Sabelotodo - Portada del libro

Sabelotodo

Sir Ellious

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Chapter
15
Age Rating
18+

Summary

Puede que Ava Darling sea una sabelotodo, pero se muere de ganas de dejar el instituto. En un día bueno, sus compañeros la ignoran; normalmente, se burlan de ella. Sin embargo, sólo le queda un año más. Después podrá pasar a la universidad y empezar de nuevo. Por desgracia, una broma cruel pone a Ava en el punto de mira del chico malo del instituto, Hunter Black, quien le dirige una extraña propuesta. Los dos no podrían ser más diferentes, pero si se asocian podrían descubrir que secretamente (muy secretamente) tienen más en común de lo que creen.

Clasificación por edades: 16+

Autora original: Sir Ellious

Nota: Esta historia es la versión original de la autora y no tiene sonido.

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29 Chapters

Chapter 1

Capítulo 1

Chapter 2

Capítulo 2

Chapter 3

Capítulo 3

Chapter 4

Capítulo 4
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Capítulo 1

Ava

¿Alguna vez habéis tenido uno de esos días en los que no queréis ni salir de la cama?

Sí, hoy es uno de esos días. Gimoteo y me doy la vuelta, mirando el despertador.

Ya ha sonado dos veces, pero lo he pospuesto, lo que tampoco es el mejor de los planes, aunque solo llego diez minutos tarde, nada que no pueda arreglar una carrera frenética tras saltarme el desayuno. Qué suerte tengo.

Salgo a rastras de la cama y me dirijo al cuarto de baño del otro lado del pasillo.

Me lavo los dientes y hago mis necesidades, miro mi reflejo antes de salir y volver a mi habitación para cambiarme y prepararme para el instituto.

Me pongo unos vaqueros negros rotos por la rodilla y una camiseta de Harry Potter de gran tamaño con el escudo de Hogwarts.

Cuando digo que es demasiado grande, me refiero a dos tallas más de las que necesita mi pequeña figura, pero así es como me gusta ocultarme del mundo exterior.

Agarro mi par de gafas feas de montura negra, feas porque así las llaman todos los que se burlan de mí en el instituto cuando me saludan, y me cepillo el remedo de pelo en una coleta suelta en la parte superior de la cabeza, dejando que el cabello castaño se balancee detrás de mí.

Es el comienzo de mi último año en el instituto, un nuevo curso y, vaya, lo estoy temiendo: otro año para ser molestada, utilizada y amenazada.

No puedo esperar a escaparme e ir a la universidad a algún lugar donde empezar de nuevo.

Puede que sea una sabelotodo y todo eso, pero incluso yo odio la idea de levantarme al amanecer para memorizar y estudiar.

Agarro la mochila (que está a los pies de mi cama; por suerte, la dejé preparada anoche y la tengo lista para salir) mientras me dirijo a la cocina.

Todas las luces están apagadas, pero puedo ver una nota en la nevera a través de la luminosidad que consigue atravesar las persianas.

Me acerco a la ventana y subo las persianas dejando que mis ojos queden cegados momentáneamente antes de que se reajusten al repentino y excesivo torrente de luz.

Me acerco a la nevera y despego la nota.

Suspiro al leerla.

Trabajo en doble turno, hay comida en la nevera, tendrás que prepararla tú misma. Mamá bss

Me acerco a la nevera y la abro, el frío me golpea la cara y, aunque todavía hace bastante calor ya que estamos a principios de otoño, se me pone la piel de gallina.

De nuevo, suspiro porque no me apetece nada. Cierro el frigorífico y cojo una manzana antes de salir por la puerta, ya que no quiero llegar tarde el primer día.

No me malinterpretéis, este es un automatismo normal, o al menos lo era; pero, con las vacaciones de verano terminadas, necesitaba volver a la rutina y a los viejos hábitos para evitar que este tipo de cosas sucedieran.

Ahora estoy sola con mi madre y ella tiene que hacer turnos extra para poder mantenernos a flote. Incluso tuvimos que cambiar de casa porque no podíamos pagar la hipoteca.

Mamá trabaja como enfermera y su sueldo no es precisamente alto, ni podría serlo: no tienen suficiente personal ni fondos, pero trabajar para el Servicio Nacional de Salud hace feliz a mi madre, ya que así puede ayudar a los demás, y verla feliz me hace feliz a mí.

Mi padre murió en un accidente de coche hace dos años, cuando fue atropellado por un conductor ebrio que se desvió y chocó contra él. Papá murió al instante, nos lo arrebataron, mientras que el conductor ebrio se fue a casa con sólo unos cuantos moratones y aliento en los pulmones.

Aunque ya no esté, le echo mucho de menos. Yo era su niñita; él siempre estaba ahí para mí cuando lo necesitaba. Hasta que se fue.

