Marcello Mafia - Portada del libro

Marcello Mafia

Belle Dowson

Una chica corriente

HAYLEY

El Salón Veneciano era un club de élite en los bajos fondos de Nueva York. Las bebidas eran caras, las chicas que llevaban un pluma tenían un precio y se podría decir que aquel era el lugar más seguro para Hayley.

Hayley no llevaba pluma, ni tampoco deseaba llevar una. Aunque no podía evitar envidiarlas. Las chicas pluma eran seguras de sí mismas, guapas y todos los hombres babeaban por ellas.

Hayley era camarera. Trabajaba en una de las cuatro barras que tenía aquel club clandestino, junto a Ben, su amigo y compañero de piso. Era divertido e inteligente y se llevaban bien, lo cual era un alivio.

La barra era redonda, y en el centro había un podio, donde estaba su otra amiga, Ava. Ella era una chica pluma y estaba orgullosa de su título. Hayley envidiaba a su guapa amiga rubia, pero no podía hacer lo que ella hacía.

Admiraba cómo Ava podía bailar y coquetear con todos los hombres de ese lugar. Admiraba lo segura y abierta que era en ese mundillo. Una pequeña parte de Hayley deseaba ser como Ava.

—Otro vodka, por favor, bonita.

Dimitri era un cliente habitual en su barra. Era amigo del dueño y era ruso.

En el momento en el que se enteró de que era ruso, se puso nerviosa y recelosa. Sin embargo, pronto supo que él quería huir tanto como ella. Dimitri era un hombre silencioso, pero le dio a Hayley cierto consuelo de que ella no era la única que se escondía.

—Cualquier cosa por ti, Dimitri —por primera vez, ella respondió con un perfecto acento ruso. Hizo que los ojos de él se abrieran de par en par mientras ella colocaba el vodka frente a él. Se rió de su expresión.

—Hablas un ruso perfecto para ser una dulce chica inglesa —él la halagó, mientras ella le quitaba el dinero de la mano—. Quédate con el cambio.

Colocó la propina en el frasco que ella y Ben compartían.

—¿Dónde aprendiste ruso? —le preguntó Dimitri mientras ella se inclinaba sobre la barra para estar cerca de él. Estaba segura de que él le estaba mirando el escote que asomaba por encima de su corsé morado.

—Fui a un internado católico sólo para chicas; allí aprendí muchas cosas.

Sus labios se curvaron en una sonrisa mientras le guiñaba el ojo, haciéndole reír. A Dimitri le gustaba esta chica: era valiente y sexy, y era fácil hablar con ella.

—Un día te pondrás una pluma y yo insistiré en que lleves el uniforme del internado —bromeó él. Ella se rió y volvió a inclinarse sobre la barra y le habló en voz baja con una sonrisa picarona.

—Cuando llegue ese día, me aseguraré de traerlo.

Los dos se rieron a carcajadas y ella pasó a atender al siguiente caballero, que estaba mirándole el culo. Ella llevaba unos pantalones muy cortos, que hacían más bien la función de ropa interior, y llevaba puestas unas medias negras con tirantes hasta el muslo.

—¿Estás coqueteando de nuevo, Hayley? —preguntó Ben mientras esperaba a que ella acabara con la caja.

—¿De qué otra forma vamos a conseguir las propinas?

Hayley sabía que con las propinas pagaban el alquiler y se podían permitir las salidas nocturnas. Así que sonreía, se reía y coqueteaba lo mejor que podía; aquí sentía que estaba segura y tenía el control.

Esta noche el club estaba bastante concurrido. Pudo ver que había un gran grupo de hombres que no habían estado antes en el Salón Veneciano, por lo menos desde que ella había empezado hacía poco más de un mes.

El más grande de todos ellos estaba en la zona VIP. Todos llevaban trajes caros y parecían estar celebrando algo.

Hayley los miró. Todos eran hombres guapos y parecía que las chicas se excitaban ante su presencia.

Arianna se acercó a la barra de Hayley. Había nacido y se había criado para ser una chica de pluma. Era alta, tenía los ojos marrones, el pelo rubio decolorado y los pechos grandes, vaya, como una modelo.

—Lleva una botella de whisky a la sala VIP, cabina cinco —exigió, con un tono tan grosero como siempre.

El desagrado que Hayley sentía por Arianna siempre había estado ahí, ¿y por qué no iba a estarlo? Al fin y al cabo, era una auténtica zorra.

Parecía que a Arianna no le gustaba la idea de que Hayley hubiera tomado la decisión de trabajar aquí sin aceptar hacer las cosas que hacían las otraschicas.

