Negocios entre amigos - Portada del libro

Negocios entre amigos

J.A. White

0
Views
2.3k
Chapter
15
Age Rating
18+

Summary

Un spin-off de «Amigos con derecho a roce».

Katie regenta un restaurante muy popular. Después de tres fracasos matrimoniales, ya no tiene citas, hasta que su ayudante la convence. Ella acepta una cita con Justin y se sorprende por lo explosivo de su química. Le aterroriza la idea de que la vuelvan a herir, pero... ¿Podrán conformarse con ser amigos con derecho a roce?

Clasificación por edades: +

Ver más

20 Chapters

Chapter 1

Capítulo 1

Chapter 2

Capítulo 2

Chapter 3

Capítulo 3

Chapter 4

Capítulo 4
Ver más

Capítulo 1

Una nueva forma de amistad

KATIE

La mayoría de las mañanas me levanto sobre las cinco. Los domingos, a veces, duermo hasta las siete de la mañana.

Me levanto y me doy una ducha. Suelo prepararme un café. Me tomo una taza, dos si quiero animarme un poco, mientras repaso mi agenda y me preparo para ir a trabajar.

Supongo que se convirtió en un hábito preparar una cafetera entera cada día cuando Robert vivía. Ese hombre podía beber café como agua, y siempre era solo.

Llevo casi seis años trabajando como gerente de un restaurante. El restaurante está situado a un par de kilómetros al sur del Circuito de carreras de Charlotte.

Siempre que hay una carrera en la ciudad, estamos a tope todo el fin de semana; puedo asegurarlo. A veces, permanecemos abiertos más tiempo para el público que acude a las carreras.

Hemos visto entrar a nuestro restaurante a un par de pilotos famosos. Creo que se llamaban Tony Stewart y Clint Boyer. También vienen algunos aficionados al baloncesto y al hockey.

Desde que murió Robert, hace un año, trabajo casi todos los días. El restaurante es mi segundo hogar. Mis empleados son como mis hijos, así que, en cierto sentido, son mi segunda familia.

Aparco en el restaurante sobre las siete de la mañana y veo que Christine ya está allí. Es mi mano derecha y mi ayudante en todo.

Te garantizo que, en cuanto entre por la puerta de atrás y me vea, me dirá: «¿Sabes?, no tienes que estar aquí tan temprano. Sé todo lo que hay que hacer».

Meto la llave en la puerta y la abro, y allí está ella, de pie, con las manos en las caderas.

—¿Sabes?, no tienes que estar aquí tan temprano —dice.

—Lo sé, pero esta es mi rutina. Me gusta mi rutina —le respondo, mientras entro en mi despacho. Dejo el bolso, saco el ordenador y me agacho para conectarlo.

—Recibí una llamada de Patty esta mañana. Dijo que hoy no vendría. Cree que tiene gonorrea —dice Christine riendo.

—No creo que sepa lo que es la gonorrea. Es virgen y, probablemente, tenga un herpes labial —le respondo desde la puerta de mi despacho.

—Bueno, si dejara de besar el lavavajillas, tal vez no le pasaría eso. —Christine se ríe—. ¿Has revisado tu correo electrónico hoy?

—Lo comprobé esta mañana. Bobby va a llegar tarde hoy. Dice que necesita que haga un pedido para dos semanas, así que supongo que tenemos que duplicar nuestro pedido de comestibles.

—No, me refería a tu correo electrónico personal —me aclara.

—No, ¿por qué? —pregunto, y no oigo respuesta. Accedo a mi correo electrónico personal y lo primero que leo es: «Fecha confirmada. Gracias, Katie».

—¡CHRISTINE! ¿Qué locura has hecho? —grito.

Entra lentamente en mi despacho con una gran sonrisa. —Anoche, alguien se interesó por tu perfil —me dice.

—Te dije que aún no estaba lista para salir con nadie. Soy plenamente feliz tal y como vivo ahora mismo. No necesito preocuparme de si él es feliz o yo soy feliz. No quiero pasar de puntillas por una relación —digo con los brazos cruzados.

—Lo sé, pero tienes que volver a entrar en el mercado. Hace casi un año que murió Robert —aconseja.

