La pequeña loba - Portada del libro

La pequeña loba

Dalila Rivera

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Chapter
15
Age Rating
18+

Summary

En el mundo de los hombres lobo, la fuerza lo es todo. Cuando nace un lobo pequeño, su familia los quiere, pero no se les permite aparearse. Así, sus vidas son cortas, y hasta la fecha el más longevo solo ha vivido hasta los veintidós. Hay una pequeña loba en la familia de Alfa James y Luna Jenna que capta la atención de un alfa... ¿podrá su amor desafiar a la tradición?

Calificación por edades: 18+

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38 Chapters

Prólogo

En el mundo de los hombres lobo, todos nacen con una fuerza descomunal para luchar, construir y cultivar. Tienen una gran inteligencia para resolver problemas, ayudar a los necesitados y planificar guerras.

El hombre lobo medio mide como mínimo 2,10 metros y hay pocas mujeres que midan menos de 1,80 metros.

Los hijos de un Alfa siempre nacen más fuertes, pero de vez en cuando nace uno más pequeño en la camada de la familia. No se les avergüenza, ni se les mata, ni se les encierra.

Sus familias les siguen queriendo, pero nunca se aparean por miedo a producir más lobos pequeños; lo que, en opinión de un hombre lobo, puede debilitar a la manada.

Como no se les permite aparearse, los lobos pequeños tienden a morir jóvenes. El lobo pequeño que más tiempo ha vivido tenía veintidós años. El más joven en morir tenía trece años.

Alfa James y Luna Jenna tienen una pequeña en su camada. Tienen tres hijas, la tercera es la de tamaño pequeño. Sus nombres son Aqua, Misty y la pequeña Mira.

Cuando las niñas cumplieron cinco años, nació un hijo, Destan.

A medida que las niñas crecen, se hacen muy amigas y hacen todo juntas. Cuando Aqua y Misty cumplen los catorce años, miden un impresionante metro cincuenta y cinco, mientras que Mira solo mide metro cuarenta y cinco.

A la edad de diecinueve años, tanto Aqua como Misty dejan de crecer al llegar a 1,80 metros, mientras que Mira deja de crecer en 1,50 metros. Destan mide un impresionante metro ochenta a la edad de trece años y tiene la constitución de un guerrero.

Un día, Alfa y Luna reciben una carta en la que se les informa de que el Alfa Phoenix Black de la Manada de la Luna de Cristal —un impresionante tipo de dos metros con problemas de gestión de ira— vendrá de visita a buscar a su Luna.

Su mirada está puesta en las hijas de Alfa James y Luna Jenna.

Una vez que elija a su Luna, la marcará delante de toda la manada y se la llevará.

¿Qué ocurrirá cuando sus ojos se posen en la hermosa Mira, la pequeña, la loba prohibida... el objeto de sus deseos?

***

LA CARTA

Hace 19 años...

—Empuja, bebé, empuja. —Alfa James cogió la mano de su esposa Luna Jenna mientras ella se inclinaba para expulsar a uno de sus bebés—. Lo estás haciendo muy bien, cariño —la animó.

Luna Jenna se sentó para recuperar el aliento. El médico de la manada y las tres comadronas le dirigieron palabras de ánimo. Una de las comadronas limpió el sudor de la frente de Luna Jenna.

Llevaba el pelo recogido en un moño desordenado y sudado. Volvió a inclinarse hacia delante cuando los dolores de parto la golpearon con fuerza. Apretó la mano de Alfa James mientras empujaba.

—Veo la cabeza, Luna. Lo estás haciendo muy bien —le informó el médico.

Volvió a empujar y salió el primer bebé. El médico cortó rápidamente el cordón umbilical.

—Es una niña. —Entregó la recién nacida a la comadrona Jackie, que cogió a la niña para limpiarla.

—Bien, cariño, esta es la primera. Falta uno más. —Alfa James besó la frente de Luna Jenna. Ella solo asintió mientras se preparaba para empujar de nuevo.

Jenna se inclinó hacia adelante una vez más y comenzó a empujar.

—Veo una cabeza, Luna. Sigue empujando —la instó a seguir la doctora de la manada.

Luna Jenna gritó mientras empujaba con todo lo que tenía, y salió su segundo bebé.

—Es otra niña. —El médico de la manada cortó el cordón umbilical y entregó el bebé a la segunda comadrona, Susan.

—Felicidades, Alfa y Luna, por vuestras hijas gemelas... —Dejó de hablar cuando Luna Jenna empezó a respirar con dificultad de nuevo.

—¿Qué pasa? ¡Doctor! —Alfa James sujetó la mano de su mujer mientras ella se inclinaba de nuevo hacia delante y empezaba a empujar.

—Creo que está pariendo un tercer hijo.

