Doble problema - Portada del libro

Doble problema

Alex Fox

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Chapter
15
Age Rating
18+

Summary

Del universo de «Compartiendo a Delilah»:

Delilah lo tiene todo y, de un modo u otro, ha logrado ser la Gran Bruja después de todo. Echa un vistazo a su historia y prepárate para un nuevo capítulo del tórrido equipo de ensueño formado por el trío de la manada Luna Nueva mientras nos adentramos en lo que está por venir y en lo que ya ha pasado.

Clasificación por edades: 18+

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2 Chapters

Chapter 1

Capítulo 1

Chapter 2

Capítulo 2

Capítulo 1

Doble problema

Aurora hizo una mueca y Rowan se rio, lo que me hizo sonreír a mí también.

Seth estaba haciendo ejercicios con la mayoría de la manada, mientras Cole limpiaba la cocina para que yo pudiera acostar a los niños. Sin embargo, no fue como yo esperaba.

—¿Qué quieres decir con que la secuestró? ¿Y, entonces, por qué aceptó ser su esposa? Eso es tan malo como La Bella y la Bestia con su romántico síndrome de Estocolmo —chilló Aurora.

Definitivamente, no fue como esperaba.

—¿No puedes disfrutar de una buena historia de amor? —preguntó Rowan, sonriendo como un tonto.

Esta noche había vuelto a contarles a mis hijos un cuento sobre los dioses. A menudo repasábamos diferentes divinidades para que aprendieran sus historias.

Mientras que Aurora solía pedir historias sobre Nyx, Anubis, Ra u ocasionalmente las Tres Parcas, Rowan era más fan de casi cualquier dios de la muerte. Pero los dioses aztecas eran sus favoritos.

Esta noche me había pedido una historia sobre Hades, y me había preguntado si podría despertar el interés de Aurora, ya que sabía que Perséfone se había convertido en una de mis favoritas desde que conocí a Linda.

Aunque gran parte de la clarividencia de Linda en ese momento tenía que ver con un hechizo que su aquelarre le había lanzado, incluso ahora parecía que aún le quedaba una pizca de ese poder. Un poder que escapaba de mi control, aun siendo la Reina Bruja.

Por supuesto, compartir con mis hijos valiosas historias intercambiadas entre brujas no tenía sentido si seguían discutiendo por ese tipo de detalles. Esas historias no se podían encontrar en los libros.

Tal vez Perséfone era una mala elección para empezar.

—Era la diosa de la primavera. Las versiones difieren, pero todas dicen que se conocieron en un jardín y que él se la llevó al Inframundo.

—No es que no pudiera irse de ahí; había momentos en los que la dejaba salir, pero siempre tenía que regresar en un plazo determinado de tiempo. Así que no se puede decir que fuera un secuestro —señaló Rowan.

Aurora permaneció insatisfecha, decidiendo que Hades tenía que ser el enemigo. Incluso en su mente de niña de ocho años, ya parecían no gustarle los chicos. Esta historia no parecía ayudar con eso.

—Si era tan cruel con ella y quería lo peor para ella, ¿por qué le daría un anillo de protección? Pregunté en voz baja, las palabras hicieron que ambos pares de ojos se volvieran a mí.

—¿Un anillo de protección? —Cole se unió a nosotros en la sala de estar y escuchó mis palabras.

Sentí que un rubor subía por mis mejillas.

Incluso después de varios años de matrimonio y muchas discusiones, era difícil compartir cosas que se suponía que debían permanecer en secreto con otras brujas.

Seguía habiendo cosas de las que nunca hablaría en voz alta, pero incluso compartir las actividades cotidianas con alguien que no había crecido activamente en nuestra comunidad era a veces diferente y muy difícil.

—Eso no está en los libros —admití, tratando de no fulminarlo con la mirada mientras se sentaba en el brazo del sofá.

Cole no era tan enorme como Seth, pero era lo bastante grande como para volver a joder todo el brazo con el peso de su cuerpo. Esta vez, sin embargo, haría que lo pagaran si lo rompían en lugar de usar la magia.

Utilizar la magia por motivos egoístas cuando había otras alternativas era un derroche de energía a muchos niveles.

—Cuando Perséfone llegó por primera vez al Inframundo, Hades temió por su seguridad. Así que forjó un anillo que la protegería donde fuera que viajara.

