Aurora y el Alfa - Portada del libro

Aurora y el Alfa

Delta Winters

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Chapter
15
Age Rating
18+

Summary

El Alfa Everett de la manada Sangre de Sombra no tiene ni idea de cómo acabó con una humana como compañera, pero aquí está ella: La torpe Rory, de dieciocho años. Adoptada por un lobo Omega, Rory ha vivido la mayor parte de su vida en la manada Luna Roja, pero no puede volver allí después de que los líderes de la manada intentaran matarla. Parece que ella y el Alfa protector están destinados a estar juntos. ¿Podría surgir el amor entre ellos? Y si es así, ¿será lo suficientemente fuerte como para soportar todos secretos de Rory?

Calificación por edades: 18+

Autora original: Delta Winters

Nota: Esta historia es la versión original de la autora y no tiene sonido.

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136 Chapters

Chapter 1

Rory

Chapter 2

Pack

Chapter 3

Rogue

Chapter 4

Resurrección
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Rory

RORY

—¡Rory!

Una mujer de mediana edad entra en mi habitación como si pensara que me he dormido y llego tarde al colegio.

Se recompone cuando me encuentra allí vestida; me estoy cepillando el pelo frente al espejo.

—Buenos días, mamá —respondo con una dulce y alegre sonrisa, esperando levantarle el ánimo.

Pero su rostro lúgubre permanece, el ceño fruncido permanentemente pegado a su cara junto con las líneas de expresión y arrugas de la edad.

Sus descuidados mechones castaños con las puntas abiertas vuelan libres a su antojo. . Sus ojos, casi de ónice, se vuelven vidriosos al recorrer la habitación y encontrarla impecable, con la cama perfectamente hecha.

—Buenos días, Rory —saluda con una pequeña sonrisa aturdida que transmite el agotamiento en su vida.

Me quita el cepillo de las manos y empieza a trenzar mi pelo castaño oscuro con sus manos callosas.

—¿Cómo ha ido la escuela? Sé que no he estado mucho esta semana, pero puedes hablarme de cualquier cosa. ¿Qué es ese moretón en tu brazo?

—Me he caído de la cama esta mañana. Nada fuera de lo normal. Sigo alejándome de los demás como siempre.

A través del espejo, observa la elegante sonrisa que adorna mi rostro, retratando el agradecimiento que tengo hacia ella.

Mi madre me encontró a los tres años de edad, congelada y abandonada en el inquietante bosque de los rebeldes, a pocos kilómetros del territorio de Luna Roja.

Ella misma es una loba Omega, y siempre he sabido que nunca fui su hija de sangre, aunque me trató como tal. Pero soy una humana. En una manada de alto rango.

Siempre he sido la marginada: más débil, inferior, indigna.

De niña, los cachorros de la manada se turnaban para acosarme, robarme mis pertenencias, lanzarme entre ellos porque deseaban demostrar su fuerza, burlarse de mí con duras palabras..

Cuando todos crecimos, mi madre decidió que lo mejor para mí sería asistir a un instituto humano, fuera de la manada, donde sería relativamente normal.

Por supuesto, sigo siendo más débil que los chicos del instituto, ya que soy más pequeña, menos musculosa y trato de ser amable con todos.

Pero me encanta la escuela: mis amigos, mis profesores y las clases.

Mientras paseo por los bulliciosos pasillos, con los sonidos de los grupos de chicas riendo y los deportistas lanzando balones con una relajada facilidad a mi alrededor, Freya se acerca a mí, burbujeando de emoción.

Tropiezo con mis propios pies. Oigo cuantas risas cuando recupero el equilibrio y procedo a inclinar la cabeza con un ligero rubor.

—Chica, eres muy torpe —exclama Freya con una risita, entrelazando su brazo con el mío mientras me guía por el pasillo al tiempo que me ayuda a coordinarme.

He sido torpe desde que tengo uso de razón, desde que mamá me conoce. Lo que sólo aumenta los tormentos que recibo de los lobos adolescentes de mi manada.

—Ei Rory, nena! Y hola Freya —saluda Eddie con una sonrisa adorablemente amplia. Como es miembro del equipo de lacrosse y un ávido lector de libros, me enamoré de este culto deportista.

Lo que me sorprendió fue cuando él afirmó que yo también le gustaba, y luego me invitó a salir.

Me sentí eufórica, como se sentiría cualquier chica que al enterarse de que un flechazo no es unilateral.Acepté y llevamos saliendo un mes, desde el comienzo del último año.

Eddie me da un ligero beso en los labios y me pasa el brazo por encima del hombro.

Intentando aún comprender mi incontrolable e inevitable torpeza, le golpeo accidentalmente en el torso al meter la mano en mi bolso, lo que crea el caos en los pasillos.

Eddie tropieza con otra chica, que empieza a gritar cuando cae encima de ella y gime mientras rueda por el suelo.

No tengo mucha fuerza, pero Eddie al ser delgado y poco musculoso, es fácil de empujar.

Me tambaleo sobre su pie y casi me caigo, si no fuera por los brazos de mi amiga Bethany, la chica más popular del colegio.

Su novio, situado a su lado, se ríe un poco ante el espectáculo, y luego ayuda a Eddie a levantarse del suelo.