Han pasado dos años y todavía siento el dolor, la pena que se cierne sobre mi espíritu atribulado.

Siento que se me llenan los ojos de lágrimas, pero las alejo, ya que no quiero llorar en mi primer día de regreso a sexto curso. Me sacudo los pensamientos mientras sigo caminando hacia el instituto.

Cuando llego a la entrada, me doy cuenta de que todos los coches y los alumnos se han reunido para ponerse al día después de las vacaciones de verano.

Puede que el centro sea público, pero hay mucha gente con mucho dinero que teme presumir de sus coches de lujo y su ropa cara de marcas de las que nunca he oído hablar.

Camino con la cabeza gacha y asegurándome de que nadie se fije en mí; me cuelo en el edificio y me dirijo a mi taquilla al final del pasillo.

Por si no os habéis dado cuenta, soy la chica a la que le gusta ser invisible, la que la gente pasa por alto hasta que necesita que alguien le haga los deberes o tiene un mal día y necesita desahogarse.

El mundo me ha concedido el don de la invisibilidad y sería una tonta si no lo aprovechara, ¿verdad?

Mi taquilla está justo en el extremo de la hilera y por eso nadie se da cuenta de que estoy allí, una ventaja para mí. Caminando hacia ella me encuentro con una chica de pelo rubio esperando; sonrío a mi única amiga, Lily.

Hagamos las presentaciones, ¿de acuerdo?

Lily ha sido mi mejor amiga desde que era pequeña, nos conocimos cuando ambas descubrimos nuestro odio hacia una horrible chica llamada Jessica y compartimos un paquete de caramelos juntas porque Jessica había robado y destrozado nuestro trabajo.

Puede que sólo tuviéramos cinco años, pero ¿a quién le importa? La amistad es la amistad, al fin y al cabo. Lily es impresionante.

Su pelo, rubio y rizado, le llega hasta la mitad de la espalda, y tiene unos ojos azules brillantes que llaman la atención de la mayoría.

Mide un metro sesenta y cinco, con unas piernas superlargas que las chicas envidian, tiene curvas en todos los sitios adecuados y su piel está bronceada de forma natural. En definitiva, es lo que la mayoría de los chicos quieren.

Resulta curioso pensar que no se fijan en mí cuando estoy con ella pero, si alguna vez habéis visto ‘El último baile’, entenderéis lo fácilmente que me ignoran.

Sin embargo, no me importa; nunca he terminado de entender realmente por qué se queda a mi lado, pero lo agradezco.

—Hola, zorra, ¿qué tal tus vacaciones?

Sonrío al oír cómo me saluda antes de responder. Tiene mucha confianza en sí misma y la admiro por eso.

—Ya me conoces, he sido muy productiva y he conseguido comerme todo el helado de la nevera y ver Netflix por un tubo.

—Me he dado cuenta, has visto ‘Shadowhunters’ entera en dos días.

Le sonrío, pero sé que es cierto, cómo no amar los instrumentos mortales.

Si os preguntáis cómo me las arreglo para pagar Netflix, sabed que no lo hago. Lily me deja usar su cuenta. Sus padres son bastante ricos, tienen un restaurante italiano y es increíble.

Si pudierais comer allí, lo entenderíais. Soy algo así como su catadora personal.

Le sonrío mientras saco mis libros de la taquilla, Lily está absorta en su teléfono enviando mensajes de texto como una maníaca, el golpeteo de sus uñas en la pantalla es de alguna manera tranquilizador frente a la sensación de caos que nos rodea.

Es difícil pensar que seamos tan amigas cuando venimos de lugares tan diferentes.

Salgo de mis pensamientos cuando Lily me da repetidas palmadas en el hombro. Pongo los ojos en blanco y me pregunto si se habrá roto la uña con la fuerza de los golpes. Me doy la vuelta y allí estaban.

Los tres dioses del sexo. Los tres mosqueteros.

Todo el vestíbulo se ha quedado en silencio y los estudiantes se separan como el mar Rojo para dejarlos pasar mientras los observan caminar por el pasillo; las chicas mueven los ojos con la esperanza de hacerse notar, mientras los chicos los miran fijamente porque quieren ser como ellos.

Pongo los ojos en blanco. Sí, están jodidamente buenos, no me malinterpretéis, pero son embaucadores, folladores, perdonad mi francés. Les va el aquí te pillo, aquí te mato. El usar y tirar. Follar y olvidar.

A veces es por diversión, otras veces es un juego o una apuesta, pero de cualquier manera, no tiene sentido para ellos.

El líder del grupo y en mi opinión el más sexy de ellos es Hunter Black. Mide metro ochenta y está hecho de puro músculo. No es el típico cachas revientacamisas, sino que más bien tiene cuerpo de modelo.

