Luna bendecida - Portada del libro

Luna bendecida

KristiferAnn Thorne

Capítulo 2

MÁS TARDE ESA MISMA NOCHE

Abigail gritó y se retorció de dolor. Le ardía el cuerpo y las hierbas no ayudaban. Nada ayudaba.

Después de la traición que había sufrido, nada podría hacerlo.

Trajeron al médico de la manada para darle un sedante. Eso podría ayudar a su cuerpo, pero nada podría ayudar a su corazón.

Como Alfa de la manada, Edward era más que un padre para su hijo. Tenía una responsabilidad con toda la manada para mantenerlos a salvo. Para mantenerlos en orden.

La traición de su hijo a su compañera fue una gran vergüenza, pero no impidió que Edward cumpliera con su deber hacia la manada.

Encerró a Carson en una celda en el otro extremo de las tierras de la manada y ordenó a los guerreros que montaran guardia.

Carson se había estado transformando, había estado fuera de control una y otra vez, mientras luchaba por llegar a Abigail. Puede que no la amara, pero seguía siendo su compañera y estaba en celo.

Fue un duro castigo. Había ido en contra de todos y lastimado a su compañera de la peor manera posible.

La creciente ira de Carson lo estaba consumiendo. No podía oponerse al deseo de llegar hasta su compañera y además quería ver a la mujer que realmente amaba.

Negarle la cercanía de su amor y de su cachorro nonato era un castigo adicional que amenazaba con destrozarle.

Edward aún intentaba decidir si debía impedir que su hijo fuera a ver a Taylor mientras durara el embarazo. El acto de Carson no solo había perjudicado a Abigail, sino a toda la manada.

Corrientes subterráneas de dolor se filtraron a través de todos ellos. La vergüenza, la confusión y la desconfianza pueden impactar gravemente a una manada. Si no podían confiar en su Alfa, la manada se desmoronaría.

La loba de Hazel no estaba contenta y le había gritado varias veces. Ella quería proteger a su propio cachorro independientemente de cuál fuera su edad, pero Edward sabía que tenía que tener en cuenta a toda la manada y no solo a su pareja y a su cachorro.

Edward llamó a Michael y a Jacob para tener una reunión privada.

Un fuerte golpe sonó en la puerta.

―Guerrero Michael, puedes entrar.

El guerrero inclinó la cabeza por respeto al líder, no al hombre.

―Siéntate ―Edward refunfuñó y sacó una botella de licor ámbar. Llenó tres vasos.

Olfateó a su Beta acercándose a la puerta.

―Beta Jacob, puedes entrar.

Jacob estaba tenso. Entró e inclinó la cabeza.

―Siéntate. ―El Alfa señaló la silla vacía.

Jacob cogió el vaso que Edward deslizó hacia él a través del enorme escritorio. Michael hizo lo mismo.

―Caballeros... ―Edward dio un sorbo al fino licor y se recostó en su silla―. ¡Malditos cachorros!

Bajó el puño de golpe.

―Estoy en una posición imposible.

Los hombres estaban callados. Esta noche estaban aquí como padres, aunque en bandos opuestos.

―Carson solo se hace más fuerte a medida que su lobo se vuelve más ansioso. Quiere estar con su pareja para su celo, quiere estar con su cachorro nonato, y anhela a la joven por la que no teníamos ni idea de que sentía algo.

Edward suspiró y dio un sorbo a su bebida.

―Sabéis tan bien como yo que una futura Luna marcada, apareada y ahora rechazada será además rechazada por todos. Y no solo por los nuestros, sino por todas las manadas. Considerada indigna por su compañero Alfa, llevará siempre esa mancha.

La voz de Michael rechinaba de cansancio.

―Siento, hermano, el dolor de tu familia. ―Jacob extendió la mano hasta el antebrazo de Michael, en señal de respeto.

―¿Cuánto tiempo llevan Carson y Taylor? ―La realidad era que Edward y Hazel nunca habían olido a nadie más que a Abigail en su hijo.

―Muchas, muchas lunas. No vivir con Abigail le dio tiempo para que el olor de Taylor se desprendiera de él.

―¿Por qué no viniste a hablarme de esto? ―Edward estaba enfadado porque su Beta no acudiera a él por algo tan serio.

Jacob suspiró y dio un trago a su bebida.

―Dijo que sus intenciones eran decírtelo después de que él y Taylor consumaran. Yo no quería sobrepasarme con un futuro Alfa, pero le dije que si no lo hacía, que forzaría la situación.

»Por eso me pidió que nos convocara a todos esta mañana. ―Edward cerró los ojos y suspiró.

El lobo de Michael, en lo más profundo de su ser, se enfureció.

―¡Abigail está sufriendo! Por culpa de tu hijo, un chaval que incluso consideraba mío. Ellaes la única que sufre en todo esto. Sin embargo, Carson ni siquiera perderá su título.

»Tendrá a su cachorro y a la mujer que ama. Y la pobre Abigail lo perderá todo. ¡Nuestra propia manada la rechazará por instinto!

―Eso es culpa mía. Le dije que no se acercara a ella. Quería que la situación se calmara. Supongo que no sabías que Taylor estaba con el cachorro hasta esta mañana ―Edward miró a su Beta.

―Olí el cambio en su olor esta mañana, y creo que el futuro Alfa también ―Su pecho se infló. Su lobo iba a tener un nieto. Protegería a su hija embarazada.

