Sabelotodo - Portada del libro

Sabelotodo

Sir Ellious

Capítulo 2

Ava

Después de un delicioso lunes al que he logrado sobrevivir si os lo preguntabais, ahora estoy sentada en el comedor de nuestro instituto, un lugar bastante agitado.

Por fin es viernes, y esto significa que todo el mundo está emocionado por el fin de semana. Los adolescentes se gritan y ríen mientras se reúnen con sus amigos. Yo gimo sentada a mi mesa.

Es mi mesa porque Lily y yo somos las únicas que nos sentamos aquí.

Muy triste, lo sé, pero ningún chico quiere ser visto tratando conmigo porque eso bajaría su estatus social y podría poner una diana en su espalda, a menos que, por supuesto, estuviera tratando de utilizarme.

Miro a Lily, que tiene su mirada puesta en la mesa popular, para ser más precisos está observando a Declan Reed. Está enamorada de él desde que Declan le pidió las respuestas de un examen de Ciencias.

Es algo tierno y, sin embargo, no quiero que le hagan daño.

Sé cómo es Declan y no quiero que se meta con mi mejor amiga. Le arrancaría la cabeza de los hombros si alguna vez llega a hacerle daño.

Suspiro mientras miro detrás de mí y observo también la mesa popular. Declan está charlando con los gemelos, seguramente sobre una fiesta que van a dar.

Los gemelos son los bromistas y los organizadores oficiales de fiestas del instituto.

Básicamente son como Fred y George Weasley, al igual que ellos tienen el mismo pelo rojo encendido y el mismo humor y la capacidad de hacer reír a cualquiera sin importar la situación.

He coincidido en unas cuantas clases con ellos y sé que son capaces de hacer reír a la gente, incluso a los profesores; aunque lamentablemente la mayoría de las veces me ha tocado recibir sus bromas: el clásico cubo colocado en lo alto de una puerta y que te cae en la cabeza al entrar, pegamento en mi silla para que no pudiera levantarme, ponerme chicle en el pelo y mi favorita: encerrarme en los armarios de la limpieza.

No era del todo malo porque al menos podía hacer mi tarea en paz y tranquilidad. Los profesores nunca han hecho nada para evitarlo, así que al final he dejado de contárselo a la gente y he aprendido a lidiar con ello.

Los gemelos no son ratas de gimnasio como el resto, gracias a Dios, pero eso significa que la mayoría de las veces era otra persona la que me cogía y me metía en el armario.

Miden alrededor de metro setenta y se llaman James y Justin, lo que resulta aún más confuso, ya que la gente los confunde porque se parecen mucho, aunque no son idénticos.

Son muy amables cuando no están gastando bromas y nunca se han preocupado por las chicas.

Están demasiado ocupados cuchicheando con Declan para idear la última travesura o las bromas.

Como ninguno de los dos ha sido visto nunca con una tía, sospecho secretamente que pueden ser homosexuales, pero nunca se lo diría a la cara.

Al lado de Declan en la mesa se sienta Liam, que está hablando con una chica que en mi opinión es muy bonita. Se le ve bastante nervioso mientras la chica se sonroja y se ríe de lo que él le dice, lo que sólo parece aumentar su confianza.

La verdad es que es refrescante ver a uno de estos tipos esforzándose por impresionar a una chica y no intentando meterse a toda costa en sus bragas, que es para lo que suele servir la pausa del almuerzo.

Luego está Hunter, que tiene a una chica en su regazo. Se están comiendo la boca, ¿puedo decir que es asqueroso?

Sus manos se enredan en el pelo rubio blanqueado de ella mientras la acerca a él como si no estuvieran ya pegados.

Siento que mi apetito me abandona, mientras vuelvo a mi comida pero la imagen mental de Hunter besándose con una chica al azar se graba en mi mente, provocándome pesadillas para una buena temporada.

¿Saben que esto es una cantina donde se come y no un club de estriptís o lo que sea?

