La sierva del Alfa - Portada del libro

La sierva del Alfa

Danielle Jaggan

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Chapter
15
Age Rating
18+

Summary

¿Cómo podía no sentir su presencia detrás de mí? Sus rasgos eran de granito y cada centímetro de él desprendía peligro. Nuestros ojos se cruzaron y vi deseo, confusión, ira... lujuria. A la velocidad del rayo, me levantó y me arrojó sobre su cama. Sentí que sus labios rozaban los míos y, de repente, desaparecieron. «¿Qué me has hecho?», gruñó.

Skyler es esclava del temido Alfa Ares, una máquina de matar sin remordimientos. Hasta que Sklyar entra en su habitación para darle de cenar. Desde ese momento no puede olvidar su olor, y todo empieza a cambiar. Para ambos...

Clasificación por edades: +18

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29 Chapters

Chapter 1

Capítulo 1

Chapter 2

Capítulo 2

Chapter 3

Capítulo 3

Chapter 4

Capítulo 4
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Capítulo 1

SKYLER

De rodillas, fregué el suelo de la parte más grande de la mansión.

Teníamos un invitado misterioso que llegaría pronto.

Su identidad era alto secreto.

Nadie me dijo quién era. Solo sabía que era importante y que era imprescindible que la casa de huéspedes estuviera en perfectas condiciones.

Tenía las manos callosas y llenas de ampollas. También las rodillas. Me toqué una de las llagas y me estremecí.

Ser una sierva humana para los hombres lobo era una vida que no le desearía ni a mi peor enemigo.

Desde el día en que nací, mi estatus en la sociedad de los hombres lobo no era otro que el de sirvienta. Era inevitable. A los humanos se nos trataba mal mientras los hombres lobo reinaban por encima de nosotros.

Un simple humano nunca tendría ninguna oportunidad de rebelarse contra un hombre lobo.

Trabajaba como esclava doméstica en una de las fincas de la manada de la Luna de Sangre, lejos de la casa de la manada oficial. Ésta era la manada más grande y poderosa de las cinco.

En cada finca había directores que trabajaban para el Alfa. Como las fincas estaban repartidas por todo el país, necesitaban a alguien que las dirigiera con eficacia, de ahí la necesidad de un director, y además tenía que ser un hombre lobo.

Y así funcionaba también para los otros cinco territorios de hombres lobo.

El Alfa de la manada en la que yo trabajaba era el más mortífero...

Los rumores de su crueldad era algo que se había estado transmitiendo como un cuento con moraleja.

Por suerte, habían pasado años desde la última vez que visitó nuestra finca.

Al parecer, era como una bomba de relojería a punto de estallar, un monstruo sediento de sangre.

La gente decía que había sido bendecido por los dioses para hacerlo insuperable e indestructible, y que incluso otros Alfas le temían, pero esa bendición también venía con una maldición. Y el solo pensar en él hacía que me recorrieran escalofríos por la espina dorsal; en realidad por la espina dorsal de cualquiera.

Él se encargaba de proteger a la manada de los lobos canallas; lo cierto es que estos últimos no se atrevían a poner un pie dentro de su territorio. Aunque pareciese lo contrario, eso no significaba que la vida fuera más fácil para nosotros, los humanos. Era cierto que se nos garantizaba seguridad frente a los lobos canallas, pero no se nos prometía libertad.

Por lo que escuché de los cuchicheos, el Alfa era un ser maldito, lo que le hacía ser más lobo que hombre. El hecho de no tener a su compañera no ayudaba.

Si todavía no la tenía significaba que nunca ocurriría, y ver a otros lobos felices con sus parejas debió hacer mella en él; quizás por eso se había hecho así de despiadado, recluyéndose en la oscuridad, saliendo solo cuando surgía un asunto de importancia.

Un asunto de importancia equivalía a salir a matar. Era un alma implacable que se deleitaba con la sangre de sus oponentes y esparcía sus pieles como el viento que se lleva las cenizas. Y por eso todos le temían.

―¡Skyler!

Pegué un chillido al oír que alguien me llamaba, pero entonces un brazo me tapó la boca, bloqueando el sonido. Finalmente levanté la vista y respiré aliviada al ver de quién se trataba.

―¡Scarlette... ! ¡No me asustes así! ―gemí mientras me agarraba dramáticamente a su brazo izquierdo.

Scarlette era una figura materna para mí. Cuando murieron mis padres y me llevaron a trabajar a la finca, fue ella quien me tomó bajo su protección y cuidó de mí.

Realmente nunca conocí los detalles de la muerte de mis padres, pero sabía con certeza que murieron en un ataque malintencionado.

―He venido a decirte algo, aunque no creo que estés preparada para oírlo ―dijo escéptica mientras me miraba a los ojos―. Pero es un secreto y tienes que prometerme que no se lo dirás a nadie.

―Cruzo mi corazón y espero morir ―Dejé caer mi trapo al suelo, me senté y crucé mi corazón.

Scarlette puso los ojos en blanco.

―Lo digo en serio. Nadie puede saber lo que voy a decirte.

―Sí ―dije―. Te prometo que no oirás ni pío de mí sobre esto.

Sus ojos se iluminaron antes de empezar a hablar.

―Estaba sirviéndole el té al director ―explicó―, cuando escuché la información más jugosa que puedas imaginarte.

Hizo una pausa dramática, queriendo que le rogara los detalles.

―Vamos ―la insté―. Cuéntame.

―Nuestro invitado misterioso es el mismísimo Alfa ―reveló―. Alfa Ares.

Me estremecí al oír su nombre. Para mi resultó ser una completa amenaza.

Me había engañado a mí misma pensando que este día nunca llegaría. Que podría pasar toda una vida sin cruzarme jamás con el diablo.

Estaba claro que me equivocaba...

Sin embargo, ahora que sabía que iba a venir, me parecía infinitamente más siniestro.

Odiaba admitir que tenía miedo, pero era innegable.

Antes de que me diera cuenta, el Alfa estaría durmiendo muy cerca nuestro.

Acostaría su cuerpo en la cama que yo habría estado preparando.

La habitación parecía darme vueltas.

―¿Cu-Cuándo llega? ―tartamudeé.

Scarlette me miró, preocupada.

A juzgar por la expresión de su cara, supe que lo que vendría a continuación no iba a ser bueno. Al menos no para mí y los otros esclavos.

―Mañana.

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