Tras el Omega - Portada del libro

Tras el Omega

Jessica Edwards

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Chapter
15
Age Rating
18+

Summary

La vida de Alice es bastante aburrida: va al instituto, ve Gossip Girl con su mejor amiga Sam y tiene un trabajo a tiempo parcial en una cafetería. Nunca le ocurre nada emocionante, hasta la fatídica noche en que la muerde un lobo mientras saca la basura en el trabajo. Extrañamente, cuando se despierta a la mañana siguiente, la mordedura ya está curada y se siente mejor que nunca. El problema es que no es la única que ha notado su mejoría... El chico malo Ryder y su equipo están de repente muy interesados en ella, pero ¿por qué?

Calificación por edades: 16+

Autora original: Jessica Edwards

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63 Chapters

Chapter 1

Capítulo 1

Chapter 2

Capítulo 2

Chapter 3

Capítulo 3

Chapter 4

Capítulo 4
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Capítulo 1

ALICE

Esta noche no ha sido tan mala. Quiero decir, hay días buenos y días malos, ¿verdad? Los domingos suelen ser tranquilos por aquí, pero no es tan malo, la verdad.

Los clientes habituales son amables y generosos con sus propinas, e incluso mi jefe, Robbie, es bastante pasable.

Es cierto que es un poco perezoso y me mira demasiado tiempo el trasero, pero siempre paga a tiempo y me deja llevarme la comida que sobra a casa.

Miro el viejo y redondo reloj que cuelga de la pared y suspiro con desdén.

Sólo media hora para terminar.

Miro fijamente al último cliente de la noche, rezando en silencio para que esté a punto de terminar. Cojo la cafetera y camino con una sonrisa forzada para acercarme al cliente.

—¿Más café, señor? —pregunto y le miro suplicante, con la esperanza de que diga que no.

—No, gracias, querida —dice mientras se levanta de la mesa.

Le ayudo a ponerse el abrigo y a coger el paraguas. Me da un billete de diez libras y sale por la puerta sin decir nada.

Pongo el dinero en la caja y apago las luces de la cafetería.

Después, me dirijo a la parte trasera del restaurante, donde está la cocina, y me doy cuenta de que sólo quedamos Terry y yo.

Contempla el calendario colgado en la pared de la oficina con una mirada de espanto.

Terry suspira con fuerza mientras mira las fechas en las que trabaja. Lleva más de treinta años trabajando en el restaurante y ni una sola vez ha tenido un día libre.

Su pelo está empezando a encanecer, pero sabe cocinar la comida más deliciosa que he tenido el placer de probar.

—Oye, Terry, el último cliente acaba de irse. ¿Quieres que cierre la cafetería por ti?

Terry me hace un gesto con la mano, pero no aparta la vista de la agenda:

—Cerraré la puerta delantera, pero ¿podrías hacerme un favor antes de irte, querida?.

Antes de que pueda responder, Terry coge seis bolsas de plástico llenas de basura y las deja caer a mis pies.

—¿Quieres que lleve esto al contenedor? —pregunto. Recojo las seis bolsas, tres en cada mano, y miro a Terry.

—¿No te importa? Te lo agradecería mucho.

Coge su chaqueta, me saluda y se va.

Miro fijamente la puerta batiente, estupefacta, y sacudo la cabeza.

Con las bolsas aún en las manos, salgo por la parte de atrás y me dirijo al contenedor. Me burlo cuando veo que está lloviendo a cántaros.

Grandioso. Gracias, Terry. Muchas gracias.

Empujo la parte superior del contenedor y agarro las dos primeras bolsas para tirarlas cuando, desde la oscuridad detrás de mí, oigo el débil e inconfundible sonido de un gruñido.

Me quedo helada, preguntándome si es sólo mi imaginación la que me juega una mala pasada.

Aterrorizada, me aferro a las bolsas y me doy la vuelta, sujetando los bultos como si fueran algún tipo de arma, lista para golpear.

Al abrir los ojos, veo el origen del gruñido. De pie, a menos de dos metros, está el lobo más grande que he visto nunca.

Gimoteo asustada y empiezo a retroceder lentamente, dejando caer mi improvisada defensa mientras reculo. Siento que mi espalda toca el contenedor y me doy cuenta de que no hay ningún lugar al que pueda ir.

Temblando de miedo, cierro los ojos, rezando para que el lobo no me vea como una amenaza.

O peor, como una fuente de alimento.

—Por favor, no me hagas daño —susurro repetidamente.

Luego abro los ojos y deseo no haberlo hecho.

Sus ojos me perseguirán mientras viva. Son de color rojo sangre, y están llenos de puro odio hacia mí.

Un tono gris apagado cubre todo su cuerpo, y le faltan grandes trozos de pelaje, como si se lo hubieran arrancado.

El lobo parece tener cicatrices por todo el cuerpo. ¿Cómo ha logrado sobrevivir tanto tiempo?

Hago lo único que se me ocurre. Me arrodillo en el suelo mojado con la cabeza gacha, con la esperanza de que interprete correctamente mi gesto de sumisión.

El lobo aúlla en la noche y se lanza hacia mí.

Grito mientras me aborda, pero luego corre hacia los arbustos y se pierde de vista. Miro en la dirección en la que ha ido el lobo y empiezo a reírme histéricamente.

¿Qué coño...

Sacudo la cabeza y me levanto del suelo, con el uniforme completamente estropeado.

Me examino el cuerpo, y es entonces cuando me doy cuenta de que mi ropa está desgarrada a la altura del hombro derecho.

¿Por qué me duele tanto el hombro?

Parece que algo ha arrancado un trozo de mi camisa.

—¡Ay! —exclamo. Hago una mueca de dolor cuando me toco el hombro y veo que un líquido rojo recubre la palma de mi mano.

¡Sangre! ¿Me ha mordido?

Miro a mi alrededor, tratando de averiguar si eso ha sucedido realmente.

Agitada, tiro las últimas bolsas al contenedor, luego cojo mi mochila, cierro la puerta trasera y me voy a casa.

Mientras camino en la oscuridad, agradecida por que ya no llueva a cántaros, miro al cielo nocturno y veo la luna llena.

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Calificación 4.4 de 5 en la App Store
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