La chica en el regazo de Hunter apenas lleva ropa; sin embargo, el poco material que hay ahí es demasiado pequeño para ella y básicamente se puede ver todo, algo que no me apetece. Pongo cara de asco y miro a Lily que ahora está enviando mensajes de texto en su teléfono con una mirada lejana en su cara y un toque de tristeza.

Suspiro y apoyo la cabeza en los brazos colocados sobre la mesa mientras espero que acaben las clases.

Aunque todavía me quedan dos clases más, por suerte una de ellas es un periodo libre lo que significa que puedo adelantar trabajo y completarlo todo para la semana que viene. Por suerte, he preguntado a mis profesores qué van a tratar esa semana.

Siento que una silla se mueve a mi lado y luego una presencia humana ocupa el espacio vacío. Como buena sabelotodo, soy muy antisocial como la mayoría: si puedo evitar el contacto humano lo haré.

Levanto la cabeza de los brazos y miro fijamente al chico que se sienta a mi lado, tiene una gran sonrisa en la cara, como si no se diera cuenta de que sólo por sentarse a mi lado podría bajar su estatus social y recibir una paliza.

Lo reconozco como el mismo chico de antes, el que chocó conmigo y me llamó guapísima.

Siento un ligero ardor en mis mejillas y uso mi pelo para ocultar mi cara. Dejo que mi coleta se balancee frente a mi rostro mientras hago lo posible por ignorar su presencia.

—Hola —dice. Su voz es suave y acogedora, como si no se diera cuenta del peligro que corre.

El desconocido me está hablando, ¿qué hago? Si me voy, pensará que soy rara. Está bien, sólo saludaré, puedo con esto.

Noto que mi ritmo cardíaco se acelera y la sangre martillea en mis oídos, mi mente se siente mareada y creo que podría desmayarme.

—Hola —saludo. Mi voz sale más alta de lo normal y mi vergüenza no hace más que aumentar. Me sonríe. Es guapo y tiene hoyuelos cuando sonríe pero ese gesto no se refleja en sus ojos.

—Eres Ava, ¿verdad?

Asiento mientras trago la saliva de más que se me ha acumulado en la boca y rezo a quienquiera que esté escuchando para que no me haya oído o notado tragar. ¿Cómo sabe mi nombre?

—Bueno, Ava, ¿nos vemos en la biblioteca dentro de cinco minutos?

De nuevo, asiento y veo cómo se aleja hacia la biblioteca a través de las puertas dobles antes de desaparecer de la vista. ¿Por qué he aceptado encontrarme con un extraño al azar?

Miro a Lily en busca de algún consejo, pero me doy cuenta de que me ha dejado. Ha debido de irse cuando han aparecido los chicos. Traidora.

Supongo que será mejor que vaya a la biblioteca, probablemente quiere que le haga los deberes o utilizarme para sentirse mejor con lo horrible que es su vida.

Ese es el resumen habitual de estas situaciones: hacer sus deberes y no volver a hablar con ellos y que me ignoren en los pasillos o que me muelan a golpes y hagan como si nunca hubiera pasado.

Suspirando, salgo de la cantina y camino por los pasillos rumbo a la biblioteca, hay silencio y empiezo a ponerme nerviosa. Puedo oír el eco de mis pasos mientras avanzo.

Es agradable no estar atrapada en el frenesí de la gente mientras tratan de llegar a sus clases a tiempo. Para alguien de mi estatura es difícil moverse entre estas multitudes: las hordas de personas que me rodean me empujan y me arrastran..

No importa, porque les daría igual si pudieran verme. La mitad de las veces creo que sí, pero simplemente les gusta empujarme sólo porque pueden, ya que nunca hago o digo nada de vuelta; eso sólo empeoraría las cosas.

Entrando en la biblioteca me doy cuenta de lo silenciosa que está, normalmente la gente está aquí intentando hacer su trabajo y comiendo en secreto su almuerzo, ya que están demasiado asustados para ir a la cantina. Lo sé muy bien, ya que a veces me escondo en este recinto porque ninguna persona popular quiere ser pillada ni muerta en la biblioteca.

