Negocios entre amigos - Portada del libro

Negocios entre amigos

J.A. White

Capítulo 2

KATIE

Mi alarma suena a las cinco de la mañana. Me doy la vuelta, la apago y cojo el móvil para echar un vistazo a mi agenda.

Parece que Christine se ha encargado de cambiar los proyectos del día y los ha trasladado a otro día. Algunas veces, simplemente, la amo.

Entonces, recuerdo que esta noche es mi cita misteriosa con Justin M. ¿Sabes qué? Sólo por eso, no voy a entrar hasta más tarde. Dejo el teléfono y me vuelvo a dormir.

***

Entro en el restaurante poco después de las nueve. Christine levanta la vista. —Ya era hora de que empezaras a escucharme. ¿Has dormido lo suficiente esta mañana? —pregunta.

—Cuando vi que me habían cambiado el día de los proyectos, me alegré, hasta que recordé qué día era hoy. Entonces, me volví a dormir —digo mientras entro en mi despacho.

—¿Qué tienes detrás? —pregunta.

—Es mi vestido para esta noche.

—¿Todavía con ese vestido? —bromea.

—Sí, listilla. Es el vestido que llevé al funeral.

—No, no puede ser. Dime que estás bromeando, que no llevas ese vestido del funeral. Se irá si te ve con eso puesto —dice Christine, horrorizada.

—Sí, estoy bromeando, y sí, tengo un vestido. Espero que aún me quede bien.

—¿No te lo has probado antes de salir de casa? —pregunta.

—No, hoy me he quedado dormida. —Cuelgo el portatrajes detrás de la puerta de mi despacho.

A lo largo del día, me sorprendo a mí misma soñando despierta con cómo será la cita.

¿Será con incómodos silencios, o será de los que no se callan y hable de sí mismo toda la noche? ¿Hará chistes muy malos o contará terribles chistes cortos tratando de hacerme reír?

Por otra parte, puede que sea yo quien hable. Tal vez se disculpe, vaya al baño y nunca regrese. Siempre pensé que eso era un movimiento cobarde.

Si me pide mi número, le diré que no. No voy a escribir un número al azar, haciéndole creer que todavía tiene una oportunidad.

Christine me ve sentada en el otro extremo de la barra, murmurando para mis adentros.

—¿Qué haces? —pregunta.

—Nada —digo mientras bebo un trago de mi agua.

—Y una mierda. Estás aquí teniendo una conversación contigo misma —dice riendo—. ¿De qué estáis hablando?

—Estoy nerviosa por lo de esta noche. Estoy repasando diferentes escenarios en mi cabeza, planeando qué hacer o decir si algo se tuerce.

—Creo que le estás dando demasiadas vueltas a todo esto. Relájate. Nunca se sabe. Él podría ser el hombre perfecto, en plan aquí te pillo, aquí te matodice mientras se aleja.

—Oh, cállate. No voy a tener sexo en la primera cita. Eso no va a pasar.

Me bajo del taburete y vuelvo a mi despacho. Cierro la puerta y me siento en la mesa.

Abro el correo electrónico de Justin M. para ver si puedo encontrar más información sobre este tipo.

Justin M.

Sin apellido, sólo una letra. Así que, definitivamente, no puedo buscarlo en la base de datos criminal.

Llaman a mi puerta, se abre y aparece Christine.

—Oye, tengo un pequeño problema con la mesa doce. ¿Qué estás haciendo? ¿Estás buscando los antecedentes de Justin? Lo estás buscando en la base de datos de criminales, ¿no?

—No —digo, cerrando el ordenador de golpe.

—KD, no te creo. Intentas encontrar una excusa, ¿no es cierto? —dice mientras yo me encojo de hombros—. La aplicación de citas examina a cada persona con lupa. No creo que salgas con un violador o un asesino que entierra los cadáveres en su patio trasero. Te aseguro que este tipo Justin es el buen camino. Deja de intentar sabotear la cita. Nunca se sabe, podría ser una buena persona que necesita alguien con quien hablar —dice Christine antes de salir.

—Supongo que tienes razón —murmuro para mis adentros.

***

Son las siete y media y tengo que prepararme. Entro en mi despacho y cierro la puerta.

Bajo el vestido que cuelga detrás de la puerta y me quito todo menos el sujetador y las bragas. Deslizo el vestido sobre mi cabeza y tiro de él hacia abajo. Guau, este vestido me queda bien.

Es un vestido negro con escote en uve, que muestra un poco de escote, y cuelga hasta por encima de las rodillas. Me doy la vuelta para mirarme el culo y sólo veo mi sujetador. El vestido está abierto por detrás.

Oh, mierda.

Parece que esta noche voy a ir sin sujetador. Me quito el vestido, me quito el sujetador y me lo vuelvo a poner. Me miro nuevamente en el espejo.

Sabes, con 49 años, estas tetas todavía aguantan. Aún no se han dejado llevar por la gravedad. Estoy muy contenta de cómo me queda este vestido.

Salgo de mi despacho y empiezo a caminar hacia la zona del comedor cuando Christine me ve.

—Joder, mamá, qué buena estás con ese vestido —dice con una gran sonrisa en la cara.

—Lo sé, ¿verdad? —Doy una vuelta.

—Eres una MGF —dice con una gran sonrisa.

—¿MGF? —pregunto.

—Madre que me gustaría follar. Si tuviera polla, te follaría con ese vestido.

—Oh, eres un encanto. Ahora vuelve al trabajo —digo riendo.

—¿Dónde vas a estar cuando llegue? —pregunta Christine.

—Me sentaré al final de la barra, para ver entrar a todo el mundo.

—Vale, estaré en la mesa de recepciones. Cuando llegue, te lo mando —dice.

Vuelvo a mi despacho para comprobar mi maquillaje y ver si tengo que arreglar algo. No. Tengo buen aspecto esta noche, pero sigo estando nerviosísima.

Siguiente capítulo
Calificación 4.4 de 5 en la App Store
82.5K Ratings
Galatea logo

Libros ilimitados, experiencias inmersivas.

Facebook de GalateaInstagram de GalateaTikTok de Galatea