Sin embargo, por mucho que a Hayley no le gustara Arianna, no podía decirle que no a algo que le pedía de trabajo, así que Hayley puso los ojos en blanco como respuesta antes de coger la botella y dirigirse a la sala VIP.

La sección VIP estaba en el segundo piso con vistas al club.

Al dirigirse a la cabina cinco, Hayley se dio cuenta de que todas las mejores chicas de Siobhan estaban aquí arriba. Todas tenían una mirada de determinación y coquetería, listas para complacer a aquellos hombres.

Se adelantó y puso el whisky en la mesa frente a Arianna, que estaba sentada sobre un caballero bien vestido, que fumaba un puro y acariciaba el costado de Arianna.

Su traje de tres piezas demostraba lo rico que era y era difícil apartar los ojos de él: era impresionante.

Hayley se mordió el labio inferior al darse cuenta de que él le había pillado mirándolo. Sintió que sus miradas se fijaban durante un instante, el brillo de sus ojos azules en los de él. Entonces, la oscuridad de su mirada le recordó dónde estaba.

Rápidamente, Hayley decidió marcharse, pero cuando se dirigía hacia la escalera, otro hombre tenía otros planes, ya que la agarró de la muñeca y la atrajo hacia él.

Este hombre era alto, de complexión fuerte. Tenía unos cálidos ojos color avellana y algo de barba en la mandíbula. Su pelo era oscuro y podría parecer ser un buen tipo, pero Hayley no se fiaba de nadie, de absolutamente nadie.

A Hayley no le gustó lo cerca que estaba.

—Oye, hola, preciosa. —Sonrió ante la belleza que tenía delante. No la había visto antes en el club de Siobhan, era nueva. Esto le excitó—. ¿Vienes a unirte a la fiesta?

Hayley empujó suavemente al Sr. Arrogante de encima de ella.

—No —dijo simplemente mientras se alejaba, pero él no cedió. La cogió de la cintura y ella se giró hacia él, quitándole la mano de encima.

—¡Mira! —dijo mientras señalaba su máscara negra y morada—. ¿Ves lo que le falta a mi máscara? —le preguntó Hayley. Se quedó mirándole mientras él se echaba atrás un por el repentino atrevimiento que ella había demostrado.

Otro tipo se puso al lado del bocazas, y se rió mientras ponía la mano en el hombro de su amigo.

Hayley lo miró, tenía los ojos como el del hombre que estaba con Arianna; eran oscuros, casi negros, mientras que los del otro hombre tenían algo de calidez, un toque marrón.

—No lleva pluma, Frankie. —Se rió.

Hayley aplaudió sarcásticamente y luego se puso las manos en las caderas. Frunció el ceño al verla, pero luego su atención volvió a centrarse en el primer tipo.

—Verás, tu amigo... —Lo miró esperando que dijera su nombre, y esperó a que el segundo tipo se diera cuenta de que estaba esperando que respondiera.

—Nic —respondió simplemente, mientras miraba de Hayley a su amigo, y luego Hayley volvió a mirar al primer tipo.

—Gracias. —Hayley sonrió,—. Nic es inteligente, sé más como Nic —dijo sarcásticamente, antes de acercarse seductoramente al primer chico, y coger delicadamente su corbata.

Comenzó a jugar con el costoso material, mirando desde sus dedos a sus ojos, y acercando suavemente la corbata hacia ella, con una dulce sonrisa.

—Verás… —Mirándolo, le hizo un gesto para que le dijera su nombre, como si le importara.

—Frankie. —dijo mientras miraba a la pequeña provocadora que tenía delante, y ella le sonrió.

—Ves, Frankie, no soy una chica pluma. Conozco a los tipos como tú, que creen que se follan a cualquier chica que pase por delante. —Entonces su sonrisa desapareció mientras le agarraba la corbata con más fuerza. Nic se quedó sorprendido por los cojones que tenía esta chica.

—Pues bueno, siento decirte que no puedes. Ahora pilla la indirecta. Ni siquiera lo intentes con una mujer que claramente no puedes manejar. —Y así, se fue, bajando las escaleras hasta su barra.

Por eso no era una chica pluma.

—¿Qué demonios ha pasado ahí? —preguntó Luca, mientras apartaba a Arianna de su regazo y se dirigía al balcón donde su primo, Nic, y su mejor amigo, Frankie, estaban de pie, mirando.

Lo había visto todo; la guapa morena tenía prácticamente cogido a Frankie por las pelotas.

Luca no podía quitarse de la cabeza el color azulado de sus ojos, que por un instante se clavaron en los suyos. Había sido extraño.

