La hermosa Belle y el Alfa Grayson - Portada del libro

La hermosa Belle y el Alfa Grayson

Annie Whipple

0
Views
2.3k
Chapter
15
Age Rating
18+

Summary

Belle ni siquiera sabe que hay seres capaces de cambiar de forma. En un avión a París conoce al Alfa Grayson, que afirma que ella le pertenece. El posesivo alfa marca a Belle y la lleva a su suite, donde ella intenta desesperadamente luchar contra la pasión que crece en su interior. ¿Se dejará persuadir Belle por sus deseos, o logrará mantenerse firme?

Calificación por edades: 16+

Autora original: Greta N

Ver más

61 Chapters

Chapter 1

Capítulo 1

Chapter 2

Capítulo 2

Chapter 3

Capítulo 3

Chapter 4

Capítulo 4
Ver más

Capítulo 1

BELLE

Respiré profundamente mientras caminaba por el aeropuerto con el equipaje a cuestas. No conseguía calmarme, por mucho que lo intentara.

Odiaba profundamente volar.

Y un vuelo de once horas a París era lo último que me apetecía un día antes de Nochebuena. Pero mi madre me había rogado que fuera a pasar las fiestas con ella y su marido.

Sabía que solo me había invitado porque se sentía culpable.

Hacía más de cinco años que no veía a mi madre, que parecía no haber tenido ningún problema en abandonarme cuando mi padre enfermó.

Sólo había tardado un año en volver a casarse y otro más en tener un hijo. Se alejó completamente de mi padre y de mí, actuando como si nunca hubiéramos existido.

Así que me molestó mucho que me invitara a ir a verla precisamente ahora.

Pero no tenía a nadie más. París era mi única opción si no quería pasar la Navidad sola.

Pasar por el control de seguridad fue más fácil de lo que pensaba, y encontré mi puerta de embarque sin problemas. Pero incluso con toda esta buena suerte, no pude evitar sentirme incómoda.

Sólo había volado otras dos veces en mi vida, ambas por razones que me hubiera gustado evitar.

La primera vez fue para asistir al funeral de mi abuela en Florida. La segunda para la boda de mi madre en París con un hombre que no conocía de nada, un hombre que no era mi padre.

Por lo tanto, volar no solo me parecía absolutamente aterrador, sino que además siempre me llevaba a una situación que yo no deseaba. Sabía que este vuelo no sería diferente.

Esperé una media hora para embarcar. Quería llegar temprano para asegurarme de no perder el vuelo. No quería tener que pagar otro.

Una vez en el avión, no pude evitar que me temblaran las manos. Una azafata me sonrió al pasar junto a ella y, al notar mi nerviosismo, me hizo un gesto tranquilizador.

Me esforcé por devolverle la sonrisa.

Cuando por fin llegué a mi asiento en la parte trasera del avión, miré al hombre junto al que me sentaría durante las siguientes once horas.

Su mirada recorrió mi cuerpo de arriba abajo, deteniéndose un rato en mi pecho antes de encontrarse con mis ojos.

—Vaya, hola —sonrió.

Muy bien. Fantástico.

Voy a pasar las próximas once horas con un cerdo que me come con los ojos.

—Hola —murmuré.

Ignorando al señor Pervertido, recogí mi equipaje de mano y lo levanté para meterlo en el compartimento superior.

Al notar que el gilipollas, que ahora me miraba con cierta dificultad, había puesto su maleta justo en el medio del compartimento, resoplé, intentando moverla con una mano mientras me esforzaba por meter la mía al lado.

Casi había conseguido meter mi equipaje cuando sentí que unas manos me rodeaban la cintura, tocándome la piel desnuda del vientre por donde se me había subido la camisa.

Pensando que era el señor Pervertido, intenté apartarme de un salto, pero me detuve cuando las manos me rodearon y unas chispas recorrieron todo mi cuerpo.

