La maniobra del Alfa - Portada del libro

La maniobra del Alfa

Monika S. Senderek

Capítulo 2

Mia

Toda esta semana había sido bastante dura. No me sentía tranquila en ningún sitio. Ni siquiera en mi habitación me sentía cómoda, lo cual era raro. Un golpe en la puerta me devolvió a la realidad.

—Entra —grité. Una sonriente Lea se asomó por la puerta.

—¿Estás bien? —Entró y se sentó en mi cama. Hice lo posible por parecer que estaba bien. Supongo que me conoce demasiado bien. Inmediatamente frunció el ceño.

—Sí, lo estoy. ¿Necesitas algo?

—Me preguntaba si te apetecería hacer unos gofres.

Quería negarme, pero antes de tener la oportunidad, sigue hablando.

—Con crema batida, chocolate y fresas. Sólo necesito un pinche que me ayude. —Se ríe y me golpea en el brazo.

—Por pinche, ¿te refieres a alguien que va a limpiar todo el desastre de después? —Pongo los ojos en blanco, pero me levanto. Aunque he cenado, no puedo evitar mi amor por los gofres.

—Sabía que podía contar contigo. —Ella también se levantó y aplaudió emocionada.

No nos llevó mucho tiempo prepararlo todo. Lea cocinaba y yo limpiaba al mismo tiempo, así que, una vez todo listo, fuimos directamente al salón a disfrutar.

—¿Tal vez podamos ver algo? —Lea me pasó el mando a distancia.

Pongo Netflix y busco algo «que me lave el cerebro», que me quite la tensión. Cuanto más pensaba en la cena, más nerviosa me ponía. No quería conocerlo.

—No voy a ver eso. Kai me contó de qué iba y es demasiado jodido.

No me di cuenta de que seleccioné automáticamente un documental de asesinatos. También había oído hablar de él y tampoco tenía intención de verlo.

Entonces, pongo rápidamente una comedia y dejo el mando en la mesa.

—¿Cómo lo llevas? —La miro. Me alegraba mucho por ella. Al menos una de nosotras tendría una relación adecuada.

—¡Es genial! Quiero decir que discutimos de vez en cuando. Como las parejas normales, pero me gusta mucho.

Simplemente sonreí. No es que estuviera celosa. Como he dicho antes, me alegraba por ella, pero tenía la sensación de que, después de todo, ella había podido elegir. Simplemente me deprimía.

—¿Cuándo es la cena? —pregunta, tomando otro bocado de gofre.

—El viernes. Y me esperan largas horas en la carretera sólo para conocer a ese imbécil.

—Juraría que mamá le había preguntado a papá si había reservado billetes de avión.

—Ojalá. Cuanto más rápido lleguemos, antes se acabará todo. —Jadeé.

»Por cierto, mañana quedaré con Ashlee en Sandpipers. Vente con nosotras. Hace años que no hacemos un plan de chicas. Sería muy guay comer, beber y cotillear como solíamos hacer antes.

—Había quedado con Kai pero lo llamaré y le diré de dejarlo para otro día. Echo de menos aquellos tiempos en los que hacíamos pijamadas, fiestas universitarias e íbamos a escondidas de los Betas de papá. —Se ríe.

—¡Genial! Hemos quedado a las siete de la tarde, ya que trabajo hasta las cinco.

—Oh, mejor me lo pones. Quedaré con Kai y luego te recogeré del trabajo. ¿Te parece?

—Perfecto, ¿dónde están mamá y papá? —Por fin me doy cuenta de que no están.

—Tenían algunas cosas que discutir con Brooks. Escuché a mamá decir algo sobre un humano convertido en lobo. Aparentemente hay una manada salvaje que trabaja por su cuenta.

¡¿Convertir a los humanos?! ¡Esto estaba prohibido! Si lo hacías, podías ser condenado a muerte. Obviamente había algunas excepciones, pero aún así...

Quiero decir que las manadas salvajes no están prohibidas. Eran marginados que habían sido desterrados o habían decidido abandonar una manada, pero nadie se preocupaba por ellos.

—Tengo el presentimiento de que se avecinan problemas… En fin, estoy agotada. Me voy a dormir. Nos vemos mañana. Buenas noches, hermana. —Besé la mejilla de Lea y me dirigí a mi habitación.

Inmediatamente, tras tumbarme en la cama, me quedo dormida. De nuevo tengo el mismo sueño.

Una jauría me persigue, y a pesar de saber lo que iba a pasar y de intentar ir en dirección contraria, acabo junto al acantilado, a punto de saltar desde el borde.