—Frankie fue poseído por una mujer. —Nic se rió del desafortunado incidente de su mejor amigo. Luca observó cómo la chica coqueteaba con los clientes de su barra.

Vio cómo sonreía y se movía por la barra, rozando a Ben Lusiak, que trabaja aquí desde hace más de un año.

—No lo hice. Es que no me di cuenta de que no era una chica pluma. —Frankie se encogió de hombros—. Podría habérmela follado… En realidad, me estaba provocando. —Frankie sonrió, pero Luca le lanzó una mirada oscura.

—No, no lo harás. Siobhan dejó claras unas reglas, sólo se puede tocar a las chicas que lleven plumas.

Luca se aseguró de que Frankie lo entendiera. Entonces, Luca la miró de nuevo. Le había faltado al respeto a Frankie, y eso no era algo que pudiera dejar pasar. Tal vez debería recordarle cuál era su lugar.

Hayley estaba en el pasillo que llevaba al mundo exterior, tomándose un café rápido. Estaba sentada en una caja y miraba su móvil. Estaba leyendo uno de sus libros favoritos en su aplicación de lectura.

Podía oler el humo de algunos de los chicos del club que habían salido a fumar, ya que habían dejado la puerta abierta. Eran mediados de octubre y hacía mucho frío, pero a ella no le importaba; le ganaba al calor del suelo del club.

—Hola, bella.

Su voz casi le hizo dejar caer el teléfono; era el hombre con el que había estado Arianna. Sus ojos castaños oscuros la miraban intensamente. Hayley se levantó y cruzó los brazos sobre el pecho mientras lo miraba fijamente.

—Los clientes no pueden estar aquí. —Mantuvo su presencia firme; no se dejaría intimidar por él.

Le hizo gracia que no supiera quién era.

—Puedo ir donde quiera, bella.

Tenía un tono de voz oscuro. Hayley se perdió en sus ojos. Parecían negros, pero de cerca eran del más cálido color marrón chocolate.

—Eres nueva aquí.

Se acercó a Hayley, obligándola a retroceder. Sintió la pared contra su espalda; el corsé le dejaba la parte superior de la espalda expuesta al frío ladrillo.

Pero no apartó la mirada. Sabía que se estaba haciendo el machote, pero no dejaría que nadie la intimidara.

—Faltarle el respeto a mi amigo Frankie no ha sido tu mejor jugada.

—¡Tu amigo Frankie fue un idiota!

Luca no podía creer a esta chica; ¿acaso no entendía la amenaza en su voz?

Se acercó un poco más a ella, pero mantuvo la compostura en su lenguaje corporal.

Su corazón se aceleró; no podía negar que aquel tipo, alto y musculoso, la tenía acorralada, pero si la tocaba, no dudaría en sacar su navaja.

Hayley no era una mala persona, pero sabía qué tipo de gente había por ahí, y por eso siempre llevaba su fiel navaja en un bolsillo oculto en todos sus corsés.

—Tu boca te va a meter en problemas.

Sus palabras iban acompañadas de una amenaza, pero Hayley se limitó a poner las manos en las caderas, cerca del bolsillo oculto y de su navaja.

—Me las he arreglado para no tener problemas hasta ahora. —Hayley tuvo que defenderse.

Su rostro se convirtió en una ligera pero oscura sonrisa. Si no fuera tan imbécil, Hayley habría dicho que era un hombre guapo, pero él, al igual que su amigo, era un imbécil.

—Entonces has tenido suerte de no cabrear a la persona equivocada —presionó.

Él estaba hipnotizado por la belleza de Hayley. La luz del exterior iluminaba su piel pálida y el brillo de sus ojos azules que llamaban la atención contra su máscara de color morado intenso.

Quizás fue una pena que no llevara una pluma.

—Así que, escucha muy, muycuidadosamente, bella. —Se aseguró de que su tono fuera oscuro y serio—.No me pongas a prueba ni a mí, ni a mis amigos.»Porque verás, puede que no lleves pluma pero sigues trabajando aquí y aquí se agradece la cortesía y la amabilidad de las damas.

Entonces, ella empezó a reírse, claramente burlándose de lo que él acababa de decirle, y él frunció el ceño hacia la chica.

—Las damas respetan a los hombres que se portan como caballeros. Quizástu amigo necesite aprender eso.

«¿Esta mujer desea morir?»Pensó mientras la miraba.

—Ahora si me disculpas, trabajo aquí y mi descanso ha terminado.

Intentó pasar de largo, pero él la agarró del brazo y le obligó a mirarle.

—¿Qué coño haces? —dijo ella, mirándole con fiereza.

—Vuelve a faltarme el respeto a mí, o a mi familia, y no dudaré en enseñarte a respetarme.

