Lobos Milenarios - Portada del libro

Lobos Milenarios

Sapir Englard

Una invitación

SIENNA

Nunca en mi vida había tenido tantas ganas de follar.

Ahora no solo olía a los cinco lobos que me rodeaban. Podía verlos.

Un gran lobo de pelaje brillante —algo extraño de primeras si no eras capaz de deducir que en su forma humana era rubio— rodeó un árbol y se acercó lentamente hacia mí. Era grande, pero eso no lo convertía en dominante.

Sus ojos, como los de la mayoría de los lobos, eran de un dorado centelleante. Yo era una excepción: mis ojos eran de color azul hielo tanto en mi forma humana como en mi forma de loba.

Por la mirada apreciativa que me dirigió el lobo rubio, me di cuenta de que reconoció la singularidad de mis ojos.

Vi a los otros cuatro rodearme y me invadió una sensación de claustrofobia. Uno se acercó tanto que pude sentir su nariz en mi trasero oliendo mi excitación.

Los dos que estaban a mi derecha gruñían de lujuria sin tapujos, el que estaba a mi izquierda se relamía los labios y el rubio que estaba frente a mí se agachó, listo para abalanzarse.

La mayoría de los hombres lobo prefieren tener sexo en forma humana, pero estos cinco estaban bajo los efectos de la Bruma y querían sexo a toda prisa.

Estaba a punto de cerrar los ojos y entregarme a una orgía violenta y animal.

Mi cuerpo gemía mientras el lobo que estaba detrás de mí me lamía la pata trasera. Quería que esos machos me saborearan, que me follaran hasta el infinito… cuando de pronto recordé su cara.

La cara de Emily.

Solo un destello fue suficiente. Como si un cubo de agua helada se hubiera derramado por todo mi cuerpo, la Bruma dejó de afectarme. Ahora solo era un calor sordo en lo más profundo de mi ser.

Tenía el control.

Gruñí tan fuerte como pude, asegurándome de que los lobos supieran que no estaba interesada. Pero como típicos machos que eran, no les gustaba obedecer órdenes. Siguieron lamiéndome y acercándose.

Cansada de su mierda de actitud, gruñí de nuevo. El tipo de gruñido que decía: «Ponme una pata encima y te la arranco».

El lobo rubio que tenía delante pudo ver por mi expresión que no estaba de broma. Se dio la vuelta. Los tres lobos a mis lados se dieron cuenta un segundo después y retrocedieron.

El único que parecía tener un problema para leer la situación, o mejor dicho oler la situación,~ era el que estaba detrás de mí. El que me había estado olfateando. Se inclinó hacia adelante de nuevo.~

Ya está bien, pensé.

Me giré a la velocidad del rayo y hundí mis afilados dientes en su cuello. Apreté con fuerza, haciéndolo sangrar.

Gritó de dolor, luchando por retroceder, pero no lo dejé escapar. Ese lobo iba a aprender una lección.

Solo cuando sentí que estaba a punto de desgarrarle la yugular lo solté. El lobo no se detuvo a mirar.

Sabía quién mandaba ahora, se dio la vuelta y salió corriendo. Cuando miré atrás, los otros cuatro ya se habían ido.

Satisfecha, me adentré más en el bosque. Podía oler el sexo en el aire.

La Bruma comenzó a invadirme de nuevo y seguí corriendo, tratando de reprimirla. No quería dejarla salir.

Cuando volví al lugar donde me había deshecho de mi ropa, me transformé.

Esta vez sentí cada detalle insoportable: los huesos que se achicaban, el cuello que disminuía, las patas traseras y los brazos que se doblaban…

Entonces todo terminó y volví a ser humana.

Recuperé el aliento. Allí estaba, de pie, desnuda, tal y como había venido al mundo. Di las gracias por que el recuerdo de Emily me hubiera ayudado… por muy doloroso que resultara ese recuerdo.

No iba a profundizar en el recuerdo. No era el momento. Lo importante era que había aguantado.

Mi virginidad estaba intacta. Había logrado preservarla para quien fuera mi futuro compañero. Aunque la Bruma no había hecho más que comenzar…

—Por Dios —exclamé y me puse rápidamente la ropa.

SeleneTodo despejado, hermana.
SeleneMe sorprendió poco que duró, por lo que pude escuchar.
SiennaPuaj
SiennaDemasiada información
SeleneEres una anticuada. Yo me alegro de que mamá y papá todavía...
SiennaPARA. POR FAVOR.
Selene🍆🍑🐺
SiennaOh, muchas gracias
Sienna¿No te has ido a casa?
SeleneMe voy ya.
Selene¿Has conocido a alguien esta noche? 😉 .
SiennaNo es de tu incumbencia
SeleneTengo el presentimiento de que vas a conocer a alguien esta temporada
SeleneLlámalo instinto de loba
SiennaLo dudo

Selene siempre podía predecir el futuro de alguna manera. Una especie de sexto sentido animal. Pero yo no veía ninguna posibilidad de que ese futuro sucediera.

¿Que yo iba a encontrar a mi pareja? Había estado fuera toda la noche y no había encontrado un solo lobo que se ajustara a la descripción. Todavía había tiempo, claro. Quedaba toda la temporada por delante.

Cuando llegué a casa, mis padres ya habían saciado su sed.

Mi padre estaba sentado en el salón, viendo las noticias locales, mientras mi madre doblaba la ropa.

—Apenas has comido —dijo papá.

—Estoy bien —dije, dirigiéndome a las escaleras.

—Seguro que se ha hartado —sonrió mi madre.

—No seas asquerosa, mamá.

De nuevo, sentí una punzada de culpabilidad por no haberle dicho a mi madre la verdad. Sobre mi virginidad. Sobre todo. Pero me la sacudí de encima.

