El despertar - Portada del libro

El despertar

L.T. Marshall

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Chapter
15
Age Rating
18+

Summary

Alora Dennison, rechazada de la manada, se enfrenta a la hora de la verdad. A los dieciocho años ha de unirse a la manada Santo para luchar contra los vampiros. Pero durante la ceremonia del despertar, se une a Colton Santo, el hijo de un alfa que odia a su manada. El alfa Juan Santo se opone firmemente a esta unión, pero el destino los ha unido a la fuerza. ¿Por qué?

Clasificación por edades: +18

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Alora: Parte 1

Libro 1: La pareja rechazada

¿Conoces esas historias de marginados cuyos seres queridos murieron o los abandonaron a su suerte para que vagaran sin rumbo por el mundo, para que se convirtieran en don nadies sin importancia, casi invisibles para los demás?

No tienen nada espectacular, cuando llegan a la edad adulta no hay ningún gran cambio.

Bueno, pues mi historia es más o menos así.

Me llamo Alora Dennison, y estoy literalmente a horas de mi ceremonia del despertar a la madura edad de dieciocho años, y absolutamente nadie a quien yo le importe una mierda estará presente.

Sin apoyo, sin familia, y desde luego sin amigos.

Supongo que soy de esas a las que le cuesta más.

No es que sea inusual en mi linaje, ya que casi todas las mujeres de mi familia no «florecieron» hasta que llegaron al final de la adolescencia, por lo que puedo recordar, al igual que las demás del orfanato que se quedaron aquí conmigo.

Otra razón por la que nos desprecian y nos abandonan a nuestra suerte en este infierno que llaman hogar.

Pensar en la ceremonia me revuelve por dentro y voy paseando con nervios de un lado a otrode la habitación que comparto con Vanka.

Es como yo, aunque en todos los años que hemos compartido litera, no puedo decir que hayamos llegado a ser amigas de ningún tipo.

Deja claro que no le caigo bien y, al igual que todos los que me rodean, mantiene las distancias. Nos toleramos, pero nadie ha llegado a congeniar.

Soy una huérfana de nadie cuyos padres murieron en la guerra contra los vampiros de hace diez años. Ella también es huérfana, pero eso no nos ha hecho estar más unidas.

Supongo que porque es de una rama de la manada Santo, y ellos odian a la manada Whyte desde mucho antes de la guerra.

Estábamos enemistados antes de que los vampiros nos unieran a todos, y las viejas cicatrices y rencores no son algo que los lobos olviden fácilmente.

Éramos dos niñas pequeñas abandonadas sin tutores inmediatos de vínculo sanguíneo, enviadas a este lugar para crías que nadie quiere con la finalidad devivir nuestros días de forma poco excepcional.

Habría sido más amable acabar con nuestra miseria en aquel momento que dejarnos vivir como parias entre nuestra gente, rechazadas por ser la prueba vergonzosa de que sus manadas les fallaron.

Creo que no sabían qué más hacer con nosotros. Tantos jóvenes sin nadie que cuidara de ellos y los educara a nuestra manera, y vistos como malditos.

Se avergonzaban de los errores de nuestras familias, y somos nosotros los que llevamos esa carga como una eterna marca negra pintada en la cara.

Me asombra que muchachos y muchachas como nosotras lleguen a celebrar la ceremonia. Es algo importante, y nosotras no lo somos.

Somos un poco como los niños perdidos de Nunca Jamás, salvo que... ninguno de nosotros quiere quedarse aquí, y crecer es la única salida.

El despertar es un poco como una graduación, en cierto sentido. Es el paso de niño a adulto y, normalmente, el momento en el que encuentras tu lugar y tu rango en la manada y consigues pareja.

No me hago ilusiones de que signifique nada de eso para quienes vamos a participar esta noche.

Hay cuatro de la casa no deseada, y creo que tal vez tres de las manadas de los alrededores. Sólo un puñado de muchachos y muchachas tratando de liberarse, de encontrar su camino, y todo ante la fabulosa presencia del «manadaje» al completo.Alrededor de doce tribus de lobos del estado componen el manadaje. Todas tienen que reunirse en Shadow Rock para ver cómo te transformas completamente por primera vez bajo la primera luna llena de tu mes de nacimiento.

No es difícil saber cuándo estás preparado.

En las semanas previas a tu cumpleaños, empiezas a cambiar en pequeños aspectos y, maldita sea, duele como si te rompieran y te estiraran las entrañas con ataques de dolor intenso y retorcido sin ningún control sobre lo que está ocurriendo.

Los signos son bastante claros para todos. Supongo que es como la pubertad en los hombres lobo: maduración, mejoras físicas y aumento masivo del apetito y la agresividad.

Pequeños momentos en los que empiezas a transformarte dolorosamente, y luego se disipa con la misma rapidez, de modo que nunca llegas realmente a la primera transición, pero ya está ahí, y nadie puede ocultarlo.

El dolor que sabes que vendrá con la primera vez se guarda para la luna llena de después de tu cumpleaños.

Algunos no pasan por ello hasta más tarde en la vida y otros antes. Por lo general, es una señal del lugar que ocupas en la jerarquía cuando te transformas.

Según los ancianos de Santo, cuanto más tiempo pase, más débil será tu ADN, pero mis padres nunca lo mencionaron cuando yo era joven.