No hay nadie a la vista mientras recorro con la mirada la inmensa sala.

Veo al tipo que me pidió que viniera, que está acechando en las sombras donde hay un montón de libros en las estanterías que le cubren con un resplandor más oscuro.

Me acerco a él nerviosa, tanteando con las manos, y me sonríe desde las sombras, lo que me hace sentir incómoda, como si él fuera el gato y yo el ratón.

—Estás preciosa —me suelta. Su voz es baja y suave y hace que todo mi cuerpo se ilumine y sienta un cosquilleo.

Siento que mis mejillas se calientan ligeramente y agradezco que esté oscuro aquí para que él no pueda ver los efectos que tiene en mí, no entiendo por qué me provoca esto ni por qué me importa.

Me agarra de la mano y me acerca a él, atrapándome entre la estantería y su cuerpo.

Puedo sentir el calor que desprende su cuerpo y su aliento abanicando mi cara, como pequeños y dulces besos de menta.

Se me corta la respiración en la garganta y el corazón está a punto de salirse del pecho como un animal enjaulado. El chico se inclina hacia delante y acorta la distancia que nos separa, con su cara a escasos centímetros de la mía.

Lo veo mirar mis labios. ¡Dios mío! ¿Qué hago? Esto no puede estar pasando; ni siquiera conozco al tipo y no estoy segura de querer besarlo.

Mi mente se vuelve negra y me quedo congelada mientras el chico cierra la brecha entre nosotros. Hay apenas un centímetro entre nuestros labios.

Puedo sentir su aliento extendiéndose sobre mi cara con más intensidad, el olor a menta insinuándose como una ola del mar.

Mi mente se reinicia de repente al ver sus ojos cerrarse, no sé si estoy preparada para esto: ni siquiera lo conozco.

Me entra el pánico, no le conozco, esto está muy mal, no puede llevarse mi primer beso.

Entonces se aparta y empieza a sonreír y a reír. Estoy muy confundida. Me mira y ya no parece dulce, parece un monstruo.

Sus ojos son afilados y fríos, su sonrisa es reemplazada por una mueca malvada y siniestra. No hay calidez en su rostro, sólo líneas duras y odio en sus rasgos.

Se retira y mira a su alrededor como si esperara que la gente salga a felicitarle por la increíble broma que acaba de perpetrar.

—,¿De verdad creías que te iba a besar? Mírate, no eres nada guapa pareces el culo de una vaca. Apuesto a que nunca te ha besado un chico, ¿verdad?

—¡No eres más que una sabelotodo y eso es todo lo que serás!

Puedo sentir las lágrimas burbujeando en mis ojos, me ha engañado sólo para poder hacerme daño. Ni siquiera sé quién es, ¿por qué hacerme esto?

Oigo más voces que se unen a las risas mientras veo a un montón de gente salir de las sombras con cámaras y teléfonos apuntando hacia mí.

Al frente está Jessica, la chica que Lily y yo odiamos a muerte. Siento que las lágrimas caen por mi cara como una cascada mientras la gente me señala y se ríe de mí.

Jessica me pone el teléfono en la cara y me sonríe. El dolor que siento por haber sido engañada de una manera tan íntima me está destrozando. La vergüenza y el dolor son demasiado, así que salgo corriendo. Siempre lo hago.

Corro tan rápido como mis pequeñas piernas pueden llevarme fuera de la biblioteca mientras sus rostros persiguen mis sueños. Aún puedo escuchar su risa mientras rebota alrededor de mi cabeza como una bala, burlándose de mí como el mismo diablo.

Siguiente capítulo
Calificación 4.4 de 5 en la App Store
82.5K Ratings
Galatea logo

Libros ilimitados, experiencias inmersivas.

Facebook de GalateaInstagram de GalateaTikTok de Galatea