Las cejas de Alfa James se alzaron sorprendidas. En las diferentes ecografías, solo habían visto a dos niñas. No una tercera.

—Veo una cabeza. —El médico de la manada llamó a la tercera comadrona, Carrie, para que se quedara a su lado.

Luna Jenna dio un último empujón y salió otra niña.

Tanto el médico de la manada como la comadrona Carrie se miraron después de cortar el cordón umbilical. Rápidamente envolvió a la bebé y se la llevó para limpiarla.

Luna Jenna finalmente se recostó en la cama, aliviada por haber dado a luz.

—Mis bebés... —susurró con cansancio.

Las comadronas Jackie y Susan volvieron con las dos primeras niñas limpias y envueltas en mantas de rayas rosas y con un gorro blanco decorado con búhos rosas.

Alfa James abrazó a sus dos hijas mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. Estaba muy feliz de ser padre.

—¿Dónde está mi tercera hija, doctor Pryce? —Alfa James miró al doctor.

—Alfa, Luna… Vuestra tercera hija... es minúscula.

James y Jenna se miraron entre sí y luego volvieron a mirar al médico.

Luna Jenna habló. —Tráeme a mi bebé. Quiero tenerla en brazos.

El doctor Pryce asintió. —Haré que la comadrona Carrie te la traiga, pero solo un momento. Necesita estar en la incubadora durante al menos un mes.

Las lágrimas de Jenna corrían por su rostro ante la idea de no tener a su bebé con ella durante todo un mes.

—Volveré, ¿de acuerdo? —El doctor Pryce se volvió hacia los nuevos padres—. Felicidades por vuestra nueva familia. —Sonrió y se fue.

—James —susurró Jenna.

—Todo va a salir bien, mi amor. —Sonrió a su mujer—. Todavía tenemos que poner un nombre a estas dos bebés.

Jenna sonrió y señaló a su bebé acurrucado en el brazo derecho de James. —Aqua.

James asintió y luego miró al bebé que sostenía con cariño en su brazo izquierdo. —Y te llamarás Misty. —Sus ojos estaban llenos de amor y admiración mientras miraba a su mujer. —Estoy muy orgulloso de ti, cariño.

Ella le sonrió con cansancio.

La puerta se abrió y la enfermera Carrie entró con su hija menor. Jenna extendió los brazos y la enfermera Carrie colocó a la pequeña con cuidado en los brazos de su madre.

Jenna sonrió al ver el pelo negro de la cabeza de su bebé. La estrechó contra su corazón, inhalando su nuevo aroma de bebé, que quedaría grabado en su corazón para siempre.

Agachó ligeramente la cabeza para besar su frente. Al hacerlo, el bebé abrió los ojos, haciendo que Jenna jadeara.

—¿Qué pasa? ¿Está bien? —James expresó rápidamente su preocupación.

Jenna solo sonrió, sacudiendo la cabeza. —Sus ojos son del color de la lavanda.

Las cejas de James se alzaron sorprendidas.

—Mi preciosa niña. —Jenna besó suavemente la frente de su bebé—. Mi hermosa Mira.

***

En la actualidad

El Alfa James estaba sentado en su despacho sosteniendo la carta que había recibido del Alfa Phoenix Black en la que le indicaba que buscaba una compañera para convertirla en su Luna y formar una familia con ella.

Una de las hijas de James.

Colocó la carta abierta sobre el escritorio mientras se frotaba las sienes.

Luna Jenna entró, sintiendo la angustia de su compañero. Se acercó a él y le frotó los hombros. James apoyó la cabeza en su pecho.

—¿Qué te preocupa, mi amor?

Suspiró y le dio la carta para que la leyera. Jenna la tomó y se sentó mientras leía.

Sus ojos verde claro lo miraron, sin gustarle lo que acababa de leer. —¡Mierda! —Jenna caminó hacia un sofá y se sentó sacudiendo la cabeza.

—No podemos dejar que ese bruto gigante se case con Aqua o Misty. —Volvió a sacudir la cabeza—. El hombre es... masivo... aterrador… masivo.

James se rio por la nariz. —Has dicho «masivo» dos veces.

—Lo he hecho, ¿verdad? —Jenna se rio suavemente con él—. Tengo que contactar con el Consejo para que oficie la ceremonia una vez que haga su elección... si es que la hace.

James se pasó los dedos por su espeso pelo negro.

Jenna se levantó y se sentó en el regazo de James. Sus brazos rodearon su cintura. Él sintió su repentina tristeza.

—¿Qué pasa, cariño?

Jenna sacudió lentamente la cabeza, respirando profundamente. —Es Mira… Ha estado débil durante las últimas dos semanas.

