La sierva del Alfa - Portada del libro

La sierva del Alfa

Danielle Jaggan

Capítulo 3

SKYLER

Contuve la respiración hasta que leyó el nombre en voz alta.

La amante del Alfa para esta primera noche sería Primrose.

Suspiré aliviada.

Algunas criadas felicitaron a Primrose a la salida, otras expresaron su preocupación con comentarios poco disimulados.

―Buenas noches ―nos dijo Primrose a Scarlette y a mí cuando nos separamos.

―Buena suerte ―Scarlette la abrazó fuerte.

Intenté dedicarle una sonrisa tranquilizadora, pero no pude ocultar mi preocupación.

Me fui corriendo a la cama, preocupada por si el director cambiaba de opinión.

Estaba a salvo, pero solo por ahora...

***

Estaba teniendo un sueño cuando sentí una presencia irrumpir en mis aposentos y luego sentí unas manos ásperas y callosas que me arrastraban fuera de la cama. Fue tan repentino e inesperado que al instante empezó a dolerme la cabeza.

De repente, las grandes y frías manos del director me estaban apretando mis pequeñas muñecas, sentí que iba a aplastarme los huesos de esa zona. Una sensación de terror se apoderó de mí al pensar en las muchas cosas que me iban a pasar.

Tuve que haberme quedado dormida hasta tarde. Mi cuerpo llevaba dos días sin dormir.

Me preguntaba si había venido a castigarme. ¿Cómo podía siquiera pensar en dormir una hora de más? Nada pasa desapercibido para estos hombres lobo.

Me rondaron muchos pensamientos por la cabeza. ¿Me humillarían delante de todos, me golpearían o, peor aún, me quemarían?

Desde luego, no sabía por qué me arrastraba básicamente por cada pasillo y por cada escalera. Pero mis palabras permanecieron latentes en mi garganta; tenía demasiado miedo de hacer una pregunta y ser castigada aún más.

Tras doblar muchas esquinas y bajar varios tramos de escaleras sin caerme después de que tirara de mí constantemente, por fin vi que estaban reunidos varios sirvientes en la sala del vestíbulo.

Me sentí aliviada cuando me di cuenta de que tenía una reunión. Se detuvo bruscamente y me tiró con brusquedad; tuve que estabilizarme para no chocar contra nada. Entonces me miró con desprecio.

―No me importa si estás al borde de la muerte, una vez que tengas aliento en tus míseros pulmones seguirás trabajando, especialmente mientras el Alfa esté residiendo aquí. ¿He sido claro?

Rápidamente asentí con la cabeza. Qué asco. Lo que dijo el director no me asustó, pero lo que sí me asustó fue su apestoso aliento.

Dios, no sabía que el aliento de una persona podía oler a mierda pisada. Tuve que aguantar la respiración todo el tiempo que me estuvo echando la bronca. Me acerqué corriendo a la reunión justo a tiempo para escuchar algunos chismorreos de un grupo de personas que había a mi derecha.

―No puedo creer que esté muerta...

―Su muerte ha sido verdaderamente trágica...

―Que su alma descanse en el cielo...

Sentí curiosidad por saber de quién hablaban y el corazón me dio un vuelco cuando el rostro de Scarlette apareció en mi mente.

Pensando en ello, no la había vuelto a ver y eso hizo que se me cayera el alma a los pies. Cuando estaba a punto de acercarme al grupo de criados que cotilleaba, tuve que detenerme por culpa de una voz atronadora.

―¡Silencio! ―ladró. Y en menos de un segundo la atención de todos se centró en el director. Hubo una pausa hasta que empezó a hablar de nuevo.

―Hoy... Debo atender un asunto que tuvo lugar ayer. Nuestro Alfa, que se quedará aquí una semana y media, me ha dicho que os haga saber a todos que siente mucho lo que le pasó a vuestra compañera...

Mientras hablaba, el corazón me daba un vuelco en el pecho por la expectación. ¿Por qué no podía decir ya lo que había pasado? ¿Y dónde demonios estaba Scarlette?

Solo de pensar en el Alfa se me erizaban los pelos de la piel. La realidad era esta: el Alfa ya estaba aquí. Y nos esperaba una semana y media terrible.

Ya me veía trabajando sin parar y mirando constantemente por cualquier lado por si aparecía. El miedo a su aspecto y a lo que era capaz de hacer me hacía temblar.

―Y solo quiere que sepáis que sus condolencias están con todos vosotros... ¡Ahora volved al trabajo! ―ordenó.

