Dos años después - Portada del libro

Dos años después

Kelsie Tate

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Chapter
15
Age Rating
18+

Summary

Ella Matthews es una humilde omega. Tratada más como una sirvienta que como una persona, siempre le han enseñado una cosa: no eres nada. Y se confirma cuando su compañero la rechaza. Dos años después, el regresa a la manada siendo una persona diferente. Pero, ¿podrá Ella superar el pasado y el dolor para tener una segunda oportunidad?

Clasificación por edades: +18

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45 Chapters

Chapter 1

Capítulo 1

Chapter 2

Capítulo 2

Chapter 3

Capítulo 3

Chapter 4

Capítulo 4
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Capítulo 1

ELLA

Me desperté a las cinco de la mañana, como de costumbre. Luego me duché y me vestí antes de reunirme con mi madre en la cocina de nuestra pequeña cabaña para tomar un desayuno rápido antes de ir al trabajo.

—¿Café? —Mamá preguntó mientras me arrastraba por la cocina.

—¿Qué pregunta es esa? —Me reí entre dientes antes de coger la taza caliente con las manos y darle un sorbo.

Mi madre se acercó a mí y me apretó los hombros. —Feliz cumpleaños, cariño.

Miré a mi madre y sonreí. —Gracias, mamá.

Me miraba con lágrimas en los ojos. —Parece mentira que ya tengas dieciocho años y estés a punto de encontrar a tu pareja.

Sacudió la cabeza, queriendo enjugarse los ojos. —Así que esta mañana yo haré las galletas si tú haces la salsa y los huevos —dijo mientras salíamos por la puerta hacia la casa principal.

—Trato hecho —respondí, bostezando.

Mi madre, Sophie, era la cocinera jefe de la manada. Era la encargada de los fogones y preparaba tres comidas al día, siete días a la semana, para quien quisiera venir.

Era una cocinera increíble y una de las Omegas más respetadas de la manada, sobre todo porque nadie quería llevarse mal con las cocineras.

Yo, en cambio, estaba terminando el instituto y distaba mucho de ser respetada.

—¡No te olvides de que, después de clase, necesito que me ayudes a empezar a planificar el banquete de la semana que viene! —gritó mi madre mientras yo corría para coger el autobús.

Otra vez llegaba tarde, tener que ayudar a limpiar la cocina antes de ir al colegio casi siempre me hacía perder el autobús. Pero hoy logré cogerlo, para mi sorpresa.

Tomé asiento cerca de la entrada y dejé escapar un suspiro. Mi loba se paseaba por mi cabeza, esperando ansiosa las humillaciones diarias. Respiré hondo, intentando calmarnos a las dos.

Esto es una mierda. Pero ya casi estamos. Quedan dos semanas para la graduación.

Cuando bajé del autobús, entré en el instituto y agaché la cabeza al instante, con la esperanza de pasar desapercibida por los pasillos.

—¡Pero si es la cumpleañera! —Mariah gritó desde atrás.

Me di la vuelta. —Hola, Mariah.

—Ya tienes dieciocho años. ¿Sabes lo que eso significa? —intervino una de sus secuaces.

—Oh, ¿piensa la pequeña omega que va a conseguir un compañero? —Mariah se burló. Era la hija del Beta de la manada y autoproclamada reina de la manada.

Esbocé una sonrisa que no era en absoluto genuina y sonó el timbre. —Ha sido un placer como siempre. Gracias por la felicitación de cumpleaños.

Me di la vuelta y me dirigí a mi taquilla. Cogí mis libros y me adentré rápidamente en mi primera clase, que afortunadamente terminó sin incidentes. Conseguí llegar hasta la hora de la comida sin que nadie me molestara.

Feliz cumpleaños para mí. Me reí entre dientes.

—Muévete.

Cerré los ojos y solté un suspiro antes de girarme, bajando la cabeza en señal de sumisión. —Mariah... —murmuré mientras ella me empujaba, rodeando con sus brazos a Zane, futuro Alfa de la manada.

De repente, olí algo absolutamente impresionante. Como a canela y pino. El olor era tan embriagador que se me hizo la boca agua, y pude sentir la excitación de mi loba.

Volví en mí, me encogí de hombros y salí de la cafetería para sentarme en un banco de fuera, donde era más probable que me dejaran sola.

—Tú.

Levanté la vista para ver a Zane de pie sobre mí. —Alfa Zane, yo...

Nuestras miradas se cruzaron y sentí que todo mi cuerpo se electrizaba.

¡COMPAÑERO!, ~mi loba aulló en mi cabeza.~

Zane rompió el silencio. —Ella, no somos compañeros.

—¿Así que no estás sintiendo también esto? —pregunté sarcásticamente.

Zane me miró con el ceño fruncido y me di cuenta de mi error. Volví a bajar la cabeza. —Lo siento, Zane.

Estaba a punto de volver a hablar cuando Mariah y su pandilla de compinches nos interrumpieron.

—¡Ahí estás, amor! —Me vio y retrocedió—. ¿Por qué estás hablando con esa insignificante Omega?

—Déjanos en paz, Mariah.

Nos miró de arriba abajo y se echó a reír. —Espera... ¿Vosotros dos? Oh, Omega, apuntas alto, ¿verdad? Zane es ~mío~, zorra.

Mariah me dio una bofetada y yo me estremecí, con la mejilla un poco enrojecida.

—¡Mariah, vete! —Zane gritó. Levanté la vista hacia él y, por un segundo, me pareció ver preocupación en su rostro.

—Pero, cariño, ella es...

Mariah dejó de hablar cuando Zane la fulminó con la mirada. Se marchó, dejándonos a los dos solos.

—Si vas a rechazarme, hazlo —hablé desafiante antes de volver a bajar la mirada.

Pero no oí nada. Miré hacia arriba y vi que Zane se había ido.

—Genial... —murmuré para mis adentros—. Justo lo que necesitaba hoy. De todas las personas con las que podía estar emparejada, tenía que ser Zane Davis. No era un tipo horrible, pero tampoco era exactamente increíble.

Cuando sonó el timbre, me dirigí a mi siguiente clase del día, solo para que me empujaran por detrás.

—No hemos terminado tú y yo. —La voz de Mariah era grave y fría.

—Mariah —empecé mientras me levantaba del suelo—, me va a rechazar, así que para.

—Sí, lo hará, porque ¿por qué demonios te querría un Alfa? —espetó—. ¡No eres nada!

—Exactamente. Nadie me quiere. —Me di la vuelta para alejarme, intentando con todas mis fuerzas luchar contra las lágrimas que amenazaban con caer. No quería admitir que me dolía que mi pareja no pareciera quererme.

Llegué a casa y me sorprendieron con una tarta y un pequeño regalo. Aunque éramos los últimos en la jerarquía, mi madre siempre fue cariñosa y amable.

—Te quiero, cariño. —Mi madre me abrazó antes de que nos dirigiéramos a la casa de la manada a preparar la cena para todos.

Trabajamos juntas en la cocina, preparando mi comida favorita para la cena de la manada como una pequeña celebración entre nosotras. Estábamos riendo y disfrutando hasta que Zane entró. Nuestros ojos se encontraron y caminó hacia mí. —Necesito un minuto con Ella.

Mi madre asintió y él me llevó a una de las oficinas traseras.

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