La saga de Emma - Portada del libro

La saga de Emma

C. Wright

Encuentros y saludos

EMMA

Santa madre, ¿es real o estoy tan borracha que estoy conjurando al hombre de mis sueños?

Gracias —murmuro.

¿Por qué no dice nada?

En serio, no me importa. Me estoy ahogando en los ojos más verdes que he visto nunca. ¿Quién iba a saber que existían unos ojos verdes así?

Me mira de arriba abajo y empiezo a sentirme muy incómoda y expuesta bajo su mirada.

Intento pasar junto a él para sentarme con el resto del grupo, pero me detiene con sus cálidas manos en mis brazos.

—Creo que no nos han presentado bien —dice con voz ronca.

Su voz cautivadora me detiene en seco. El corazón me da un vuelco y siento las piernas como si fueran de gelatina.

—Mi nombre es Emma, Emma Taylor. ¿Y tú eres? —finalmente logro decir, con alguna forma de confianza.

—Diablo

¿Es todo lo que va a decir?

¿Diablo qué? —me burlo de él.

—Dejémoslo en Diablo por ahora

La forma en que dice «por ahora» ~tiene mucho significado, como si fuéramos a vernos de nuevo.

Creo que no.

Su siguiente frase casi me deja atónito.

—Me gustaría entrevistarte para un puesto que tengo actualmente abierto. Está aquí a las diez de la mañana en punto

—Lo siento, pero no estoy interesada en convertirme en camarera o anfitriona de un bar, pero gracias por la oferta —digo malhumorada.

—No es para ninguna de esas dos cosas. Solo tienes que estar aquí y no llegar tarde. Desprecio a la gente que no es puntual

—¿La gente siempre hace lo que le dices, qué, cuándo y cómo? —pregunto, molesta por su actitud.

—Sí, así que no llegues tarde. Y deja de beber. Te necesito totalmente alerta para la entrevista

—¿Perdón? —estoy tan enfadada con sus exigencias que parece que el alcohol casi ha abandonado mi cuerpo.

—No eres mi padre, aunque pareces lo suficientemente mayor para serlo

Aunque sé que no puede ser más de cuatro años mayor que yo, lo digo para provocar una reacción.

—No eres mi jefe. ¿Qué demonios te hace pensar que tienes derecho a hablarme así? —me pongo firme, cruzando los brazos delante de mí para demostrarle lo enfadada que estoy.

Gran, gran error. Se queda mirando mis pechos, que suben y bajan por mi arrebato. Me pregunto ¿este tipo no tiene vergüenza?

Se queda mirando, sin decir nada.

—¿Y bien? —exijo.

Sigue mirando fijamente.

Ya he tenido suficiente. Lo esquivo, pero cuando lo hago, su mano se extiende y me detiene.

—Amorcito, te hablaré como quiera y tú obedecerás, no porque tengas que hacerlo, sino porque querrás. Serás mía, solo mía.

Te tendré, de una forma u otra. Así que, reitero, deja de beber y no llegues tarde —Diablo me susurra las palabras al oído para que solo yo pueda oírlas.

No son las palabras las que me molestan, es la forma en que las dice, con fuerza y sentido, pero sobre todo... seductoramente. ¿Puedo ser seducida por meras palabras?

Tengo que salir de aquí ahora.

Me giro para mirarle. Me cuesta mirar a sus ojos, esos ojos. Son tan verdes, más aún con su pelo negro, pero me obligo a mirarle a los ojos y me limito a decir: —Nos vemos mañana a las diez

Paso junto a él hacia Carly y le digo a ella y a los chicos que me voy. Intenta detenerme, pero le digo que se quede y disfrute de la sala VIP y del alcohol gratis con los chicos.

Está de acuerdo, pero solo si le envío un mensaje cuando llegue a casa. Acepto y me doy la vuelta para irme. Veo a Luis en la entrada de la sala VIP esperando, me acompaña abajo y llama a un taxi para mí.

DIABLO

Cuando me agarro a Emma para sujetarla, casi se me caen las manos de inmediato. Siento como si me electrocutara ligeramente con el más mínimo roce. Luis tiene razón; es más que hermosa.

El pelo negro azabache que le cae por la cintura, los ojos más azules que he visto nunca y la mirada de inocencia en su rostro me producen una sacudida en el cuerpo que nunca había sentido. Mi polla palpita dolorosamente contra mis pantalones.

Me callo, sin confiar en mi propia voz.

¿Qué demonios? Esto nunca me había pasado antes.

Debo tenerla, hacerla mía, y cuando llegue el momento, dejarla, como siempre hago.

Pero no hasta que me haya hartado de ella.

Es jodidamente impresionante. Utilizo la información que me ha proporcionado Luis y, como de costumbre, le exijo en lugar de pedirle que venga a una entrevista.

Cuando termino de hablar, cruza los brazos delante de ella y tengo una vista fabulosa de sus voluptuosos pechos. Definitivamente no son falsos, me doy cuenta. Gracias, joder.

Es todo real. Mierda. Definitivamente me voy a divertir con esta.

A Luis no le gusta que mezcle los negocios con el placer, pero al fin y al cabo soy el jefe, y con Emma tengo toda la intención de mezclar las dos cosas.

La haré mía durante el tiempo que pueda satisfacerme; luego podremos pasar a una relación de negocios.

Sí, soy así de frío. Las follo y las sigo usando en los negocios, si es que realmente las necesito. Solo me ha pasado una vez. Nunca me encariño como ellas suelen hacerlo.

Por lo general es follarlas y dejarlas, pero tengo la extraña sensación de que esta chica luchadora de ojos azules va a ser un grano en el culo y difícil de dejar.

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