Giré la cabeza para ver quién había detrás de esas manos, y sentí cómo se me abrían los ojos como platos al verlo.

Era impresionante... Grande hasta el punto de que casi parecía cómico en nuestro pequeño avión.

Sus músculos se tensaban contra su camisa negra y sus vaqueros azules, claro indicio de que debía pasar mucho tiempo en el gimnasio.

Tenía el pelo castaño chocolate, unos hipnotizadores ojos verde oscuro y una mandíbula con la que se podría cortar el papel.

Sus labios eran deliciosos y carnosos, e inconscientemente me incliné hacia ellos, imaginando qué sentiría al apretar mis labios contra ellos.

Un gruñido profundo y repentino me hizo volver a la posición vertical y, cuando mis ojos se encontraron con los suyos, descubrí que me estaba observando. Mis mejillas enrojecieron de inmediato, pero antes de que pudiera sentirme demasiado avergonzada, habló.

—Mía. Compañera —dijo con una voz profunda y ronca que resonó en mis oídos. Me apretó la cintura suavemente mientras su frente bajaba para encontrarse con la mía, e inspiró profundamente.

Probablemente debería haberle abofeteado, pero en lugar de eso dejé que mis ojos se cerraran y me deleité con la sensación de sus brazos alrededor de mí mientras sentía deliciosas chispas de placer recorriendo todo mi cuerpo. Ni siquiera sabía que era posible sentirse tan bien.

Sentí que su cabeza se separaba de la mía cuando se inclinó para acariciarme el cuello. Incliné la cabeza para permitirle acceder mejor y él soltó un gruñido de aprobación.

Y entonces sentí que me daba un suave beso justo donde se unen el cuello y el hombro. Primero me flaquearon las rodillas, luego se me entumeció todo el cuerpo, y al final un suspiro se escapó de mi boca.

Sonrió contra mi cuello, riéndose y cargando todo mi peso entre sus brazos mientras yo me inclinaba completamente hacia él para no caer.

Estaba en el cielo.

Un carraspeo me sacó de mi trance y, de repente chillé e intenté apartarme, recordando dónde estaba.

Desgraciadamente, mientras intentaba apartar de mí a aquel hombre misterioso e increíblemente apuesto, me olvidé que tenía una mano sosteniendo el equipaje en el compartimento superior.

Oí que mi maleta se deslizaba hacia mí y me agaché rápidamente, esperando que su dura esquina se estrellara contra mi cabeza.

Pero no pasó nada y, en lugar de eso, oí: —Cuidado, preciosa.

Levanté la vista hacia el hombre que tenía delante, que seguía con una mano posesivamente colocada bajo mi camisa, en la parte baja de mi espalda. Con la otra mano ahora sostenía mi maleta por encima de mi cabeza.

Me sonrió y me guiñó un ojo antes de meter mi maleta en el compartimento y cerrarlo.

Manteniendo aún su mano sobre mi espalda, se volvió para mirar a la mujer que estaba detrás de él y que había estado intentando llamar nuestra atención durante nuestro intenso encuentro. La mujer parecía sorprendida y, vacilando, se aclaró la garganta una vez más.

—Lo siento, necesito llegar a mi asiento y estáis bloqueando el pasillo. No quería interrumpir vuestra reunión. Está claro que hace tiempo que no os veis —sonrió con dulzura.

Queriendo corregirla, abrí la boca para decir que no nos habíamos visto nunca, pero el hombre que me sujetaba se me adelantó.

—Estábamos buscando nuestros asientos. Saldremos de su camino en un segundo. —Su voz era suave y tranquilizadora.

La mujer asintió agradecida.

Fui a apartarme, deseando escapar de la incómoda situación, pero el hombre se limitó a apretarme más. —No tan rápido... —me susurró al oído mientras se inclinaba—. No te vas a escapar tan fácilmente.

Luego miró al pervertido que se sentaría a mi lado durante el vuelo. —Muévete —le espetó.

