Reencuentro con mi secuestrador - Portada del libro

Reencuentro con mi secuestrador

Tania Shava

Capítulo 3

Talia

El corazón de Talia empezó a latir con fuerza y ella recuperó la sobriedad de inmediato.

Intentó no mostrar su miedo. Pero Talia se dio cuenta de quién era aquel tipo. Se apartó de la puerta.

Confianza, Talia, es todo lo que te hace falta para salir de aquí. Seguramente Axel no la reconocería.

Respiró profundamente y se dirigió a la puerta, cuando sintió que le tiraban con fuerza de la muñeca. Y de repente, la empujaron contra la pared.

—¿Cuándo he dicho que puedes irte? —Axel se inclinó para quedar a la misma altura que Talia. Sus ojos eran penetrantes—. ¿De verdad crees que me he olvidado de lo de ayer?

Le acarició la mejilla. Ella tragó saliva con miedo y estuvo segura de que todo el mundo había podido oírla.

¿Qué le pasa a este psicópata? —pensó. ¿Por qué la estaba molestando tanto?

Notó que la mano del hombre rodeaba ligeramente su garganta apretándola. —¡Cuando te hablo, respondes! ¿Te queda claro?

—Sí, señor —balbuceó.

—Buena chica —respondió. De repente se hizo a un lado—. Puedes irte.

Ella se sintió muy aliviada y trató de apresurarse, pero antes de que pudiera salir por la puerta, él volvió a hablar..

—Por cierto, te estaré vigilando esta noche.

Talia no pudo responder, así que salió corriendo del baño hacia la pista de baile.

—¡Más chupitos! —exclamó Mia.

—¡No, Mia, vámonos! —suplicó Talia a su amiga.

—Venga, Talia, no seas así... Hace una eternidad que no salimos, vamos a divertirnos.

Mia tenía razón, se merecían aquella noche y no iba a arruinarla para ambas. Pidieron otra ronda y siguieron bailando.

Más tarde, sintió que unas manos la agarraban por la cintura. Era un joven atractivo, y ella estaba borracha, así que empezó a balancearse con él al ritmo de la música. Después de bailar toda la noche se sentía agotada.

Fue a buscar a Mia, que estaba besando a un tipo.

—Mia, es tarde. Son las dos de la mañana, tenemos que irnos.

—Talia, por favor, vete sola. ¡Te deberé una!

Talia no pudo decir no a Mia, le dio un picotazo en las mejillas y decidió irse sola a casa.

Se quitó los tacones negros y salió a la calle. No le quedaba dinero, así que caminó rápido, resoplando.

Sintió una punzada en la parte posterior de su cabeza y supo que alguien la estaba siguiendo.

Dobló una esquina y empezó a correr rápidamente cuando se encendieron los faros detrás de ella y el coche se detuvo. Era inútil correr, no podía dejar atrás a un vehículo.

Todavía jadeaba cuando la puerta se abrió y la metieron en el coche. Luchó con fuerza, gritando y arañando. De repente, un paño le cubrió la cara y se desmayó casi al instante.

¿Qué me va a pasar? Fue su último pensamiento antes de hundirse en la oscuridad.

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