—No me sermonees sobre cuándo debo rehacer mi vida.

—Vamos, KD. No fue culpa tuya que muriera follándote. Tenía mal el corazón y se olvidó comentártelo —dice riendo.

En aquel momento, no me hizo gracia. Lo pasé muy mal. Pero escucharla ahora me hace reír de todo aquello.

—Sí, lo sé. Pero aún no estoy lista para salir con alguien.

—Echa un vistazo a su perfil —dice Christine mientras se acerca a mí y pulsa el correo electrónico—. Vamos a investigar. —Hace clic con el botón derecho en su perfil—. Justin M., cuarenta y cuatro años, divorciado, con una hija de diecinueve que está en la universidad. Le gusta viajar, el senderismo y dar largos paseos por la playa —dice Christine con una sonrisa, señalando la pantalla.

—¿Sabes que todos los perfiles que he mirado decían «largos paseos por la playa»? —refunfuño mientras señalo la pantalla—. No me gusta la arena. Se mete donde no debe, sobre todo, donde no da el sol.

—Inténtalo —dice.

—Bien. ¿Cuándo quedamos?

—Mañana, a las ocho —dice mientras sale corriendo de mi despacho.

—¿Mañana? ¿Dónde hemos quedado, Cupido?

—Aquí —dice mientras asoma de nuevo la cabeza por mi puerta.

—Estás despedida.

—Yo también te quiero —dice.

***

Estoy en mi despacho trabajando en la agenda de la semana que viene cuando suena el teléfono de mi mesa. —¿Sí?

—Bobby, de «Meadows Food Service», está aquí —dice Christine.

—Gracias, ponlo en la mesa de atrás y ofrécele algo de comer, por favor.

—Ya mismo. —Oigo el clic de la línea.

Cojo los papeles, la calculadora y me dirijo al comedor. Bobby está allí, sacando su ordenador y cargando el programa de pedidos para el restaurante.

—Bobby. Me alegro de verte. ¿Estás listo? —pregunto.

—Siempre estoy listo para ti —dice.

—No, idiota. ¡La boda! Te casas este fin de semana, ¿verdad?

—Ah, sí, la boda. Pensé que te referías a otra cosa —dice.

—Ya lo creo. ¿Por eso necesitas un pedido para dos semanas? —pregunto.

—Así es. Mi jefe nos consiguió, a Donna y a mí, una habitación para una semana entera en las Islas Vírgenes como regalo de bodas —dice.

—Ha sido muy generoso —afirmo.

Bobby mira su ordenador y empieza a enumerar ofertas y promociones. Empiezo a darle mi pedido y enseguida empiezo a soñar despierta.

—KD, ¿estás bien? —pregunta.

—¿Eh? Sí, estoy bien. Tengo algo en mente.

—¿Quieres compartirlo? —dice mientras cierra su portátil.

—Christine cree que necesito salir y empezar a tener citas de nuevo. Así que ella me creo un perfil en una aplicación de citas hace un tiempo, unos seis meses atrás. Me olvidé totalmente de la aplicación. Anoche, alguien se interesó por mi perfil. Así que Christine pensó que sería divertido y confirmó la fecha para un encuentro aquí, mañana por la noche, a las ocho. Simplemente, no sé si quiero hacerlo. No creo que esté preparada para tener citas. Sé que ha pasado más de un año desde que murió Robert, pero esta es mi casa.

—Vale, ¿qué es lo peor que podría pasar? Si hace algo que no te gusta, lo ignoras. Que siga su camino. Esta es tu casa. Borra su nombre o quítate del mercado. Te conozco desde hace un par de años y recuerdo por lo que pasaste. Pero prácticamente vives aquí, y estos son tus hijos. Salir de vez en cuando no es mala idea. Estoy con Christine en esto. No te enfades con ella, está intentando cuidar de ti —dice con expresión cariñosa.

—¿Sabes que tiene edad para ser mi hija?, pero supongo que tienes razón. ¿Qué daño puede hacer?

Siguiente capítulo
Calificación 4.4 de 5 en la App Store
82.5K Ratings
Galatea logo

Libros ilimitados, experiencias inmersivas.

Facebook de GalateaInstagram de GalateaTikTok de Galatea