Asume el riesgo - Portada del libro

Asume el riesgo

Mars Mejia

Capítulo 3

KARA

El lunes siguiente entré en el instituto con los ojos de todos clavados en mí. Hice todo lo posible por evitar las miradas de la masa estudiantil y actué como si no fuese consciente de estar siendo observada.

Jason y yo teníamos dos clases juntos. Inglés y Gimnasia. No había manera de deshacer de lo que había hecho, y ahora tenía que lidiar con ello.

Llegué al aula y me senté rápidamente en mi sitio habitual, que había decidido que era el mejor ya que estaba en la parte delantera. Mi mochila aterrizó a mi lado con un fuerte golpe.

Un momento después, algo ligero rebotó en la parte posterior de mi cabeza. Mi cuerpo se quedó congelado. ¿Qué coño era aquello? Miré al suelo y me fijé en la bola de papel arrugado que había junto a mi pie.

La situación llamó la atención de mis compañeros de clase y todos me observaron con curiosidad.

Mis ojos recorrieron la sala, haciendo frente a decenas de pares de ojos. No podía dejar que me influyera, no delante de todos. La rabia se apoderó de mí, pero era demasiado terca, así que fingí que no me afectaba en absoluto.

Seguí mirando alrededor de la clase y, por supuesto, Jason Kade estaba sentado al fondo con una sonrisa orgullosa grabada en su rostro.

Apreté los dientes y me contuve para no atacarlo en aquel momento. Nunca me había metido en problemas, y no iba a cambiar aquello por culpa de un estudiante gilipollas.

—¿Se deberá esto a que hice que Jackson quedara como un bobo? —me burlé en voz alta.

Sabía que llamarle por el nombre equivocado le irritaría. Y funcionó:, porque vi que la sonrisa de su cara disminuyó ligeramente, pero lo suficiente para que me diera cuenta.

—Jason —corrigió él, irritado y apretando los dientes. Es decir, dándome la razón. Los intensos ojos azules de Jason se entrecerraron, clavándose en mí de una manera casi literal.

Me maldije por sentirme excitada. Le odiaba a muerte, pero no me importaría que me entrara a matar.

Fue un enfrentamiento acalorado.

—Eso es lo que he dicho: Jackson —reiteré. Mis ojos se apartaron y me levanté para ir a la enfermería. La habitación permaneció en silencio mientras yo movía las caderas, caminando hacia la enfermería para fingir dolor de estómago.

—Vaya —Jess casi escupió su agua sobre mí mientras hablaba e intentaba beber agua al mismo tiempo. Le conté lo que había pasado en la clase de Inglés.

Cuando volví a mi aula, después de que la enfermera se diera cuenta de mi artimaña, fue como si no hubiera pasado nada. Dirigí una mirada a Jason, pero ni siquiera hizo ademán de reconocerme.

Tal vez había llegado a él.

Ladeé la cabeza mientras estudiaba los garabatos ilegibles y abrí mi taquilla.

Alguien había dejado en ella una nota adhesiva con una figura de palo a la que le salía vapor de las orejas. Parecía un personaje de anime enfadado.

—Con todo lo que ha pasado con Adam, no tenses la cuerda —susurró Jess, y yo dejé escapar un suspiro.

—No puedo creer que pensara que seguíamos juntos —aluciné. Mis ojos se encontraron con los de Jess mientras revolvía en mi casillero para cambiar los libros de texto.

Mi mano se detuvo cuando algo peludo se movió junto a ella. Qué extraño.

No tenía nada peludo en mi taquilla, o al menos eso pensaba; aunque lo cierto era que apenas la usaba.

Empecé a sacar la mano y me detuve a mitad de camino cuando la cosa peluda volvió a moverse, confirmando que no me lo había imaginado. Mi cuerpo se congeló y mi corazón palpitó con fuerza.

Mis ojos se cerraron con tanta intensidad que pude sentir cómo se me torcía la cara. La cosa se movió a lo largo del dorso de mi mano y casi me meo encima.

—Jess, ¿qué coño tengo en la mano? —pregunté. Me quedé paralizada de miedo al oírla jadear con fuerza. Aquello no era una buena señal.

—No abras los ojos —me recomendó con voz temblorosa—. Y no hagas ningún movimiento brusco.

Una parte de mí quería mirar, pero estaba completamente aterrada. Si Jess estaba asustada, sabía que yo también lo estaría porque ella no es una persona que se asuste fácilmente.

Lo que había en el dorso de mi mano comenzó a moverse de nuevo, dirigiéndose lentamente hacia mi muñeca.

Temblaba tanto que juraba que podía oír el ruido de mis huesos. La curiosidad me venció y mis ojos se abrieron de golpe.

