El don de Artemisa - Portada del libro

El don de Artemisa

M. Syrah

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Chapter
15
Age Rating
18+

Summary

Penélope es humana, pero tras haber sido criada por un hombre lobo Alfa... digamos que es distinta del resto de humanos. También posee la marca de la Cazadora, que le otorga habilidades especiales. Pero Penélope nunca pudo imaginar que sus poderes tendrían un efecto sobre el Rey Alfa, Sirius, que odia a los humanos; mejor dicho, nunca pudo imaginar que existiría un conexión entre ambos. ¿Qué hará Sirius cuando descubra que su pareja predestinada es humana? ¿Triunfará el odio... o el amor?

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132 Chapters

Chapter 1

Capítulo 1

Chapter 2

Capítulo 2

Chapter 3

Capítulo 3

Chapter 4

Capítulo 4
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Capítulo 1

PENNY

Estaba en el bosque dibujando las flores silvestres que estaban abriéndose. Me encantaba dibujar. Era mi pasión. También era un medio para expresar mis sentimientos y disfrutar de la tranquilidad.

No era una persona introvertida en sí, pero me gustaba estar sola.

Me concentré en las diferentes tonalidades de los pétalos. El sol brillaba con fuerza sobre las flores, proyectando diferentes tonos de azul.

Por suerte, había traído todo lo necesario para hacerles justicia. Saqué mis lápices y mis ceras y me puse a trabajar.

Estaba tan absorta en mi boceto que casi no oí el sonido de las patas en el suelo del bosque. Un lobo apareció detrás de mí y le sonreí.

El lobo tenía un color rubio arena; lo reconocí enseguida. Era mi mejor amigo, Kyle. Habíamos crecido juntos en la manada, aunque yo sólo fuera humana.

El Alfa de la manada me había adoptado cuando era apenas un bebé y me había criado como uno de ellos porque, según él, estaba bendecida por Lady Artemisa. Sí, la mismísima Diosa de la Caza.

Llevaba tatuada en el brazo una cabeza de ciervo mirando hacia una luna creciente y, según mi padre, era la bendición de la Diosa.

Gracias a esta marca, podía enlazar mentalmente y llamar a todos los licántropos hacia mí, incluso a los que no eran lobos.

¿Cómo sabía que funcionaba? Bueno, digamos que, cuando era un bebé, no lo tenía tan controlado, y algunos otros licántropos se sentían atraídos por mí.

Eso había ocasionado muchos problemas a la patrulla fronteriza, pero me habían perdonado. La mayoría.

—¿Qué pasa, Kyle? —le pregunté al lobo que estaba detrás de mí, pero yo seguía dibujando.

«Alfa Richard pregunta por ti. Tiene grandes noticias».

Volví mis ojos verde claro hacia los suyos amarillos. Esto era inesperado. ¿Qué quería mi padre?

—¿Qué tipo de noticias? —pregunté, curiosa.

«Me hizo prometer que no te lo contaría. Vamos. Súbete a mi espalda. Seremos más rápidos».

—Bien, pero sabes que no me gusta, —dije, frunciendo el ceño.

Se rió y bajó la parte delantera de su cuerpo para que yo pudiera saltar sobre su lomo. Odiaba subirme a sus espaldas, porque era más difícil montar un lobo que un caballo. No estaban tan bien equilibrados.

Me sujeté a su cuello con todas mis fuerzas mientras corría por el bosque.

Confiaba en Kyle con mi vida, pero eso no significaba que no tuviera miedo.

Ya había montado en su espalda cuando era niña, y mi padre siempre había dicho que debía dejar de hacerlo porque era un gesto muy íntimo, pero Kyle no tenía pareja por ahora y no le importaba.

En cuanto a mí, probablemente nunca tendría una pareja, aunque mi padre estuviera convencido de lo contrario.

Había dicho que mi marca era una prueba de que la Diosa me había elegido para algún gran propósito. Sí, así es. Como si alguien quisiera a una humana como compañera.

Kyle se detuvo frente a nuestra casa de la manada.

Era una casa enorme donde podían vivir los lobos. También se encontraban las oficinas de los líderes, así como una enorme cocina donde podíamos comer todos juntos si queríamos.

Bajé de la espalda de Kyle para entrar en la casa. Mi hermanastro y futuro Alfa, Jacob, me recibió en la puerta.

Era una copia de nuestro padre, y siempre me trató como a su verdadera hermana, aunque no fuéramos parientes de sangre.

Era alto, medía un metro ochenta, y su pelo castaño, del mismo color que el mío, tenía un corte de patinador. Era musculoso porque entrenaba mucho, y tenía a todas las lobas a sus pies.

Todavía no tenía pareja, así que eso les daba esperanzas.

Kyle sonrió a mi hermano cuando también entró en casa y me puso una mano en el hombro, ganándose una mirada de Jacob. Odiaba que Kyle me tocara, porque era muy protector conmigo.

Puso sus ojos de color avellana en mí cuando me acerqué a él y me dedicó una sonrisa cariñosa.

—Penny. Vamos. Papá nos está esperando.

—Bien, Jake. ¿Sabes lo que quiere?