Así que tener dieciocho años me sitúa muy abajo en la jerarquía y confirma que mi linaje no era de guerreros ni lo bastante fuerte como para conseguir algo importante.

Vanka tiene dieciséis años y esta noche también celebra la ceremonia, pero con sangre Santo en algún lugar de sus venas, debería haberse transformado mucho antes. Supongo que, sea cual sea la mezcla que hay en ella, por eso la rechazan como a una de los suyos.

Quiero decir, no hay más que ver a los Santos. Son la manada reinante en el estado, y todos los de su linaje se convirtieron antes de los diez.

Colton, el siguiente heredero alfa, tiene diecinueve años, es el señor de todo en nuestro reino y lleva saliendo con la manada desde que tenía sólo ocho años.

Todos y cada uno de los miembros de su familia regresaron de las guerras, lo que dice mucho de la pureza de sus genes, su fuerza y sus habilidades en el campo de batalla.

Está destinado a tomar el relevo de su padre como alfa algún día, y tal y como van las cosas, no sólo será el alfa de la manada Santo, sino de todos nosotros.

Nunca antes ha ocurrido en nuestra era, pero será un nuevo amanecer en la forma de vivir de las manadas.

Colton no es un buen tipo. Ninguno de ellos lo es. Se pasea rodeado de sus secuaces, mira por encima del hombro a la gente como yo y nunca mira a los ojos ni responde a nadie que esté por debajo de su rango.

Así es como funcionan las cosas. La dominación y la fuerza lo son todo para los lobos. Tiene la arrogancia de su padre, y sabe que toda hembra que llega a la pubertad ansía convertirse en su pareja.

Aún no se ha emparejado ni ha marcado a nadie oficialmente, y a pesar de tener siempre a la misma chica a su lado, hasta que llegue ese momento nada es oficial.

Colton tiene una de esas bellezas latinas impecables de tez oscura y rostro inmaculado.

Es más de dos metros de músculo, irradia agresividad sin proponérselo y es un lobo de pelaje negro poco común al transformarse, uno de los más grandes de entre nosotros.

Creo que la única vez que reconoció mi existencia fue el día que me apartó de su camino al pasar.

Tropecé delante de él en el pasillo hacia el gran salón, y no pestañeó ni se detuvo un instante al empujarme de nuevo con agresividad como si fuera basura.

Todas las chicas se rieron de mí cuando caí de culo y cochqué la papelera, y me he asegurado de no volver a interponerme en su camino.

No es que pasemos mucho tiempo en el mismo sitio. Vivo en el orfanato y voy a la escuela construida exclusivamente para los nuestros, lejos de la gente «normal».

Me lleva un año, así que no nos hemos cruzado a menudo en todo este tiempo.

Como vive con su manada en la ladera sur de la montaña y sólo acude al sombrío norte cuando es necesario, nunca le veo ni a él ni a ninguno de sus subordinados.

Como el resto de la gente que evita a los «rechazados».

Tras la Gran Guerra, nuestro pueblo se trasladó desde todas las zonas circundantes y se reunió más cerca de la montaña, manteniéndose cerca para estar protegido, y nadie volvió a marcharse.

Su padre es el alfa dominante no oficial y le gusta controlar a todos en la montaña cuando lo considera oportuno.

Desde que Colton dejó la escuela, sólo lo vemos en visitas oficiales junto su padre, al mando de su nuevo reino de manadas obedientes y sumisas, manteniendo la ley y el orden.

Se rumorea que los vampiros han estado preparándose y reuniéndose durante varios meses, tal vez incluso años, para recuperar efectivos y lanzar una nueva guerra contra los de nuestra especie.

Siempre supimos que lo harían. Ganamos la batalla, pero no los derrotamos como queríamos.

Muchos sobrevivieron, huyeron y llevan casi diez años fuera, recuperándose y lamiéndose las heridas.

No ha habido enfrentamientos durante mucho tiempo, inquietantemente, pero hay tanto malestar e intranquilidad en el aire que las manadas convocaron una reunión hace un mes para decidir el destino de nuestro futuro.

Se avecinaban problemas, y todos podíamos sentirlo: nuestros sentidos se pusieron en alerta máxima con esa sensación de que algo enorme se avecinaba.

Creen que unirse para crear una manada y una sola unidad es la respuesta a una guerra en ciernes. No es que cambie mucho, ya que llevamos una década viviendo prácticamente así.

Sin embargo, nunca antes estuvimos unidos bajo un alfa. Luchamos como manadas separadas, y casi nos aniquilaron.

No había liderazgo, y eso significó que manadas como la mía, conocidas por su vida pacífica y su agricultura, fueron prácticamente aniquiladas. Muchos de los nuestros nunca regresaron, y cambió para siempre a los que lo hicieron.

Los que, como yo, perdimos a todos —a mis padres, abuelos, tíos y a mi hermano— somos rechazados por la gente a la que le gusta fingir que nunca ocurrió.

Mi familia se perdió, ninguno de ellos regresó, y por lo tanto, a los ojos de la jerarquía de la manada... mi linaje es débil.

Ya no quieren que seamos de su especie y, desde luego, no quieren que procreemos y transmitamos nuestros genes a futuros lobos.

Los guerreros volvieron a casa. Los débiles no.

Nunca estuvimos preparados para ello.

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