—Ei, Rory. Ei, Eddie —dice Oliver con una sonrisa divertida, sus amigos deportistas se unen a él como de costumbre.

Freya se apresura a ir a su taquilla antes de la clase, un poco nerviosa al encontrarse con los chicos que solían acosarla.

Cuando nos conocimos también me acosaban a mí, pero pronto se echaron atrás, por alguna razón que todavía desconozco. Pero ahora nos llevamos bien.

Al menos es mejor que el comportamiento hostil que me dirigen los lobos de la manada.

—Rory, mañana es mi cumpleaños y Bethany va a dar una fiesta. ¿Quieres venir?

—Oh, no puedo, lo siento. Estoy ayudando a mi madre. Pero ¡feliz cumpleaños! —exclamo con una amplia sonrisa. Los chicos que están a su lado se ríen en voz baja mientras Bethany parece fruncir el ceño mirando a su novio.

Por muy ajena que parezca a ellos, sé que había algún motivo oculto en su pregunta.

Pero me encanta el instituto. Es el único lugar donde siento que puedo ser yo en mi mundo lleno de lobos.

—Es una lástima —contesta, actuando con decepción—. Esperaba que fueras un poco menos buena este año.

—Basta —le regaña Eddie, poniéndose delante de mí como escudo, y empujando su pecho contra Oliver.

Con una carcajada, Oliver se niega a retroceder, creyendo que tiene las de ganar.

Normalmente no me molestan a menos que se les provoque. Pero yo he sido golpeada por lobos, su tormento verbal no supone nada para mi.

Se han pasado conmigo en numerosas ocasiones, pero muchas veces ni me doy cuenta; sin embargo, Bethany siempre me ha apoyado, su ceño fruncido me sirve como indicador para darme cuenta de que se están metiendo conmigo.

Pero la escuela para mí es una vía de escape de la manada, del mundo de los lobos, y por eso la valoro tanto.

—Ha sido un placer verte —declaro, apartando a Eddie de ellos, con sus risitas lejanas burlándose de nosotros.

Me parece que enfrentarse al tormento con cualquier cosa que no sea calma y compostura significa que el acoso está destinado a continuar. Aunque eso no funciona demasiado bien con los lobos.

Al llegar el almuerzo, Freya, Skye, Eddie y yo tomamos asiento en nuestra mesa habitual, inmersos en la conversación.

A veces Bethany nos invita a su mesa, pero Freya lo evita a toda costa.

A mi me da totalmente igual dónde comer.

En la manada —siendo mi madre una Omega—, los lobos más débiles de la manada, y yo una humana nos quedamos con las sobras.

Desde que AlfaAlpha Nickolas reemplazó a su padre, los miembros más débiles han sido descuidados. Pero no por su ignorancia, sino por su mentalidad de “supervivencia del más fuerte”.

—¿Qué te parece si salimos después de la escuela? ¿O te acompaño a casa? —me pregunta Eddie, deseando una respuesta positiva.

Ser miembro de una manada conlleva la imposibilidad de pasar tiempo fuera de ella si no es para ir a la escuela. Lo que, en consecuencia, hace que hacer planes después de la escuela, y no con la manada, sea una hazaña difícil.

Me sorprende que Eddie sea tan paciente conmigo. Sólo he tenido una cita real fuera de la escuela una vez, y he cancelado todas las demás.

Me imagino que en lugar de rechazar directamente todas las ofertas, tendría que aceptar algunas y luego decirle que me ha surgido algo. Pero eso sólo me crea más culpa.

—No puedo, lo siento. Tengo que volver lo antes posible y mi madre no sabe que estamos saliendo, así que no puedes acompañarme —le digo, aunque las mentiras me crean una sensación de ardor en el estómago.

Mi madre sí sabe que Eddie y yo estamos saliendo, pero para mantenerlo alejado de la comunidad de hombres lobo, es mejor que no la conozca... todavía.

Sólo llevamos un mes juntos, así que no podría someterlo a eso aún. Lo haré si lo amo y quiero estar con él para siempre.

Después de todo, no soy un hombre lobo, así que podríamos dejar atrás esa vida. Eddie cree que mi madre me prohíbe tener citas, que es sobreprotectora con su hija.

Todavía no se ha enterado de que soy adoptada, en cierto modo.

Cuando mi madre me encontró en el territorio de los rebeldes, estaba malherida y pensó que iba a morir.

Cualquier padre que abandone a un niño en estos bosques no debería poder volver a encontrarlo, dice.

Y, sinceramente, aunque me he preguntado cómo son realmente mis padres biológicos, no podría haber sido bendecida con una madre más cariñosa.

De mala gana, Eddie asiente como respuesta, mostrando la decepción en su cara. Le doy un beso en la mejilla con la esperanza de levantarle el ánimo, y lo consigo.

Aunque mentir es una necesidad en mi vida, no hace que sea más fácil hacerlo a las personas que me importan.

Mis amigos, Eddie, mis profesores.

Cuando mis deberes desaparecen misteriosamente antes de poder entregarlos —la manada me atormenta una vez más— me veo obligada a mentir y aceptar el castigo.

Por supuesto, ruego que tengan lugar en los descansos, lo que me hace perder tiempo con Eddie.

Pero por mucho que me queje del instituto, al menos siento que pertenezco a él.

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