Un fuerte grito salió de mi boca cuando vi que una tarántula gigante se movía por el dorso de mi muñeca. Sus patas peludas siguieron recorriendo lentamente mi antebrazo, y agité furiosamente la mano para quitármela de encima.

—¡JESS! ¡MÁTALA! ¡OH, DIOS MIO! —grité, fuera de mí, viendo cómo el bicho regresaba al interior de mi taquilla.

Estaba tan intimidada por las arañas que lloraba cada vez que veía una.

Unas risas surgieron detrás de mí y me giré. Jason me miraba desde el fondo del pasillo, con una gran sonrisa y dos de sus amigos gilipollas a su lado. Mis manos se cerraron en un puño y eché humo.

Estaba casi segura de que tenía exactamente el mismo aspecto que el dibujo del Post-it.

—¡Tú!— chillé y me dirigí hacia Jason con pasos pesados. Cuando me acerqué a él, trató de dejar de reírse e hizo un débil intento de mantener la cara seria.

Cuando eso falló, se tapó la boca con la mano y fingió toser para detener la risa que estaba conteniendo.

Los brillantes ojos azules de Jason estaban llenos de diversión.

—Veo que has conocido a Spike —comentó.

—No entiendo lo que intentas hacer —dije. Mi mano conectó con su hombro, empujándolo bruscamente en un intento de parecer intimidante—, pero estoy empezando a cabrearme.

Él dio un paso adelante con una gran sonrisa todavía dibujada en su cara.

Jason intentó pegar su pecho al mío, pero yo gemí con incredulidad y me alejé.

No sabía cuánto tiempo más iba a poder aguantar sin perder los estribos.

—Estoy bastante segura de que esa cosa pertenece al laboratorio de Ciencias del señor López —dijo Jess estremeciéndose. Doblamos la esquina y enfilamos el pasillo.

Un objeto pequeño me golpeó en la nuca. Mi cuerpo giró por completo y me preparé para ahogar a Jason.

En su lugar, me encontré con una cabeza que asomaba desde un aula. Mi cuerpo tenso se aflojó y mis cejas se fruncieron en señal de confusión.

—Kara, ven aquí —susurró el rostro enmarcado en voz baja—. Pero sólo tú.

Sacudí la cabeza y empecé a girarme, ignorando al chico conocido.

Puedo ayudarte a recuperar a Jason —añadió.

Me detuve a mitad de camino y le miré bien. Se trataba de Mario, un chico de mi clase de Historia.

—Si quieres mi ayuda, ven aquí —insistió. Miré a Jess, que asintió y se dirigió a su siguiente clase.

—¿Cómo crees que puedes ayudarme, exactamente? —pregunté al chico de pelo negro, que abrió ligeramente la puerta. Dentro había unos cuantos estudiantes trabajando en un proyecto de Ciencias.

—Tengo algo que vas a poder usar contra él. Lo dejaré en tu mesa el viernes en nuestra clase de Historia. Todo lo que necesito saber es dónde te sientas, y una vez que lo tengas en tu poder, es importante que lo lleves al equipo de noticias en el aula B102— explicó minuciosamente.

Me sentí como si estuviera a punto de embarcarme en una misión para salvar el mundo, con el tipo de órdenes que me estaba dando. Rápidamente le dije dónde me sentaba, pero la pregunta que me moría por hacer estaba aflorando.

—¿Por qué me ayudas? —quise saber. Entorné los ojos hacia él.

¿Un tipo con el que no hablaba nunca había decidido ayudarme? Percibía que me estaban tendiendo una trampa, y no iba a dejar que nadie más en aquel instituto se metiera conmigo.

—No lo hago por ti. A Jason y a mí nos gusta bromear mucho, así que digamos que quiero recuperarlo. Da la casualidad de que mi plan también funciona a tu favor. No tienes que confiar en mí ahora, pero lo entenderás el viernes. Nos vemos entonces.

Mario me dedicó una pequeña sonrisa y volvió dentro del aula.

—Puedes hacerlo. Un día más y podremos irnos el fin de semana.

Jess me dedicó una sonrisa alentadora mientras caminaba hacia mi última hora con ella. Intentó brindarme una pequeña charla de ánimo para evitar que arremetiera contra alguien por rabia.

Por suerte, había sido el día más tranquilo de todos. Principalmente porque era viernes y todo el mundo quería irse a casa y relajarse.

En general, toda la semana había sido una pesadilla y completamente agotadora. Me había pasado factura, pero había sobrevivido.

Había pasado la mayor parte de la semana evitando a Adam, pero había sido difícil por haber tenido un par de clases juntos.

No pude evitar sonreír cuando salí y vi a Jason haciendo tiempo en el pasillo con algunos de sus amigos.

Me devolvió la sonrisa y me miró de arriba abajo. Puse los ojos en blanco cuando me guiñó el ojo. Pero aún así me excitó.