El director se dio la vuelta para marcharse, pero se detuvo y gritó al ver que algunos criados aún permanecían en el vestíbulo. Todos tenían un aspecto muy sombrío.

Con Scarlette en mi mente y pensando en lo que le podía haber pasado, no pude enterarme de lo que pasó porque desconecté durante un segundo y me perdí todo lo que se dijo.

―¡Todos! ―gritó mirándome fijamente, y eso bastó para que me pusiera en pie y saliera corriendo con los demás.

Al doblar una esquina, respiré aliviada cuando vi a Scarlette caminando hacia mí. Y no sé qué me pasó, pero corrí hacia ella y le di un abrazo; aquello la pilló desprevenida, pero aun así me devolvió el abrazo.

Se apartó y miró a su alrededor para ver si alguien la observaba y me llevó a una habitación cercana.

―¿Te has enterado? ―me preguntó. Supuse que era lo mismo de lo que había hablado el director esta mañana y que iba a contármelo.

―No lo he oído todo, pero sé que alguien ha muerto ―respondí con sinceridad. Pero ella se quedó callada sin mirar nada en particular.

―¿Qué ha pasado? ¿Quién ha muerto? ―Empecé a preguntar de nuevo cuando vi que ella no hacía ningún intento de hablar. Y yo me moría de ganas de que hablara.

―Primrose... Es Primrose ―Suspiró con cara de derrota.

No me tomé demasiado bien la noticia. Se me encogió el corazón. ¿La había visto ayer y hoy estaba muerta? Y entonces mis ojos se abrieron de par en par.

―¿Es culpa mía? ―pregunté, aterrorizada.

―¡Oh Dios, no! ―intervino rápidamente Scarlette.

―Entonces, ¿cómo es que está muerta? ¡Ayer parecía estar bien! ―dije, casi gritando, ya que mi respiración se estaba volviendo agitada. Sentía que las piernas me fallaban y me dejé caer en un banco cercano.

―Baja la voz... ―susurró, luego abrió la puerta y se asomó al exterior. Pero yo no dije nada más. Tras unos instantes de silencio, oí que se acercaba a mí, se agachaba delante de mí y empezaba a explicarme.

―Murió de semen.

Arrugué las cejas, la miré sin entender absolutamente nada y casi me eché a reír.

―¿Ella qué? ―pregunté incrédula.

―Ayer, mientras ella y el Alfa tenían relaciones sexuales... Él eyaculó dentro de ella y le quemó por completo todas las entrañas.

Tragué saliva.

Lleva aquí menos de veinticuatro horas y ya está matando gente. Qué despiadado era, matando así, a gente inocente. Dios, era un monstruo.

Y el rollo de esta mañana, tratando de parecer simpático. Era todo falso. Si realmente le importara habría movido su culo y se habría dirigido a nosotros directamente.

Mi enfado era probablemente más alto que la Torre Eiffel. Primrose era solo un poco mayor que yo, nos llevábamos dos o tres años. No se merecía esto. Estaba segura de que la obligó a hacerlo.

Oh Dios, solo podía imaginar lo asustada que tenía que estar. Sentí que algo húmedo goteaba sobre mi pierna y me di cuenta de que estaba llorando. Me sentía fatal por la causa de su muerte.

¡Ese monstruo!

―¡Qué demonios hacéis aquí sentadas sin hacer nada!

Ni siquiera le oí entrar. Tanto Scarlette como yo nos levantamos rápidamente; me sequé las lágrimas apresuradamente.

―Solo estábamos...

―¡Cállate! ―gritó.

―¿Por qué Alfa Ares no ha desayunado todavía? ―me preguntó y mi corazón latió muy deprisa. No podía estar preguntando lo que yo estaba pensando.

―No nos encargamos de las tareas del desayuno ―dije tímidamente.

―No me importa. Ahora id y llevadle al Alfa su desayuno ―ordenó.

Dios mío.

―Yo se lo llevaré al Alfa ―se ofreció Scarlette y se volvió para coger la bandeja de comida, pero el director la detuvo en el acto.

―Tú no... Ella ―Me señaló a mí.

―Pero yo puedo llevarlo... ―se apresuró a decir Scarlette.

―No... Quiero que lo haga ella ―dijo, mirándome fijamente.

Siguiente capítulo
Calificación 4.4 de 5 en la App Store
82.5K Ratings
Galatea logo

Libros ilimitados, experiencias inmersivas.

Facebook de GalateaInstagram de GalateaTikTok de Galatea