mi familia, especialmente a mi sobrino Mikah.

AIDEN

El avión de Aiden había aterrizado antes de que la tormenta empeorara, y menos mal.

Le molestaba que fuera a perder dinero en el alquiler de su cabaña para esa semana, a pesar de que había sido él quien había accedido generosamente a un reembolso, ya que no era culpa del cliente.

Viajaba mucho por sus negocios, puesto que dirigía varias operaciones con la ayuda de su hermano, Alex.

Su hogar estaba en Florida, pues allí estaban todos sus familiares y no podía vivir lejos de ellos. Los echaría muchísimo de menos.

Aiden era estricto en cuanto al trabajo, pero tenía un punto dulce con su familia, y supieron aprovecharlo muy bien.

Sin embargo, en todos los demás aspectos de su vida, disfrutaba con el control, y se aseguraba de obtener su dosis para mantener la cordura.

Al bajar del avión, sintió un olor a lavanda y sus pupilas se dilataron. Miró a su alrededor, pero no pudo identificarlo en nadie en particular.

No estaba seguro de qué era lo que olía, pero despertó su interés y estaba ansioso por saber a quién pertenecía.

Decepcionado porque el individuo ya no estaba allí, subió a su coche y se dirigió a su cabaña, con la esperanza de llegar antes de que empezara la tormenta.

Su perro y mejor amigo, Bo, movía la cola en el asiento trasero, disfrutando del viento en la cara.

Aiden rara vez dejaba a Bo solo cuando viajaba, a menos que fuera para un viaje corto, y como no sabía cuánto tiempo estaría en la ciudad, decidió llevarlo con él, y Bo estaba disfrutando cada momento.

Por suerte, Aiden llegó a la cabaña justo cuando se intensificaba la tormenta, le abrió la puerta a Bo y cogió sus cosas. Una vez dentro, maldijo porque se había ido la luz y hacía un frío que pelaba.

Rápidamente, comprobó el cuadro eléctrico exterior y volvió a poner en marcha los plomos, suspirando aliviado cuando la corriente se activó. Bo era un perro de invierno, así que estaba disfrutando del frío.

Aiden dejó la puerta ligeramente abierta para que pudiera volver a entrar cuando estuviera agotado y hambriento. Se preparó algo de comer y revisó el resto de la casa una vez terminó.

Sus clientes que no habían podido venir durante la semana habían solicitado algunos complementos especiales cuando alquilaron la cabaña, y como eran conocidos de su época en el club, había cumplido las peticiones de los pocos juguetes y artículos que habían pedido.

Entró en el dormitorio y llamó a su familia, dándoles una rápida actualización para que no se preocuparan al ver que no aparecía.

Estaba agotado por el largo día que había tenido y solo quería tumbarse en su cama, pero Bo no había vuelto de su pequeña aventura.

A regañadientes, se puso el abrigo y fue a buscar a su amigo. Tras unos minutos de búsqueda, Aiden encontró a Bo revolcándose en la nieve.

—¡Bo! Es hora de volver a casa, colega —le gritó a su amigo, que movió la cola al ver a Aiden corriendo hacia él. Se rio mientras le rascaba detrás de la oreja.

Se dirigían de vuelta a la cabaña cuando oyó el sonido lejano del claxon de un coche. Se detuvo en seco y Bo hizo lo mismo.

El sonido se había detenido, pero se reanudó de inmediato en cuestión de segundos, y Aiden le hizo un gesto con la cabeza a Bo, que corrió hacia el ruido. Siguió a Bo hasta que llegaron a la carretera.

El perro corrió hacia un coche que había chocado fuertemente contra un árbol, y Aiden se dirigió hacia el lado del conductor y abrió rápidamente la puerta. Apartó los airbags y levantó con cuidado la cabeza de la mujer que había dentro.

Se manchó las manos de sangre cuando le apartó el pelo para comprobar sus constantes vitales. Al notar que tenía pulso, le desabrochó el cinturón de seguridad y la sacó del coche con cuidado.

Joder.

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