Poco sabía él de lo que iba a pasar. Lástima que no iba a estar allí para ver su reacción. Estaba seguro de que iba a ser impagable, pero al menos tenía una oportunidad de recuperarlo.

Antes, en la clase de Historia, había recibido la ayuda que necesitaba de Mario. Me había dado una foto de Jason de la escuela secundaria, en la que tenía un aspecto completamente diferente.

El pelo rubio de Jason tenía un vergonzoso corte de pelo en forma de cuenco y las monturas que llevaba cubrían la mitad de su cara llena de granos, haciendo que sus ojos parecieran mucho más grandes de lo normal.

Al parecer, Jason odiaba esa foto más que nada en el mundo, y Mario había decidido que era justo compartirla teniendo en cuenta que la última broma que Jason le había hecho hizo que Mario estuviera castigado durante dos semanas.

Mario no me había dado más detalles al respecto, pero de cualquier manera fui a la sala de prensa de la escuela y les entregué la foto.

La sexta hora llegó rápidamente y me senté pacientemente a esperar los últimos minutos de clase. Di un salto de sorpresa cuando se encendió la televisión del aula.

Todos miraron la pantalla esperando que apareciera el equipo de noticias del instituto, pero para su sorpresa era otra cosa.

Contuve la risa cuando apareció la lamentable foto de Jason. Los estudiantes susurraban entre sí. No pude evitar sonreír con picardía.

Sonó el timbre y todos salieron corriendo de la clase para cotillear sobre lo que acababa de ocurrir. Me dirigí al casillero de Jess de inmediato mientras sonreía salvajemente. Me moría de ganas de contárselo todo.

—Algo me dice que estás involucrada en lo que acaba de suceder —conjeturó. Sus ojos se abrieron al máximo antes de reírse.

Me encogí de hombros antes de dedicarle una sonrisa tortuosa.

—Tal vez —concedí.

Jess estaba a punto de responder cuando sus ojos se desviaron hacia más allá de donde me encontraba y se ensancharon.

—Aquí es donde el karma vuelve a morderte el culo —filosofó.

Me di la vuelta para ver a un Jason enfadado que se dirigía hacia mí. Jess chilló aterrorizada. ¿Cómo sabía que había sido yo?

Me mordí el labio para contener la risa, ignorando el nudo nervioso que se me había formado en la boca del estómago.

Jason chocó con algunos transeúntes inocentes y éstos retrocedieron unos pasos mientras lo miraban con desprecio. Le maldijeron en silencio al pasar, sabiendo que debían mantener la boca cerrada.

—¿De dónde has sacado esa foto? —gruñó Jason una vez que llegó a mí.

Me debatía entre negar que era yo o simplemente jugar con él. Por supuesto, elegí lo segundo y me encogí de hombros, fingiendo estar demasiado ocupada para él.

—¿Ha sido Mario? —gruñó Jason con una mirada furiosa. Iba a replicar con una respuesta ingeniosa, pero entonces surgió en mi mente una idea más astuta.

Puse lentamente mis dos manos en su pecho y me incliné hacia delante para que nuestras caras estuvieran a pocos centímetros de distancia.

—¿Está Jackson enfadado porque va perdiendo? —susurré.

Tenía claro que mi idea había funcionado, porque su respiración aumentó y le oí gemir ligeramente cuando recorrí con mis dedos su musculoso abdomen.

Joder. Estaba caliente. Me tomé un momento para disfrutar de su tacto bajo las yemas de mis dedos antes de obligarme a apartarme.

Me reí fríamente, lo que le sacó de su trance, y me giré para ver a una Jess confundida.

—Vamos —insté. La agarré de la muñeca y di un paso antes de que Jason me detuviera bruscamente sujetando mis caderas con fuerza.

Mis pies se enraizaron y mi respiración se agitó.

Jason me volvió a acercar a su firme pecho y pude sentir su cálido aliento contra el lado izquierdo de mi cuello. Se me puso la piel de gallina y cerré los ojos mientras su boca se acercaba a mi oreja.

—No juegues a un juego que no puedes ganar —susurró Jason antes de que su calor corporal desapareciera. Abrí los ojos y traté de calmar mi respiración.

Aquello fue demasiado frustrante para mí. Jason podía ser molesto, pero tenía que admitir que era extremadamente atractivo. Frustrante, pero aún así muy atractivo.

—¿Qué acaba de pasar? —los ojos marrones de Jess se abrieron como platos mientras se movían entre la espalda de Jason y mi cara de asombro.

Me tomé un momento para reproducir el momento en mi cabeza, y luego dejé escapar un suspiro frustrado. Aquello no había ido como esperaba, me había salido el tiro por la culata. Debería de haberlo sabido.

Creo que me he metido en un buen lío.

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