¿Por qué se repite esto como un disco rayado? No deja de repetirse…. Le doy un sorbo al agua y vuelvo a quedarme dormida.

Rápidamente se hizo de día. Me vestí, cogí una manzana y salí corriendo de casa. Con suerte, no llegaría tarde. La pesadilla me había hecho apagar la alarma y quedarme dormida. Me sentía muy cansada.

Pero nada que el maquillaje no pudiera arreglar, pero aun así me sentía agotada.

Por suerte, mi día de trabajo no fue tan malo. Hice un programa de actividades de campamento de verano para niños, que fue muy bien. Me gustan los niños, sobre todo si muestran cierto interés por los animales.

Para almorzar, sólo me comí un sándwich. Realmente no podía esperar a la cena de esta noche con las chicas.

La mayor parte del tiempo la pasé en el prado con los linces canadienses. Eran animales realmente sorprendentes.

Recientemente habíamos añadido otra hembra, y teníamos que observar si se aclimataba lentamente dentro de la manada.

El día se me pasó volando. Estaba muy cansada, ya que para ir al trabajo tenía que ir en autobús. Al fichar para irme, recibí un mensaje de Lea.

LeaEsperándote en el coche junto a la entrada del personal. :)

—Gracias por recogerme. —Abrazo a mi hermana y coloco mi bolsa en el asiento trasero.

—Pareces cansada —comenta.

—Lo estoy. —¿Podemos ir a casa? Así me cambio y me lavo los dientes.

—Claro, pero tengo hambre, así que date prisa.

Una vez en casa, me pongo rápidamente ropa nueva, me cepillo los dientes y me retoco el maquillaje.

Sandpipers no estaba muy lejos. Ashlee ya estaba esperándonos.

—He pedido una botella de vino blanco seco. —Sonríe, y yo la amo por eso.

—Primero necesito comer. Si no, una copa y me tendré que ir. —Miro el menú y, después de unos minutos, me pido un filete poco hecho, ensalada de acompañamiento y patatas al horno.

—Lea, ¿cómo va lo del apareamiento? —Ashlee mira a mi hermana. Y aquí va. Tal vez, después de todo, sí que estoy celosa. Pongo los ojos en blanco.

—Menos mal que he comido algo; si no, no podría volver a escucharlo.

—Todo bien, supongo. No es que vayamos a casarnos ni a tener hijos ahora mismo. Sólo estoy feliz de haberlo encontrado. —Lea evita claramente mi mirada. Creo que ella sabe que este no es un tema fácil para mí.

Me sirvo otra copa de vino y bebo un sorbo.

—Así que Liam Boyle tiene que preocuparse ahora, ¿no? —Las dos se giran hacia mí, y yo sólo resoplo.

—Ni siquiera conozco al tipo, pero saber que fue tan terco como para continuar con este acuerdo me da una idea de la clase de persona que es.

—Hablé con una de mis primas de Montana, y cuando se enteró de que mi amiga se iba a casar con su Alfa, parecía estar muy decepcionada y dijo que eras una afortunada.

»Aparentemente está muy bueno. —Se muerde el labio inferior y frunce las cejas.

—Sí, qué suerte tengo. Al menos no tendré que ponerle una bolsa de papel en la cara. Mi comentario les hizo gracia, empezaron a reírse mucho.

Ashlee quería saber cuándo iba a verme con él. Se sorprendió cuando le dije que la fecha de la boda ya estaba fijada y que sólo quedaba un mes. Ese era el problema.

No somos dos lobos normales que tienen una cita, quedan unas cuantas veces y se acaban queriendo… Se trata de un acuerdo, y todo lo relacionado con el acuerdo tiene que hacerse ya. Supongo que para asegurarse de que el acuerdo se firme.

—Escucha, puede ser un tipo agradable y decente. Mi prima no lo conoce, pero todo el mundo está contento de que se haya hecho cargo de la manada.

—Puede, pero no lo conozco, y ese es el problema. No está destinado a mí. ¿Pero a quién le importa? Estaré bien.

Después de casi acabarnos dos botellas de vino, Lea tuvo que dejar su coche en el parking frente al restaurante y cogimos un taxi.

Mañana me encontraría con el Sr. Importante, y si mis padres me veían borracha, recibiría la típica charla de «eres una irresponsable».

Me tumbé en la cama en cuanto entré en mi habitación. Por supuesto, con la ropa puesta. No sabría decir si fue por el vino, pero sabía que esta noche no iba a tener pesadillas.

