Mesa once - Portada del libro

Mesa once

Lora Tia

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Chapter
15
Age Rating
18+

Summary

Elnora acude a un club de caballeros de alto nivel y cree que el apuesto hombre que está en su mesa es su cita a ciegas. Acepta ir a su casa para tener una aventura de una noche muy caliente. Pero no sabe que los supuestos caballeros del club están ahí para una subasta especial... y ella es uno de los premios...

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52 Chapters

Chapter 1

Capítulo 1

Chapter 2

Capítulo 2

Chapter 3

Capítulo 3

Chapter 4

Capítulo 4
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Capítulo 1

ELNORA

—Este es un club privado, señorita —dijo el hombre corpulento que custodiaba la puerta negra. Sus gruesas y rebeldes cejas se fruncieron de forma inquietante.

Dando un paso atrás, Elnora miró alrededor de la calle antes de verificar la dirección que Marcy le había enviado.

Era un lugar llamativo para un club, pero la dirección era la correcta. Después de echar otro vistazo rápido a la calle, volvió a prestar atención a los guardias.

—Estoy segura de que es aquí —afirmó Elnora.

—Señora, a menos que su nombre esté en la lista, o que conozca la contraseña, no va a entrar —dijo el otro guardia vestido entero de negro.

¿Señora? ¿Como si tuviera cien años?

Elnora lo miró antes de apoyar las manos en las caderas. Se acabaron las citas a ciegas, y se acabó el dejar que Marcy la llevara a lugares que podrían conducir a su asesinato.

Aunque bien podría haber llamado a un taxi y ahorrarse la vergüenza, hacía meses que no salía de su ático; necesitaba esto.

Marcy era prácticamente su única amiga y socia de la empresa de ciberseguridad que habían creado al salir de la universidad. Era una buena amiga y mucho más cariñosa que su madre, que estaba obsesionada con su propia vida amorosa.

—Tengo una cita a ciegas —resopló Elnora.

Una de la que se arrepentía y a la que sólo había accedido para que Marcy la dejara en paz durante un tiempo. Y lo que era más importante, una que necesitaba para desahogarse.

Para su sorpresa, eso pareció llamar la atención de los guardias. Intercambiaron una mirada entre ellos y el más bajito de los dos sacó un iPad.

Se entretuvo un minuto y luego asintió a su compañero, que abrió la pesada puerta negra en el momento justo.

—Disfrute de la noche, signorina —añadió con una sonrisa falsa.

Elnora dudó un minuto ante el sutil sonido de la música que se coló al abrir las puertas. Finalmente, recorrió la entrada iluminada de azul y avanzó con cautela hasta llegar a la recepción.

—¿Tú eres la de la cita~ a ciegas~? —preguntó el larguirucho que había tras el mostrador, con una ceja arqueada y una incredulidad que la hizo resoplar.

Elnora se apartó de la cara los mechones ombré de color caramelo. Había tardado una buena hora en tener el pelo así de perfectamente rizado para esta noche; nadie le iba a arruinar su buen humor.

—Llévame a mi mesa —le dijo Elnora, mientras el cálido aroma a puro la saludaba, mezclado con un intenso olor a whisky añejo.

Pasada la recepción, al final de la sala, había un pequeño escenario en el que una banda de jazz estaba tocando en directo.

—Por aquí, señorita. —El recepcionista cogió un menú de debajo del mostrador y la condujo al interior de la taberna.

Lo siguió, pavoneándose con elegancia y gracia en su vestido rojo de espalda descubierta. El ambiente era parecido al de un club de caballeros del siglo XVIII, todo color marrón nuez, con luces amarillas tenues y una decoración vintage.

Llegaron a una mesa frente a una chimenea, colocada justo en el centro del local desde donde podía verlo todo, especialmente a los caballeros elegantemente vestidos del pub que la estaban devorando con la mirada.

—Mesa once. —El recepcionista le sonrió—. Su cita estará con usted en breve.

Con un movimiento de pelo, Elnora se sentó en su silla y cruzó las piernas, mostrando unos largos y tonificados muslos de los que estaba orgullosa.

Cuando el recepcionista se fue, miró a su alrededor. Aparte de la cantante rubia platino, era la única mujer del lugar.

Se sacudió y se centró en el menú, vislumbrando finalmente el nombre del establecimiento en el lujoso cuero negro de la carta: L'Éclipse.

—¿L qué? —reflexionó Elnora. ¿Se había equivocado de lugar?

—Una vez tuve un DB4.

Sus ojos color avellana se alzaron hacia él y se agrandaron. El hombre era tan sexy que la dejó sin aliento, haciendo saltar su corazón al imaginarse saboreándolo.

Vestido con un esmoquin a medida, le dedicó una sonrisa y tomó asiento frente a ella.