—¿Por qué se fueron tan rápido Selene y Jeremy? Acababan de llegar.

—Una reunión urgente en la Casa de la Manada —dijo mamá—. Me da mucha curiosidad, ¿a ti no?

Volví a pensar en el Alfa, al que había conocido en la orilla del río. En lo oscuros y fríos que eran sus ojos. ¿Qué estaba pasando para que tuvieran que involucrar a Jeremy, el abogado de la manada?

—Me pregunto si… —dijo mi madre con los ojos brillantes—. ¿Crees que las historias son ciertas? ¿Sobre la vida amorosa del Alfa? Eso explicaría por qué ha estado tan alejado.

—Mamá. Deja de meterte en la vida de los demás.

—Oh, pero es tan divertido. Deberías probarlo alguna vez.

Tenía que admitir que cuando se trataba de Aiden Norwood, las ganas de cotillear, de entrometerme, de averiguar todo lo que pudiera, hacían volar mi imaginación. El solo hecho de pensar en él hizo que la Bruma me afectara de nuevo. Sonrojada, me dirigí a las escaleras.

—Me voy a la cama.

—Dulces sueños, querida —dijo mamá—. Espero que sean extradulces... ya me entiendes.

Puse los ojos en blanco y no pude evitar reírme. Pero cuando cerré la puerta, apagué las luces y me desplomé en la cama, lo único que pude imaginar fue a Aiden Norwood.

Era una tortura. Al quedarme dormida, recé para no tener que volver a ver al Alfa.

***

MichelleAHHHH. ¿Te has enterado?
Sienna¿De qué?
Sienna?????
SiennaNo puedes enviar un mensaje así y no decir nada
SiennaMICHELLE.
SiennaHOLA???
MichelleEl Alfa está invitando a gente a la Casa de la Manada
Sienna😳
SiennaNo puede ser
SiennaPero no hay baile ni nada
Michelle¡¡¡Es una lotería!!!
Michellelas invitaciones ya se han repartido 💌.
SiennaEntonces como mucho irán 5 familias
Michellenunca se sabe...

Me revolví entre las sábanas y dejé el teléfono. Michelle estaba absolutamente obsesionada ~con estar en la cresta de la ola. Eso sí, para ella estar en la cresta de la ola era que escribieran de ti en revistas del corazón.~

Esto era como uno de esos artículos que ni siquiera lees, solo lo ojeas mientras le das sorbos al café, apurando el momento para tener que ir al trabajo o a la escuela.

¿A quién le importaba que el Alfa invitara algunas familias al azar a la Casa de la Manada?

Sí, era algo fuera de lo común, pero era una manera de que los dirigentes demostraran que se preocupaban por todos los miembros de la manada.

Asuntos de política, supuse. Nada más.

Nada tan importante como para enviar un mensaje a las siete de la mañana.

Genial, pensé. Ahora no podría volver a dormir aunque lo intentara. ¿Por qué demonios Michelle tenía que mencionar otra vez al Alfa?.

Aiden y la Bruma. Mala combinación.

Me levanté y bajé las escaleras. Me sorprendí al ver a Selene, Jeremy, mamá y papá en la mesa de la cocina.

—¿Qué pasa? —pregunté, frotándome los ojos, todavía aturdida.

—Oh, nada —dijo Selene—. Solo estamos aquí con los ojos fuera de las órbitas por pura diversión.

—¿Qué dices?

—¡Ven a ver esto, tonta!

Me acerqué, miré al centro de la mesa y me detuve en seco.

Ni hablar.

No podía ser.

Tenía que ser una broma.

Era una invitación a la Casa de la Manada.

—¿Por qué… por qué nosotros? —fue todo lo que pude decir.

—Ya sabes cómo funciona —dijo Selene—. Es una lotería. Eso o... Jeremy lo amañó.

—Yo nunca haría algo así —dijo Jeremy entre risas.

Entonces se me ocurrió algo completamente irracional. Una tonta sospecha que no podía ser cierta de ninguna. Pero durante un instante lo sentí tan real como si fuera cierto.

Y si… ¿Y si Aiden Norwood había amañado el sorteo solo para verme de nuevo?

Venga ya. ¿A quién quería engañar? No había manera de que el Alfa se acordara de mí y mucho menos de que llegara a estos extremos.

Yo solo era una chica a la que había pillado dibujando... ¿no?

Pero cuando miré a Jeremy, había algo que no podía leer en su expresión. Algo sospechoso. Como si esto estuvierarelacionado conmigo de alguna manera.

¿Pero cómo?

No tuve tiempo de descifrar la mirada de Jeremy porque mi madre nos agarró a mí y a Selene por los hombros, rebosante de emoción.

—¿No es una locura? ¡Una audiencia privada con el Alfa!

—No es del todo privada —recordó Jeremy—. También habrá algunas familias más.

—¡Bueno, ni que eso lo cambiara! Va a ser muy divertido. A saber si sube la temperatura —dijo abanicándose con la invitación.

¿Divertido? ¿Mi familia al completo se había vuelto loca? No, no iba a ser divertido.

Acabábamos de empezar con la Bruma y mientras mis padres y mi hermana tenían un compañero para, ejem, ya se sabe, yo no.

Lo cual resultaría obvio para cada hombre lobo que aún no hubiera encontrado compañera de temporada, porque podría captar mi olor.

Yo no estaba en contra de tener sexo. Estaba a favor si era capaz de encontrar a mi pareja verdadera. ¿Pero encontrarla en la Casa de la Manada? Por favor. Aunque fuera una loba virgen y sin experiencia no era idiota.

No sabía nada sobre las otras familias que iban a asistir a la cena, pero sí sobre una persona sin pareja que iba a estar allí.

Tragué saliva. Menudo desastre me aguardaba.

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