Vibradores y sexo telefónico

Vibradores y sexo telefónico

Mientras terminaba la última cerveza, Nikki dejó de concentrarse en el teléfono. No estaba especialmente borracha. Simplemente se le daba fatal beber, y un par de cervezas artesanales bastaron para adormecer la tensión en sus hombros y nublar su visión.

Era la mezcla perfecta entre relajada y felizmente achispada. No estaba borracha en absoluto... Sigue diciéndote eso, pensó Nikki. Había tenido un día estresante, y unas cervezas eran justo lo que le había recetado el médico.

Como siempre que bebía alcohol, su libido cobró vida y empezó a merodear. Parece que tengo que hacerle una visita a Vincent. Nikki se mordió el labio.

Puso música, buscó en el cajón, cogió el vibrador y tiró la ropa al suelo.

Se tumbó en la cama, con la fresca ropa interior refrescando su acalorada piel desnuda, y encendió el vibrador, dejando que la fría punta se deslizara por su cuello y sus pezones.

—Hola de nuevo, Vincent —se rió, saludando a su juguete sexual—. Sé que te descuidé, pero estuve ocupada.

La respiración de Nikki se aceleró mientras recorría ligeramente su vientre con Vincent y finalmente acercó la punta vibrante a su clítoris. —¡Ohhh, siiiiiiiiiii...!

Nikki gimió, dejando que las vibraciones de Vincent pulsaran en su zona más sensible. Mientras acercaba el juguete a su clítoris, con un pulgar acariciaba su pezón. Las sensaciones se conectaban en el centro y le provocaban mariposas en el vientre.

Rodeó a Vincent alrededor de su nódulo, concentrándose en el sensible manojo de nervios, aumentando la tensión hasta sentirla demasiado, y luego retrocedió, deslizándolo sobre su raja empapada.

Nikki repitió el gesto una y otra vez, hasta que unas gotas de sudor salpicaron su frente.

Le encantaban los preliminares. Le encantaba crear la necesidad de llegar al clímax y mantenerse al borde del abismo. Sentía la piel caliente, y el alcohol en su organismo hacía que todo le pareciera mucho más fuerte... Mucho mejor.

Nikki hizo círculos con Vincent sobre su coño. Las vibraciones la llevaban tan cerca de lo que realmente quería. Estaba tan mojada, el coño le goteaba por sus burlas, y ya no pudo contenerse más.

Justo cuando estaba a punto de introducir el vibrador en su apretado coño, sonó el teléfono. Nikki pensó en ignorarlo. Era tarde y estaba desesperada por correrse.

Sujetó a Vincent contra su clítoris mientras miraba el identificador de llamadas por curiosidad.

Un número desconocido parpadeó en la pantalla, y luego de pensar qué demonios y encogerse de hombros, cogió el teléfono sin apartar a Vincent de su clítoris palpitante.

—¿Hola? —Nikki respiró pesadamente en su teléfono.

—¡Nikki, hola!

—¿Quién es?

—Oh, mierda, lo siento, nuevo número. Es Louis.

¿Louis? Hacía mucho tiempo que Louis y ella no hablaban. Era un buen amigo y un buen ligue, pero hacía tiempo que no se conectaban.

La llamada al azar no disuadió a Nikki. Estaba confundida y curiosa, pero no se dejó llevar por las ganas, y siguió dando vueltas perezosamente sobre el coño de Vincent.

—¿Louis? Joder, cuánto tiempo. ¿Estás bien?

—Estoy jodidamente borracho y cachondo, Nikki. Estás demasiado lejos para visitarme, así que necesitaba oír tu sexy voz —respondió Louis con voz ronca.

Nikki se echó a reír. No vivían tan lejos el uno del otro. Pero, en este estado físico, sin duda estaban demasiado lejos.

Cuando oyó sonidos en el fondo del teléfono, se rió entre dientes. Él sabía exactamente lo que estaba haciendo.