—¡Sois unas irresponsables! —Puedo oír a mi madre gritando desde la cocina.

—Cállate. Deja de gritar, me va a explotar la cabeza —digo, entrando en la cocina y uniéndome a Lea junto a la isla.

—Sabíais que nos íbamos a ir hoy. ¿Cómo habéis podido emborracharos? Miraros.

—¡¿Qué?! ¡¿No soy adecuada para un Alfa?! —Tanto mi padre como mi hermana empiezan a reírse. Mi madre se limita a poner los ojos en blanco y a tirar el paño de cocina sobre la mesa.

—Bien, come algo, ve a ducharte y vístete bien. Tenemos un vuelo en dos horas, y el hotel reservado para hoy y mañana.

»Vamos a asegurarnos de que todo vaya bien. —Mamá da unas palmadas y me apresura a subir las escaleras.

Después de casi cuatro horas, nos dirigimos en el taxi a la casa de Liam Boyle. Estoy extremadamente nerviosa y no paro de alisar mi pequeño vestido negro.

—Cariño, estás preciosa. No te preocupes. —Papá pone una mano sobre la mía. Asiento con la cabeza y miro por la ventana.

—Ya estamos aquí. —El coche se ha detenido y el conductor se gira hacia nosotros.

—Gracias, por favor, quédese con el cambio. —Papá le entrega el dinero y sale para abrirme la puerta, sujetándome la mano para que no me caiga.

Estoy sorprendida. El lugar era increíble. Era una casa de madera de troncos enorme. Está perfectamente rodeada de árboles y enormes piedras de jardín.

—Vale, vamos, cariño. —Mamá me empuja suavemente hacia la entrada, mientras papá toca el timbre.

Poco después, una mujer mayor se pone delante de nosotros con una cálida sonrisa en la cara.

—Buenas noches, por favor, pasad. El Sr. Boyle les espera en el salón.

La casa también es realmente sorprendente por dentro. Los techos altos son impresionantes, y huele a madera fresca. Nos dirigimos a la sala de estar.

Estoy mirando el interior, admirando los muebles, cuando oigo su voz.

—Sr. y Sra. Daniels, es un placer teneros aquí.

Tiene una voz cálida y profunda, y puedo oír destellos de acento inglés. Un escalofrío me recorre el cuerpo, poniéndome más nerviosa de lo que creía posible.

Está de pie frente a mí. Su camisa negra deja al descubierto todos los pliegues de sus músculos.

Maldita sea, la prima de Ashlee tenía razón. Es muy guapo. Muchos pensamientos pasan ahora mismo por mi mente. Pero cualquiera que os dijera se quedaría corto. Es alto, tiene el pelo oscuro perfecto y también unos ojos oscuros.

No podía imaginarme que un hombre pudiera tener las pestañas tan largas. Yo apenas puedo conseguir ese efecto después de usar cuatro capas de rimel.

—Y tú debes de ser Lea. —Se acerca un paso para cogerme la mano.

—En realidad soy Amelia... Mia —le corrijo rápidamente—. Lea es mi hermana mayor —añado y le aprieto la mano.

—Disculpa, pensé que el acuerdo tenía en cuenta a la hermana mayor —dice, confundido.

Disculpa, por haberte decepcionado, gilipollas,grito en mi mente. Puede que esté muy bueno, pero obviamente es un gilipollas.

—Las circunstancias han cambiado. Tuvo la suerte de conocer a su pareja hace poco, y Mia decidió ofrecerse. —Papá también parece molesto.

—Sí, una especie de homenaje. —Me rio por dentro.

—No quería ofender a nadie. Simplemente tenía curiosidad. —Liam sonríe y me mira divertido.

—No me ofendes —respondo rápidamente, haciendo lo posible por evitar su mirada.

—Sr. Boyle, la cena está lista. —La misma señora que nos abrió la puerta entra para guiarnos al comedor.

Todo tiene un aspecto impresionante.

Nos sentamos todos en una mesa grande, pero cerca unos de otros.

—Por favor, disfrutad. —El anfitrión sonríe y todos empezamos a comer. La cena está deliciosa. Mis pensamientos siguen ocupados con los próximos acontecimientos. Voy a vivir aquí con él. Esto simplemente no puede estar sucediendo.

Necesito pensar en algo, cualquier cosa.

—¿Cuántos años tienes, Amelia?

Me pregunto si hablar con él le hará cambiar de opinión.

—Mia. —la voz de mi madre me trae de vuelta.

—¿Sí? —Levanto la cabeza.

—¿Cuántos años tienes? —repite.

—Veinticuatro.