—Me he dado cuenta. —Las cejas de James se fruncieron—. Esta misma mañana la he cogido porque ha perdido el equilibrio bajando las escaleras.

Jenna se giró en sus brazos para mirarlo. —¿Por qué no me lo has dicho, James? —le regañó.

—No quería preocuparte, cariño. —Suspiró, sabiendo por su forma de mirarle que era una mala decisión —. Lo siento —se disculpó rápidamente—. ¿Dónde está Mira ahora?

—Con Destan. —Jenna sonrió—. Él quiere mucho a Mira. No hay nada que no haría por su hermana.

—Bueno, puede hacer compañía a Mira mientras Alfa Black está aquí buscando a su Luna —afirmó James.

—Por favor. Destan no permite que nadie se acerque a Mira, y con Alfa Black no será diferente. —Se puso en pie mientras se revolvía el pelo claro de color miel.

—Bueno, tengo que hacer algunos preparativos y tú tienes que hacer una llamada. —Jenna salió de su oficina para tener una charla con sus hijas.

James buscó su teléfono móvil en el bolsillo y marcó el número del Consejo de lobos. Al cuarto timbre, alguien contestó por fin.

—¿Hola? Aquí Alfa James. —Se pellizcó el puente de la nariz.

—Hola, Alfa James. ¿En qué puedo ayudarle? —preguntó la suave voz femenina de la otra línea.

—Sí, necesito hablar con uno de los concejales.

—¿Y cuál es el motivo de su llamada?

James se frotó la frente, la frustración empezaba a aflorar. —Habría que oficiar un posible apareamiento.

La señora se aclaró la garganta. —Un momento, por favor.

Alfa James se sentó a esperar que uno de los concejales le hablara. Al cabo de un par de minutos, oyó que alguien le saludaba.

—Hola, Alfa James, soy el concejal Gregory. Tengo entendido que una de tus hijas puede ser elegida como compañera. —Sonaba muy alegre—. ¿Quién es el afortunado Alfa?

El Alfa James respiró profundamente. —Alfa Phoenix Black.

La otra línea permaneció en silencio.

***

Mira estaba en el jardín recogiendo flores frescas para su habitación. Recogió violetas y se las acercó a la nariz para olerlas.

—Ey, ¿qué estás haciendo?

Mira no necesitó girarse para saber que era su hermano pequeño, Destan. Se sentó junto a ella, apoyado en las palmas de las manos con sus largas piernas estiradas.

—Estoy recogiendo flores frescas para mi habitación. —Ella le sonrió.

—¿Quieres ayuda?

Mira miró a su cariñoso hermano. Sus ojos verdes eran siempre cálidos y cariñosos cuando la miraba.

Tenía el pelo castaño oscuro desordenado, como sus hermanas, excepto Mira, que tenía el pelo negro oscuro. Él era la imagen exacta de su padre, mientras que las niñas se parecían a su madre.

Aqua y Misty tenían los ojos grises como su padre, pero Mira los tenía lavanda. Nadie entendía cómo era posible que sus ojos fueran de ese color.

Sin embargo, a Mira no le importaba. Sus grandes ojos color lavanda la hacían destacar, especialmente con su pelo negro oscuro.

Recordaba cuando nació Destan y cómo había ayudado a su madre a cuidarlo. Cuando cumplió siete años, ya la había superado en altura, pero seguía tratándolo como su bebé.

Estaban muy unidos, incluso ahora.

Le rompía el corazón lo mucho que sufriría Destan cuando ella falleciera. Algo que ocurriría muy pronto. Mira sabía lo que les ocurría a los pequeños como ella.

Solo el hecho de haber vivido tanto tiempo con su familia era una bendición.

Mira llevaba dos semanas sintiendo los síntomas de que su vida se estaba agotando. Había perdido el apetito y algo de peso.

Sabía que Destan se había dado cuenta, y que estaba cerca de ella mucho más de lo habitual.

—¿Mira? ¿Estás bien?

Ella le miró a los ojos preocupada y sonrió. —Estoy bien, Destan. —Se levantó mientras sostenía sus flores—. Estoy lista para entrar ahora.

Destan se levantó, cogiéndole la mano mientras caminaban juntos de vuelta a casa. —Mamá tiene algo que decirnos.

—Oh, vale. No la hagamos esperar.

Ambos entraron en la sala de estar, donde Luna Jenna esperaba su llegada junto con Aqua y Misty.

—Ah, ahí están los dos. Tomad asiento. —Hizo un gesto hacia dos asientos vacíos. Una vez que tuvo la atención de todos, se aclaró la garganta.

—Vuestro padre y yo hemos recibido una carta del Alfa Black de la Manada de la Luna de Cristal en la que nos informa de que vendrá a buscar a una Luna entre vosotras. —Señaló solo a Aqua y Misty.

