Asume el riesgo - Portada del libro

Asume el riesgo

Mars Mejia

Capítulo 2

KARA

Vaya mierda. Me quedé mirando el cuerpo inconsciente de Adam con los ojos muy abiertos y llenos de conmoción. Todo había sucedido tan rápido que apenas había podido procesarlo. Aquello era algo que no había esperado.

Mi noche de diversión y despreocupación había terminado. El drama se había apoderado de mí y ahora mi ex novio estaba tirado en el suelo con una marca visible formándose en el lado izquierdo de su cara.

Jess corrió hacia mí y jadeó cuando vio el cuerpo inerte de Adam.

—Oh, mierda. ¿Qué ha pasado? —preguntó con los ojos muy abiertos.

Levanté la vista hacia Jason, que ya me miraba fijamente. Mis rodillas se rozaron. La mirada de Jason era intimidante, pero sus ojos eran hipnóticos.

Parecía que podía leer exactamente lo que estaba pensando.

—Gracias —dije a duras penas. Tenía la garganta seca y tragué saliva como buenamente pude.

—¿Kara? —Jess pronunció mi nombre de nuevo, sacándome de mi trance. Aparté mis ojos de los de Jason y respiré profundamente, esperando que Adam estuviera bien. A pesar de que se lo había ganado a pulso.

Uno de sus amigos lo levantó y comenzó a arrastrarlo hacia el salón.

—Bueno, Adam se ha puesto un poco violento —susurré para que sólo Jess pudiera escuchar.

Ahora había una gran multitud de personas rodeando la escena. Susurraban y miraban a Jason con asombro. Estaba molesto por cómo lo miraban: como a un dios.

Yo sabía que Adam se lo merecía, pero no hasta aquel extremo. Estaba inconsciente y no me sorprendería que se hubiera dislocado la mandíbula. El sonido enfermizo volvió a resonar en mi mente e hice una mueca para mis adentros.

Jess jadeó ante lo que le había dicho.

—¿Estás bien? ¿Te ha hecho daño? —inquirió. Su mirada preocupada se convirtió en un ceño fruncido—. Ese imbécil se lo tenía bien ganado.

Yo estaba totalmente de acuerdo. Aunque en el fondo, una parte de mí protestaba.

Mis sentimientos eran lo único que aún me cegaba.

Mi cabeza tembló al darme cuenta de lo que me habían preguntado.

—Estoy bien. Sólo un poco conmocionada. No tenía previsto ver a Adam aquí. Esperaba evitarlo durante mucho tiempo.

De vez en cuando coincidíamos en alguna clase, pero siempre mantenía las distancias. Me pregunté qué estaba haciendo allí de todos modos.

A Adam no le gustaban las fiestas, por lo que pasábamos gran parte del tiempo juntos viendo películas o poniéndonos al día con nuestros programas de televisión favoritos.

Era una de las cosas que me gustaban de él.

—Ahora que has provocado una escena innecesaria, ¿te importa irte?

Levanté la cabeza para ver los ojos de zafiro de Jason clavados en mí. Su mirada era tan intensa que casi le obedezco inmediatamente. Por suerte, no me quedé totalmente embelesada por sus ojos.

¿Que he provocado una escena? —me burlé con incredulidad. ¡Jason era el que había iniciado la pelea!

—Sí, en efecto —respondió el arrogante joven, sonando bastante molesto. Le miré a los ojos y no aparté la mirada, haciéndole saber que no me iba a echar atrás tan fácilmente.

No había buscado encontrarme con Adam. Como si no me sintiera ya enfadada y molesta, la actitud de Jason sólo lo empeoraba.

—¿Tú acabas de golpear a alguien en la cara y he sido yo la que he montado una escena? —levanté ligeramente la voz, mostrando mi indignación.

—Bueno, tú lo has traído aquí, y no me gusta la gente negativa. Además, puedo hacer lo que quiera. Esta es mi fiesta —señaló. Mi corazón dejó de latir en mi pecho y mi cara se sonrojó de vergüenza.

Aquel simple y pequeño hecho tiró por la ventana cada gramo de valor que me quedaba, pero yo no iba a detenerme.

No había forma de justificar lo que Adam había hecho, pero no quería que me asociaran con él.

Así que en lugar de intentar explicarme y ofrecer una imagen patética, me dejé llevar por el estrés y la ira.

—No me importa. Menos humos, Jackson. No voy a besarte el culo como el resto de esta gente —solté, dejando salir la rabia acumulada en mi interior.

Todas las emociones que experimentaba hacia Adam iban ahora hacia Jason.

Los ojos azules de Jason se enfriaron y dio un paso más hacia mí. ¿Por qué tenía que parecer tan jodidamente sexy?

—Es Jason —me corrigió, cruzando los brazos para parecer intimidante. Sus músculos sobresalían por debajo de la camisa.

Funcionó.

La gente comenzó a murmurar.

—Jason va a humillarla. Me siento mal por ella —susurró alguien entre los curiosos.

Mis dientes se apretaron al escuchar el comentario. Si realmente pensaban que me afectaba lo que pudiera decir Jason, se equivocaban.

—Me importa una mierda. No eres más que un gilipollas arrogante al que le gusta mangonear a la gente y que actúa como si fuera mejor que los demás. Por suerte para ti, yo no soy alguien a quien vayas a mangonear —dejé claro antes de empujarle bruscamente y caminar hacia la puerta.

Su aroma llenó mi nariz y casi gemí por lo bien que olía.

El público guardó silencio mientras esperaba algún tipo de represalia por parte de Jason, pero no ocurrió nada. Ni siquiera me di cuenta de que alguien había parado la música. Los ojos de todos se abrieron desmesuradamente cuando pasé camino de la salida.

—Y me voy porque quiero —espeté.

El aire frío me saludó, haciendo que los mechones de mi pelo castaño me dieran en la cara. Jess me alcanzó y se estremeció debido al debido al frío.

—Te das cuenta de lo que acabas de hacer, ¿verdad?

—Ahora mismo no estoy pensando con claridad —murmuré, caminando hacia mi coche. Lo único que quería era mea casa y ver algo de Supernaturalantes de acurrucarme en mi suave y afelpada cama.

—Jason no va a dejar que te salgas con la tuya —dijo Jess, con un miedo evidente en su voz. No me hizo sentir mejor; de hecho, me hizo sentir peor.

Aquélla era la peor parte del instituto: todo el drama y los rumores. Por suerte, sólo me quedaba un año más soportándolo. No podía dejar de preguntarme qué iba a pasar.

—Lo sé —le susurré, apartando los posibles escenarios de mi mente, que estaba naufragando.

Una vez dentro de mi coche, por fin pude pensar con claridad. Joder. ¿Qué acababa de hacer? Algo me decía que acudir al insti iba a ser una tortura. Pero ya era hora de que alguien pusiera a aquel gilipollas en su sitio.

Conduje de camino a casa reflexionando sobre lo que debía hacer. Sabía que tenía que mantener la boca cerrada, pero estaba jodidamente molesta con Adam y Jason.

No podía permitir que me hablaran de aquella manera. Tenía muy poca paciencia; y ninguna tolerancia con la gente que trataba de buscar pelea conmigo.

Por lo menos le había reprendido.

Sin embargo, no sé qué habría pasado si Jason no hubiera interferido. Me estremecí al pensarlo.

El lunes iba a ser un día muy largo.

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