Su pelo es de un marrón oscuro casi negro y sus ojos son del color del bosque. Un verde esmeralda deslumbrante. Es el dios del sexo por excelencia.

Es un sueño de hombre, digno de babear por él; sin embargo, el inconveniente es que se ha acostado con casi todas las chicas del instituto y que nunca se relaciona la misma chica dos veces.

A excepción de la zorra de Jessica, claro está: él siempre vuelve con ella y a ella le encanta la atención que eso conlleva, ya que el chico más popular y sexy de la escuela la desea, y por extensión todos los tíos la desean también.

Luego está su mejor compañero, Liam Thorn. También mide metro ochenta, tiene el pelo rubio y los ojos azules y está muy bueno a su manera.

Es un nadador con un cuerpo precioso, pero no es un fornicador pertinaz como Hunter, y desde mi punto de vista no es tan irresistible. De vez en cuando se le ha conocido alguna novia, lo que para mí es un punto a su favor; creo que los otros podrían aprender una cosa o dos de él.

Por último, está Declan Reed, de pelo negro y un poco más alto que sus compinches. También tiene los ojos azules.

Declan no sólo es conocido por ser un semental, también le gustan las bromas; lo cual es extraño, porque si lo vierais no pensaríais que tiene sentido del humor. La mayor parte del tiempo tiene el ceño fruncido. Es como si solamente experimentase una emoción: una intensa aversión a la gente.

No lleva mucho tiempo con Hunter y Liam, tal vez unos tres o cuatro años, pero no cabe duda de que encaja con su aspecto y les es leal.

Por cierto, ¿he mencionado que estos tres tíos son ricos? De hecho, sus familias están forradas: podrían comprar el instituto si quisieran y nadie los detendría.

Todo el mundo los respeta, los profesores, los estudiantes, estoy segura de que incluso algunos de los padres les temen y harían cualquier cosa que les pidieran.

Ha habido rumores de que están involucrados en algunas cosas horribles, como bandas y drogas, pero la policía está demasiado asustada para hacer algo al respecto y con su dinero estoy segura de que podrían comprarlos.

Nadie sabe realmente si es cierto o no, pero nadie se atreve a preguntar.

Así que, ahí lo tenéis, estos tres chicos básicamente dirigen la escuela, y nadie les pone objeciones.

Me alejo de ellos cuando pasan y mantengo la cabeza baja. Me gusta ser invisible, simplemente no me gusta llamar la atención o quizás no me agrada lo que la atención me traería: dolor y miedo.

Gimoteo cuando suena el timbre y Lily y yo nos dirigimos a nuestra primera clase, Matemáticas.

***

Salgo de la clase y mientras camino con cuidado entre otros estudiantes empiezo a quejarme con Lily sobre el instituto.

La gente transita por todas partes con una prisa loca y yo hago todo lo posible por evitarlos, para no recibir ninguna muestra de desaprobación.

—¡Es una tortura! ¿De verdad esperan que hagamos matemáticas un lunes por la mañana?

Lily se limita a soltar una risita y a sacudir la cabeza ante mis tontos gritos.

—Pues sí que deben de odiarnos este año.

Tiene un tono sarcástico y me giro para mirarla antes de que las dos estallemos en un ataque de risa. No se me dan mal las Matemáticas, simplemente odio la asignatura.

Ni siquiera sé por qué la elegí como nivel A, no tiene sentido. Además, ¿cuándo me van a pedir que resuelva álgebra o teoremas circulares? La respuesta es nunca.

Lily y yo nos dirigimos a nuestra siguiente clase esquivando a la gente e ignorando los gritos de los alumnos y los profesores. Estoy tan distraída por todo el ruido que hay a mi alrededor que no me fijo por dónde voy. De pronto, un chico aparece sorpresivamente delante de mí. No puedo detenerme. Chocamos.

Sin aliento, retrocedo un poco agarrándome el estómago y mirando a los ojos del tipo que me ha causado este dolor.

A través de las lágrimas, puedo distinguir su rostro. Nos miramos fijamente antes de que él continúe su camino, casi derribándome y dispersando mis libros.

Como si no bastase con que me haya sin aliento, también ha tenido desparramar mis libros, a los que había logrado aferrarme en el primer impacto.

—Lo siento, preciosa.

Dice con un guiño en mi dirección antes de perderse en el mar de estudiantes. Me quedo sorprendida. Un chico, y uno guapo además, me ha llamado preciosa y me ha guiñado un ojo. ¡Alguien se ha fijado en mí!

Siento que mis mejillas se ponen muy rojas antes de agachar la cabeza y seguir caminando, arrastrando muy confundida detrás de mí a una Lily que ha recogido todos mis libros avergonzada por todo el fiasco.

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