—¿Te has graduado? —¿Por qué sigue haciendo tantas preguntas?

—Sí, en zoología y microbiología.

—Suena interesante, ¿y a qué te dedicas?

Oh, por favor, corta esta mierda, como si te importara... O tal vez sí que le importe si tiene que pasar el resto de su vida conmigo. El resto de la vida... Dios, debo hablar con él.

—Trabajo en el zoo de Idaho, ¿y tú? —Tomo un sorbo de vino. Lo único que puede hacerme sentir mejor.

—Dirijo un negocio familiar y también tengo en mente el negocio de la manada. —Parece muy serio. ¿Alguna vez sonríe?

—Eso no suena interesante. —digo el comentario en voz alta. Error. Quería guardarlo para mí.

—¡Mia! —Mamá me regaña, al contrario que papá, que ciertamente se está divirtiendo.

—No, está bien. Definitivamente no es tan interesante como trabajar con otras especies. ¿Queréis que os enseñe la casa y el jardín? —Mira a mis padres.

—Oh, sí, por favor, la casa es increíble. —Mamá parece encantada. Al principio era ella la que le gritaba a papá, y ahora es muy amable. Al instante le pongo los ojos en blanco.

—Amelia, ¿quieres unirte a nosotros? —Liam me mira, literalmente taladrando mi cerebro con sus ojos. Mi corazón empieza a latir con fuerza, y lo único que quiero hacer en este momento es transformarme y correr en mi forma de loba.

—¿Amelia? —repite con una ceja levantada y una pequeña sonrisa. Oh, Dios, se ha dado cuenta de que le estaba mirando. Soy tan idiota.

—Sí, vamos. —Me levanto rápidamente y sigo al resto.

Nos hace un recorrido por la casa y el jardín, donde hay un precioso cenador con chimenea. A pesar de ver todo esto, sigo sin querer vivir aquí, con él. No pertenezco a este lugar, y esto no está bien.

En algún lugar nuestros compañeros nos están esperando.

Nos sentamos en la sala de estar. Liam y papá están bebiendo whisky, mamá y yo, vino. Me siento muy incómoda.

—La ceremonia de la boda tendrá lugar aquí, en el jardín. Mi manada y yo nos encargaremos de todo. Acomodaremos a vuestros amigos y familiares. Enviaré a alguien a por tus pertenencias, Amelia.

No puedo escucharlo. Esto es demasiado. Me levanto rápidamente y salgo corriendo hacia el jardín.

—¡Mia! —Mamá grita, pero yo la ignoro. Intento recuperar el aliento. La boda, la mudanza, el cambio de vida… Ojalá nada de esto fuera cierto.

—Sé cómo te sientes. Abrumada, ¿verdad? —Se acerca a mí.

—Si sabes cómo me siento, ¿por qué estamos haciendo esto? Sólo detenlo. —No quiero mirarlo. Sus ojos son demasiado hipnotizantes.

—No fue mi idea. Un matrimonio concertado no era algo que deseaba. Tampoco soy feliz.

No puedo creerlo. Si tampoco lo quiere, ¿qué estamos haciendo aquí? ¡Aaaaarggg! Quiero gritar. Quiero convertirme en loba y correr hacia el bosque, pero sé que no puedo hacerlo.

No aquí enfrente de él.

—Acabemos con esto. Yo seguiré mi camino y tú te quedarás aquí. No necesitamos hacer esto.

—Te equivocas. Sí lo necesitamos. Nuestras manadas necesitan una alianza en estos tiempos. De todos modos, le di la palabra a mi padre de que lo haría, y no puedo romperla. Esto es lo que mi manada espera que haga.

Me agacho y entierro la cara entre las manos. No entiendo ninguna de sus palabras. No me importa lo que haya prometido; yo no prometí nada. Respiro profundamente repetidas veces.

—Escucha, sabes que al hacer esto estamos básicamente rechazando nuestra fe. ¿Cómo se supone que vamos a conocer a nuestros compañeros de verdad si vamos a estar pegados el uno al otro? Nuestras manadas pueden seguir siendo aliadas.

»No tenemos que casarnos...

—¡Pero lo haremos y lo superaremos! —Me corta la conversación con verdadera rabia y luego vuelve a la sala de estar.

«No llores. Pase lo que pase, no llores», me repito a mí misma.

Siguiente capítulo
Calificación 4.4 de 5 en la App Store
82.5K Ratings
Galatea logo

Libros ilimitados, experiencias inmersivas.

Facebook de GalateaInstagram de GalateaTikTok de Galatea