Sus ojos ahora eran oscuros, pero ella no se asustó. Fue a meter la mano en el bolsillo para sacar su navaja, pero de repente les interrumpió una voz que se acercó a ellos.

—¿Qué demonios está pasando aquí?

Siobhan miró a Hayley y a Luca. Él le soltó el brazo y ella se apartó de él. Luca miró a Siobhan cuando ésta se quedó frente a ellos, con sólo su mirada le estaba regañando. Luego miró con cariño a la chica.

—Tú, cariño, será mejor que vuelvas a la barra para que Ben pueda descansar. —le habló con delicadeza a Hayley, que asintió y se alejó.

Siobhan volvió a mirar a Luca. —¡Explícate Luca Marcello y no quiero escuchar más mierdas!

—¿De dónde demonios has sacado a esa tipa? —dijo mientras se recomponía, observando cómo Hayley se alejaba y se metía de nuevo en el club.

—De París, vino del club de París —explicó brevemente Siobhan.

Luca negó con la cabeza mirándola.

—Te sugiero que la enseñes a respetar o que la envíes de vuelta a París —gruñó.

Siobhan negó con la cabeza.

—¿Qué?

—¿Qué le has hecho? —su tono era tan oscuro y serio como el que él había utilizado cuando se dirigió a Hayley.

—Nada, todavía.

Entonces, Siobhan se acercó a él.

—Escucha, Luca, a esa chica hay que dejarla en paz. —su tono era firme y le estaba mirando fijamente a los ojos.

Luca nunca había oído a Siobhan hablar así de ninguna de sus chicas. Podía ver el cariño que sentía por esta chica, un cariño que, hasta ahora, sólo sentía por él.

Siobhan era la única persona en el mundo que tenía la capacidad de meterse en la cabeza de Luca. Ella estuvo allí cuando su madre murió, era su madrina y tenía el poder de frenarlo, o de atemorizarlo.

—Parece que te gusta, Siobhan, ¿qué tiene de especial? —preguntó Luca.

Es cierto, a Siobhan le gustaba Hayley. Le gustaba su valentía, le gustaba cómo había superado tantas cosas en su corta vida y aún así se las arreglaba para sonreír cada día.

—Luca… —Suspiró mientras observaba cómo dos chicos de fuera volvían a entrar y pasaban junto a ellos antes de volver a hablar—. Aléjate de ella.

Podía percibir las advertencias en su tono de voz.

—Esa chica lo ha pasado mal, y la traje aquí porque pensé que le vendría bien un cambio de aires; llevaba casi tres años en el club de París.

Luca miró más allá de Siobhan, hacia la puerta que daba a la zona donde la chica se había metido. ¿Había estado en el mundo de Siobhan durante tres años?

¿Era ella la razón por la que Siobhan había ido tanto a París durante más o menos los últimos tres años?

Esto intrigaba a Luca. A Siobhan no le gustaba el sentimentalismo; eso se le había quitado de la cabeza en este mundo.

Así que sabía que esta chica era algo importante para ella y eso le hizo preguntarse quién sería realmente aquella fogosa chica británica.

—No es una chica pluma, nunca lo ha sido. Prometí mantenerla a salvo y, Luca, pienso cumplir mi promesa. —su voz era tensa mientras se lo decía, pero también había un ápice de súplica.

—¿Cómo se llama? —Ahora Luca estaba intrigado; era raro, Siobhan no se preocupaba por mucha gente aparte de su familia. Se parecía a él en ese sentido.

Siobhan no tenía a nadie más, aparte de sus clubes de élite en todo el mundo. Entonces ella se rió y negó con la cabeza.

—¿Esta noche? Podría ser Abbey, Lucy, o incluso Destiny.

Luca se rió.

—Sólo mantente alejado de ella. Si no, haré que tus métodos de tortura parezcan un viaje a Disneylandia. —Luego se alejó.

HAYLEY

—Así que mañana por la noche nos vamos a emborrachar. —Ava sonrió mientras saltaba de su podio y se servía un vaso con agua y hielo.

Era la primera noche libre de los tres, así que Ben y Ava habían decidido salir de fiesta. A Hayley no le apetecía, pero no tenía elección; Ava daba miedo cuando no se salía con la suya.

Lo único que tenía que hacer Hayley era aceptar una noche de fiesta con la motivada de su amiga.

Sus ojos volvieron a mirar a los hombres que estaban en la zona VIP y al levantar la vista lo vió a él, de pie. Su corazón se aceleró cuando sus ojos se encontraron de nuevo, pero ella apartó la mirada, asustada de que él pudiera percibir su lado oscuro. Uno que escondía muy bien.

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