El señor Pervertido se quedó allí sentado y nos miró durante un segundo, probablemente tratando de comprender la escena que acababa de tener lugar. Me hizo sentir muy incómoda al pensar que nos había estado observando.

—¿Qué? —preguntó.

—Muévete —repitió el apuesto hombre—. Estoy sentado ahí.

—¿Perdón? No me pienso mover. Este es mi asiento.

—Toma, coge el mío —gruñó por lo bajo el hombre que me sujetaba. Le entregó al señor Pervertido su billete—. Es de primera clase —añadió, observando al hombre que miraba el billete con una ceja arqueada.

—Ahora, muévete —dijo lentamente, casi amenazante, como si desafiara al hombre a cuestionar sus órdenes de nuevo.

El pervertido nos miró una vez más antes de levantarse y coger rápidamente su maleta, pasando a toda prisa junto a nosotros sin mirarnos a la cara. Lo observé, atónita.

¿Qué demonios acaba de pasar? Estaba siendo un día muy extraño.

—Vamos, preciosa —dijo mi nuevo y misterioso vecino, empujándome suavemente hacia el asiento de la ventanilla mientras me seguía de cerca.

Me senté y lo vi sentarse a mi lado. No sabía qué decir, un poco sorprendida y avergonzada por lo que acababa de ocurrir.

—Esto, perdón por lo de antes —murmuré, colocándome un mechón de pelo detrás de la oreja y bajando la mirada. Quería gustarle a ese chico—. Rara vez voy por ahí tocando a extraños de esa manera, lo prometo.

Me reí nerviosamente. Como no respondió, me aclaré la garganta.

—Bien... entonces, ¿por qué renunciaste a tu billete de primera clase para sentarte aquí atrás?

De repente, una mano me agarró la barbilla y me hizo girar la cabeza. Mis ojos se encontraron con los suyos y movió su mano para acariciar mi mejilla.

—Porque quería estar a tu lado —dijo con voz ronca.

Me pasó el pulgar por el pómulo mientras examinaba cada centímetro de mi cara.

—Vaya, ¿cómo he tenido tanta suerte?

Me aparté de él, sin saber cómo responder. Debo de haberle oído mal.

—Perdón, ¿qué has dicho?

—Nada. No te preocupes, preciosa —repuso, limitándose a sonreír y a sacudir la cabeza. Se inclinó hacia mí a través del reposabrazos. Estábamos demasiado cerca para ser dos extraños.

— Me llamo Grayson. ¿Cuál es tu nombre?

—Belle —me oí decir, casi como si estuviera aturdida.

—Belle —se dijo a sí mismo. Su sonrisa se ensanchó—. Mi Belle.

—Ajá… —dije distraídamente.¡Sus ojos eran tan bonitos! No pude evitar mirarlos fijamente.

Dejó escapar una risa sincera. ¿He dicho algo gracioso?

—Nuestro vínculo es muy fuerte; puedo sentirlo.

—¿Qué? ¿Nuestro vínculo? —pregunté. ¿Soy yo, o nada de lo que dice tiene sentido?

—No te preocupes, preciosa. —Sonrió y me apartó un mechón de pelo de la cara.

Volví a salir del aturdimiento en el que él parecía seguir metiéndome cuando un bebé detrás de nosotros soltó un fuerte grito. Al darme cuenta de lo cerca que estaba de ese hombre, di un salto hacia atrás.

Podía sentir su aliento en mi cara.

Volví a reírme con nerviosismo y puse las manos en el regazo, intentando no parecer tan torpe como me sentía.

Este tipo probablemente piensa que soy una loca.

—Entonces, ¿negocios o placer? —preguntó Grayson.

Siguiente capítulo
Calificación 4.4 de 5 en la App Store
82.5K Ratings
Galatea logo

Libros ilimitados, experiencias inmersivas.

Facebook de GalateaInstagram de GalateaTikTok de Galatea