—En realidad, no.

—Genial.

Se rió y me dedicó una de sus sonrisas asesinas, la que hacía que todas las lobas no casadas de la manada se desmayaran.

—Sabes que odia que seas sarcástica —dijo.

—Sabe que no puedo evitarlo. —Me encogí de hombros.

—Claro —Se rió.

Entramos en el despacho del Alfa, y allí estaba una versión más vieja de Jacob. Mi padre estaba detrás de su escritorio de madera, y al instante me sentí feliz. Siempre me sentía segura y bien cuando él estaba cerca.

Tal era el poder del Alfa.

El Alfa Richard levantó sus ojos color avellana y sonrió. Se enderezó en su silla antes de indicarnos que nos sentáramos. Lo hicimos, y él miró entre nosotros.

—El Rey Alfa Sirio nos visitará en breve.

Abrí los ojos y también lo hizo Jake a mi lado.

El rey Alfa de los hombres lobo era en realidad un licántropo. Eran lobos más grandes y fuertes con una forma de mitad bestia, mitad hombre que los hombres lobo no tenían.

Sabía que el Rey Alfa odiaba a los humanos y veía como una mala señal que mi padre me hubiera acogido, así que la noticia me incomodó por un momento.

—No te preocupes, Penélope. No viene por ti, —dijo mi padre tranquilizador—. Ha habido algún problema con los vampiros de por aquí, y por eso le he pedido ayuda.

—¿Debería... Alejarme mientras él esté aquí? —pregunté, insegura.

—Ve a la universidad como siempre y no cambies tus planes. Eres mi hija y esta manada es tu casa.

Le sonreí y él me devolvió la sonrisa. Sabía que siempre me cubría las espaldas, pero aun así intentaría mantenerme bien lejos del rey. Eso sería lo mejor para todos.

***

Pasó una semana antes del día de su llegada, y yo volvía a casa desde la universidad. Estaba sola esta noche porque Kyle ya estaba en casa para recibir al rey.

Mi padre había organizado una fiesta para él, para su Beta y para algunos miembros de la manada real. Esperaba que les gustara.

Caminaba por el bosque mientras me acercaba a nuestro territorio. Podía sentir el crujido de las hojas bajo mis pies. Me gustaba ese sonido. Me gustaba caminar por el bosque.

Haber sido criada por hombres lobo era definitivamente una ventaja para mí. Tarareé para mis adentros mientras pasaba entre los árboles.

La luna arrojaba suficiente luz para que pudiera ver mi camino. Las estrellas también estaban fuera, y eso casi me hizo querer dibujar el paisaje, pero me esperaban en casa, y no podía demorarme más.

Ya casi estaba allí cuando sentí una presencia a mis espaldas. «¿Quién podría ser?» ~Esforcé mis oídos para escuchar un sonido, pero no pude oír nada.~

No era ningún lobo, porque siempre me hacían notar su presencia, ya que no podía usar mi sentido del olfato como ellos.

Liberé mi poder que utilizaba para «oírlos» cuando usaban el enlace mental, pero la cosa detrás de mí no era una criatura con forma cambiante.

Sentí que el pánico me invadía y apresuré el paso. La frontera estaba marcada por un sicómoro, y sólo tenía que cruzarlo para estar segura.

Podría usar mi poder para pedir ayuda, pero no quería hacerlo a menos que estuviera en peligro.

Para mí, llamarlos de esa forma, era hacerlos sentir como perros falderos, y yo respetaba demasiado a los lobos para hacer eso.

Quería correr, pero eso podría incitar a la cosa que estaba detrás de mí a precipitarse. Exhalé hasta que la presencia estuvo justo detrás de mí. Estaba demasiado asustada, así que disparé mi poder y esperé que Jake me oyera.

Intenté correr, pero la forma me atrapó con un apretón alrededor de mi garganta. «¡Mierda, eso duele!» ~Me hizo girarme para mirarlo, y pude ver sus ojos. No tenía pupilas. Vampiro.~

—¿Qué hace un humano como tú aquí? ¿No sabes que el lobo feroz vive justo ahí?

Escudriñó mi rostro y se rió al reconocerme. El sonido me heló hasta los huesos.

—¡Oh! Te reconozco, bolsa de sangre. Eres la hija del Alfa Richard. La pequeña humana que acogió porque fue abandonada en el bosque. Bueno, bueno... Me divertiré contigo.

Quería llorar, pero no le di la satisfacción. Intenté darle una patada, pero eso sólo hizo que se riera. Acercó mi cuello a sus colmillos y entonces oímos un potente rugido.

El vampiro miró detrás de mí y abrió los ojos.

Me dejó caer en el sitio y me sujeté la garganta dolorida mientras miraba al lobo gris oscuro más alto que había visto nunca. Estaba enseñándole los colmillos al vampiro y gruñendo amenazadoramente.

—¿Qué...? —dijo el vampiro.

El lobo se interpuso entre nosotros y se colocó protectoramente delante de mí. El vampiro echó a correr, pero el lobo no lo persiguió. Dirigió su mirada dorada con un halo púrpura hacia mí y siguió gruñendo.

¿Estaba a salvo?

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