—¿Perdón? —le preguntó Elnora, con los ojos pegados al verde de su encantadora y firme mirada—. ¿Un DB4?

—Oh, deberías haberlo visto. Era un Aston Martin DB4 clásico y después de restaurarlo, se convirtió en un glorioso trofeo.

Cruzó las piernas mientras divagaba, ajustando las mangas de su esmoquin con una elegancia que le hizo la boca agua.

—Sin embargo, no puede compararse con tu gloriosidad, belle. —Su mirada pasó por encima de ella, evaluándola, y las mejillas de Elnora comenzaron a arder.

Maldita sea, era mucho más guapo de lo que esperaba. Debería ser ilegal tener un aspecto tan equilibrado y perfecto.

Gracias, Marcy.

Con una pequeña carcajada, se pasó los dedos por el pelo y se apoyó en la mesa, bebiendo de la deslumbrante belleza de sus ojos.

—Mason. —Se estiró, ofreciéndole su mano por encima de la mesa.

La mano de Elnora se movió antes de que pudiera pensar, envolviendo el calor que él le ofrecía, provocando un chisporroteo de deseo en su estómago.

Él se limitó a mirarla, con una sonrisa sensual en sus labios carnosos. Elnora se preguntó cómo serían de suaves.

Como si pudiera leer sus pensamientos, Mason sonrió, mostrando unos finos y blancos dientes que ella imaginó mordisqueando su piel desnuda.

Elnora retiró la mano y sacudió la cabeza con un pequeño suspiro.

—Supongo que no tienes nombre —dijo Mason con una sonrisa tímida.

Elnora se mordió el labio ahogando una pequeña risa mientras se preguntaba por qué estaba aquí en una cita a ciegas. Parecía capaz de conseguir a todas las mujeres que quisiera. Una analista de sistemas introvertida era demasiado poco para él. ¿Cuál era su tara?

—Elnora —dijo.

Asintió con la cabeza, sin dejar de observarla como si estuviera tratando de entender algo.

Miró a su alrededor buscando un camarero. Un vaso, o dos, de su whisky más fuerte la ayudarían a superar esta cita. Tal vez una botella entera, porque el corazón se le salía del pecho bajo su mirada inflexible.

—Exquisito. —Su voz, tan suave y nítida, rozó un punto detrás de su cuello que ella no sabía ni que existía.

Elnora apretó más las piernas, deseando una noche de pasión interminable y temeraria entre sus brazos; debajo de él, encima, realmente no importaba.

Ella quería experimentarlo, y tal vez podrían saltarse lo que fuera que fuera esto y dedicarse a aliviar todo ese vapor.

Pero Marcy había insistido en que no convirtiera esto en una aventura más. Elnora suspiró y se sentó en su silla. Estaba acostumbrada a los líos impulsivos y sin ataduras, y Mason era otro nivel.

Tenía que comportarse e ir con calma si quería su recompensa.

—Este lugar es una opción interesante —dijo—. ¿Vienes aquí a menudo?

—No especialmente. —Su tono decía que no iba a dar más detalles.

Era el tipo de hombre que siempre conseguía lo que quería, a quien quería, y una cita a ciegas con una completa desconocida no le pegaba demasiado.

—Deberíamos irnos. —Sonrió un poco como si estuviera ofreciéndole algo y estuviera seguro de que ella sabía lo que era.

Pero Elnora ignoró su comentario. Lo último que quería era que él supiera el efecto que tenía en ella.

—Supongo que estás acostumbrado a que todas las mujeres caigan a tus pies, ¿no?

Sus ojos se encendieron, ardiendo con una nueva intensidad que la calentó. —En absoluto. Prefiero a las mujeres con carácter, traviesas, pero dominantes.

Elnora observó cómo se apoyaba en la mesa, más cerca de ella. Sus ojos la miraban de una manera peligrosa, y ella sintió la tentación de tocar su bien cuidada barba.

Sentía curiosidad por él, y aunque daría cualquier cosa porque se lo hiciera allí mismo, rápido y con fuerza antes de que sus dedos se enroscaran en el olvido, debía contenerse.

—Pienso tomarme mi tiempo contigo, Elnora. —Mason se levantó y fue hacia ella.

Con una sonrisa, le tendió la mano. Elnora deslizó su mano en la de él, y él la levantó, con su mirada buscando la suya. Oír el nombre de ella en sus labios la dejó como un cubito de hielo en un horno abrasador.

Entonces Mason se inclinó hacia abajo, de modo que sus carnosos labios rozaron ligeramente su oreja. Sus ojos se cerraron ante el aroma de su colonia y se relamió los labios pintados de rosa.

—Las mejores cosas están hechas para ser saboreadas —ronroneó él, con su aliento caliente abanicando contra su piel.

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