Ambas chicas la miraron sin ninguna emoción y no se alegraron en absoluto de esta noticia.

Misty fue la primera en expresar su irritación. —Mamá. —Suspiró con frustración—. No quiero ser su Luna ni la de ningún otro Alfa. —Apretó los dientes.

—Yo sí, pero no con él. —Aqua también expresó su irritación.

—Chicas, escuchad... —empezó Luna Jenna, pero la interrumpieron.

—No, mamá. Esa es mi respuesta. —Misty se levantó con rabia. Era una loba inmaculada. Misty tenía unos músculos muy atractivos y era una excelente luchadora.

Aqua, en cambio, era más curvilínea, como Mira.

—Aqua y yo deberíamos tener voz y voto en esto. Solo porque un lobo feroz quiera visitarnos en busca de una Luna no significa que tengamos que aceptarlo. —Estaba a punto de marcharse cuando Luna Jenna aceptó.

—Lo sé, y tienes razón, Misty.

—Pues llama a Alfa Black y dile que no pierda el tiempo visitándonos —sugirió Aqua.

—Ojalá pudiera, pero ya está en camino y llegará aquí mañana por la noche. —Luna Jenna se levantó de su asiento y se quitó el polvo de los vaqueros.

—Tengo que hablar con tu padre. —Se fue a hablar con el Alfa James.

—Parece que has esquivado una gran bala, Mira. —Aqua le sonrió.

—Oh, no puede ser tan malo. —Mira se rio—. Ni siquiera le disteis una oportunidad.

—No necesita una oportunidad si nadie le quiere —comentó Destan.

—Estoy de acuerdo con Destan —dijo Misty—. Además, me estoy entrenando para ser una guerrera. Interpretar a una devota Luna y criar niños no es mi futuro fascinante ideal.

Mira se miró los dedos, sintiéndose triste. Nunca llegaría a experimentar algo que anhelaba tener.

Misty, al ver la expresión de Mira, se sintió mal por expresar lo que sentía en voz alta. Estaba tirando abiertamente por la borda lo que Mira deseaba más que nada.

—Lo siento mucho, Mira… No estaba pensando...

—Está bien, Misty. No deberías tener que mantener lo que sientes en secreto solo por mí.

Destan lanzó una mirada de advertencia a Misty, al igual que Aqua. Mira, al darse cuenta del intercambio, interrumpió rápidamente preguntando a Aqua por su razón.

—Entiendo que Misty no quiera conocerlo, pero ¿cuál es tu razón, Aqua?

—Mi corazón ya pertenece a otra persona —dijo ella con voz soñadora y una mirada de complicidad.

—¿Lo sabe papá? —preguntó Destan con una ceja levantada.

—¿Y quién es? —Misty movió las cejas.

Aqua dirigió su atención a Destan, lanzándole esa mirada de «eres un hermano pequeño molesto». —No. —Puso los ojos en blanco.

—Pero tampoco vayas a decir nada. —Le señaló con el dedo—. Él y yo queremos ser los que sentemos a mamá y a papá para hablar de nuestro deseo de aparearnos.

—Eww... cuando lo dices así, bueno, simplemente suena... asqueroso. —Destan arrugó la nariz.

—¡Oh, cállate, Destan! —Aqua le lanzó una almohada, riéndose, pero él la atrapó antes de que le diera en la cara.

—¿Qué? —Se rio—. ¡Oh, mierda! —Corrió mientras Aqua lo perseguía, dejando que Mira y Misty se rieran, negando con la cabeza a sus hermanos.

***

Mira olió las violetas que había colocado en el jarrón que Destan había llenado de agua fresca. Ya era tarde cuando se metió en la cama para dormir.

Abrió el cajón de su mesita de noche y sacó cinco sobres. Cada uno tenía una carta para cada miembro de su familia. Se aseguraría de que recibieran sus cartas antes de fallecer.

Mira sostuvo las cartas cerca de su pecho mientras una sola lágrima resbalaba por su mejilla sonrosada. Rezó en voz alta a la Diosa de la Luna. —Hola, Diosa de la Luna. Soy yo, la pequeña, Mira.

—Solo quiero daros las gracias por permitirme vivir tanto tiempo como lo he hecho. Gracias por la maravillosa familia cariñosa y atenta en la que nací.

—Todo lo que pido es que mi familia no sufra durante mucho tiempo cuando muera. Quiero que sean felices. Y por favor, cuida de mi hermano pequeño, Destan. Todavía es joven, y... bueno, ya lo sabes.

Mira apagó la lámpara y se metió bajo las sábanas. Sus grandes ojos lavanda observaron la luna mientras su luz inundaba su oscura habitación.

Sus ojos empezaron a cerrarse hasta que se quedó profundamente dormida.

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