Girando ligeramente la cabeza, confundido, Cole arqueó una ceja.

Cuando le hablé del Supramundo, el Inframundo y el Nunca Jamás, pensó que eran tres lugares distintos. Tuve que explicarle que estaban conectados.

El reino de los Fae y los dioses nos eludía porque la suya era una tierra de fantasía y magia que sólo se quedaba en la superficie de nuestro mundo. Nuestra magia era diferente, pero similar.

Nuestro mundo era un lugar donde el tiempo a veces era eterno y donde la tierra y el territorio podían cambiar tanto de un paso a otro que era como cruzar a través de un portal en un juego.

—Papá cree que mientes —dijo Aurora. No se le escapaba nada. Siempre le había gustado mucho mi relación con sus dos padres, desde que tenía unos cinco años.

Prestaba mucha atención a todo y se había dado cuenta de que nuestra relación era muy diferente de la de los demás.

Poniendo los ojos en blanco, me levanté y me acerqué a la estantería que tenía en el salón y que estaba llena de mis viejos libros de hechizos.

Elegí uno; había sido de mi madre, y por fin lo había recibido de ella hacía una semana. Era difícil seguir diciéndole que no a la Reina Bruja.

Todavía no había venido a ver a sus nietos, aunque ninguno de mi familia lo había hecho... Pero era mejor así.

El libro contenía un boceto del anillo. Estaba hecho de un material negro y se parecía mucho a una enredadera que atrapaba una gema. Concretamente, un rubí. El boceto estaba datado en el año 635 d.C. y se titulaba simplemente “Anillo de Perséfone”.

—Eso tiene que ser falso —dijo Cole con asombro, levantándose del sofá para verlo más de cerca. Incluso Aurora y Rowan se habían acercado a inspeccionarlo.

—¿Es esa la fecha correcta? Quiero decir, ¿cuándo empezaron a adorarla? —Cole preguntó.

Suspiré y cerré el libro, sin ganas de entrar en el tema de las líneas temporales y los dioses. Cole era el más escéptico, mientras que Seth se dejaba convencer con más facilidad.

Intentar explicarle a Cole que los dioses eran dioses, que estaban más allá del tiempo, era... cuando menos complicado.

Sin brujas muertas que cobraran vida, me iba a costar demasiada energía intentar demostrarle a un escéptico se equivocaba. Así que me guardé mi historia para más adelante. A veces, era mejor dejar las cosas como estaban.

—De acuerdo. Hora de dormir —dije, haciendo reír a Cole. Sabía muy bien lo molesta que estaba.

Rowan gimió, sólo quería oír más para seguir despierto, pero Aurora ya estaba saltando hacia su dormitorio, al final del pasillo.

Cuando salieron de la habitación, los brazos de Cole me rodearon las caderas mientras yo guardaba el libro a buen recaudo. —¿Estás enfadado conmigo?

—No puedo enfadarme contigo por hacer preguntas. Las preguntas siempre son buenas —admití a regañadientes, ya un poco menos enfadada cuando empezó a besarme por el hombro.

—Todavía quiero escuchar tu historia.

—Mhmm —respondí, pasando una mano por debajo de su camisa y bajando hasta su cintura.

Lo acerqué más a mí. —Creo que estás mintiendo.

—Oh, definitivamente estoy mintiendo. No podría importarme menos otra mujer ahora mismo.

—¿Está Seth en casa?

—No, está en el bosque —respondió Cole, mordisqueándome el lóbulo de la oreja—. Tengo pensado un juego divertido. ¿Quieres jugar?

Esto despertó a mi loba interior que, en su mayor parte, permanecía callada.

Parecía disfrutar de su condición de bruja y madre tanto como yo, contenta de permanecer en su interior y cuidar de los demás. Sin embargo, momentos como este eran todo un desafío para ella. —¿Qué tenías en mente?

—Seth está de camino a casa. Si puedes correr hacia él a tiempo, te follaremos los dos.

—¿A tiempo? —pregunté confusa, dándome la vuelta mientras me zafaba de sus brazos.

Los ojos de Cole ya estaban cambiando, el lobo que lleva dentro empezaba a aflorar mientras me sonreía.

—Corre, corre, corre, lobita, antes de que yo te atrape primero.

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