―Espero que sea marcada y oficialmente apareada. No cargará con la vergüenza ―declaró Jacob.

―¿Pero la mía lo hará? ¿La mía llevará la vergüenza de tu hija? ¡Ella es inocente en esto, y tendrá que cargar con esto de por vida! ¡Ella no hizo nada malo! ―Michael estaba rojo del enfado.

Los aullidos se elevaron sobre la tierra de la manada. Carson estaba fuera de control y estaba rompiendo sus cadenas. Todos podían sentir su necesidad de escapar.

―¡Mierda! ―Los ojos de Edward brillaron―. Tengo que ocuparme de Carson. Haré lo que pueda para ayudar a Abby. Ve a protegerla. Si se suelta, vendrá a por ella.

Todos sabían lo que pasaría si Carson era capaz de llegar a su compañera. Ya había habido suficiente destrucción a manos de su hijo. Edward no podía permitir que hubiera más.

―No me retiraré si viene a por ella ―Los ojos de Michael brillaron, y un gruñido de su propio poder reverberó en la habitación.

―Lo mantendré alejado. Debo irme. Jacob, he perdido la confianza en ti como mi Beta. Discutiremos esto más tarde.

Edward se transformó con rapidez y corrió hacia la celda donde tenían a Carson.

Los aullidos del interior se habían convertido en chillidos desesperados. Todos los guerreros a los que Edward había ordenado vigilar la celda se habían transformado y caminaban con los pelos de punta.

Su lealtad a su Alfa normalmente se extendería a su hijo, su futuro Alfa. Pedirles que atacaran al lobo de Carson era difícil para ellos, pero lo harían si fuera necesario.

Michael y un grupo de guerreros custodiaban la celda de Abigail. Fiona y un grupo de guerreras atendían a su hija. El médico de la manada había venido y le había dado un sedante a Abigail.

Había estado gritando que necesitaba a Carson, arañando las paredes para escaparse y poder estar junto a él. Incluso los guerreros podían oler al Alfa en el viento, y sin duda, como compañeros que eran, ella también.

Carson había sido inmovilizado con cadenas y esposas, pero éstas no iban a retenerlo mucho más tiempo. Hazel se había transformado en su magnífica forma de loba. Gruñó y dio manotazos a los guerreros de la manada que sujetaban a su cachorro.

Aunque Edward se sintiera orgulloso de su increíble y feroz compañera, no podía permitir que interfiriera en el cautiverio de su hijo.

―¡Te ordeno que te vayas a casa, Luna! ¡Ahora! Edward vio cómo su compañera se iba corriendo. Se volvió hacia la puerta abierta de la celda y vio a su hijo luchar contra las ataduras que lo mantenían dentro.

―¡Este es tu castigo, Carson! Has cometido graves errores que expiarás de la mano de la Diosa de la Luna. Mi atención se centra en la compañera que vas a rechazar, para ayudarla lo mejor que pueda.

»¡Has arruinado su vida! ¡Egoísta de mierda! ¡No eres apto para ser Alfa, y no habrá ceremonia!

Carson cambió a su forma lobuna y dejó escapar un nivel de poder Alfa que Edward nunca había visto en él. Una mezcla de orgullo y vergüenza se generó en el interior de Edward.

El comportamiento de su hijo había sido tan vergonzoso que tuvo que negarle el estatus de Alfa, pero estaba claro que Carson estaba hecho para ese papel. Edward tenía que tomar la mejor decisión para la manada, por mucho que le hiriera personalmente.

―Si no te controlas, te mantendré alejado de tu cachorro hasta que nazca. ¡Has sido muy egoísta! No has tenido en cuenta lo que implica esto para el resto de su vida. Lo que significa para una futura Luna apareada, marcada y rechazada lo que has hecho.

»Toda su vida,Carson. Será rechazada por todas las manadas y vista como despreciable. Su propia pareja, un Alfa, no la quiso después de marcarla. La has puesto en un infierno sin pareja, una nómada sin manada. Morirá por tu culpa.

El lobo de Carson luchó por mantener el control, pero al oír las palabras de su padre, volvió a su forma humana. Sus ojos se abrieron de par en par.

―¿Qué? ―Tenía la voz ronca y soltó un grito de dolor―. ¿Qué quieres decir con nómada?

―¡Fue entrenada para ser una Luna, apareada con un Alfa! Está marcada, apareada... Lo único que faltaba era la ceremonia y la consumación. Básicamente es como si fuera rechazada en el altar ―gritó Edward.

La ceremonia final era necesaria para completar el vínculo. Carson había pospuesto la ceremonia a propósito hasta el último momento. Todo el mundo se había estado preguntando por qué Abby y él no vivían todavía juntos.

―Todos la considerarán indigna, igual que tú. Rechazaste a uno de los miembros de tu propia manada incluso antes de tener el título. ¿Qué clase de líder crees que me demuestras ser a mí y a esta manada?

Carson se desplomó sobre sus ataduras, con el pecho agitado. Sacudió la cabeza y dejó escapar un gemido bajo. El labio de su padre se curvó.

―¿Por qué te escandalizas? Esto ha estado en los libros que has estado leyendo. Lo que pasa cuando un compañero es rechazado, da igual que seas un Alfa o un Omega. ¿No has estado estudiando?

Edward esperó la respuesta que ya sabía.

―¿Cuánto tiempo has estado acostándote con la hija del Beta Jacob?

―Más de un año.

―Te voy a dar una lección, Carson, y va a ser dolorosa.

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